La voz de la Iglesia no permanece indiferente ante la crisis institucional y moral que sacude España.
El presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), monseñor Luis Argüello, ha realizado una firme y serena llamada a la responsabilidad democrática: ante el evidente bloqueo del Gobierno el país debe volver a dar voz al pueblo mediante unas elecciones anticipadas.
Durante su participación en el XII Congreso Internacional de Diálogo Filosófico, celebrado en la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA), monseñor Argüello fue claro en su mensaje: “Cuando se produce una situación de bloqueo e incluso se hace muy difícil que la acción de un gobierno pueda desarrollarse con sus propios proyectos legislativos, con la importancia de tener un presupuesto y demás, hay que acudir a la Constitución”.
En sus declaraciones a la prensa, el arzobispo de Valladolid recalcó que en democracia es el pueblo quien tiene la última palabra. “Son los ciudadanos los que tienen que tratar de resolver el bloqueo desde el ejercicio democrático de las elecciones previstas en la Constitución. Es una reflexión de sentido común”, afirmó.
Un contexto de grave deterioro institucional
Las palabras del presidente de la CEE llegan en un momento especialmente delicado para la vida política española. A los problemas de gobernabilidad se suman ahora los efectos de una de las investigaciones por corrupción más serias de los últimos años, que afecta directamente al Partido Socialista Obrero Español (PSOE).
En medio de esta tormenta política y ética, el Gobierno ha rechazado convocar elecciones anticipadas.
El presidente Sánchez ha optado por defender la legitimidad de su Ejecutivo, incluso responsabilizando a la oposición y calificando las denuncias de corrupción como maniobras de “demolición moral” impulsadas por la derecha.
Esta narrativa, sin embargo, ha sido recibida con escepticismo por una sociedad cada vez más harta de la impunidad y del deterioro del debate público.
Monseñor Argüello ha advertido también sobre esta falta de diálogo. “Es muy difícil tener un diálogo si no se acepta un punto común de referencia, un punto de acuerdo que ayude a superar la dialéctica de los contrarios”, dijo, señalando que la polarización sin principios compartidos mina la posibilidad de construir el bien común.
Fe, responsabilidad y ciudadanía
La propuesta de monseñor Argüello no es partidista, sino profundamente ética: se trata de devolver al pueblo su protagonismo democrático cuando el orden político se ve paralizado por la desconfianza, la ineficiencia y el escándalo.
No se trata solo de un reclamo legal, sino de una cuestión de responsabilidad moral.
El futuro inmediato de España está en juego. Lo que está ocurriendo no es solo una crisis política, sino una crisis moral. Por eso, voces como la de monseñor Argüello son necesarias: serenas, valientes y fundamentadas en la verdad, en defensa de una sociedad más justa, honesta y fraterna.