El hecho extraordinario de un supuesto milagro ha sido atribuido por los padres del pequeño Vincent a la intercesión del fallecido cardenal George Pell, a quien dirigieron sus oraciones en los momentos más críticos.
El milagro de Phoenix: un niño vuelve a la vida
El incidente ocurrió en Phoenix, Arizona, cuando un niño de 18 meses llamado Vincent cayó accidentalmente en la piscina de su casa. Al ser rescatado, el pequeño no mostraba signos de vida: estuvo 52 minutos sin respirar, sin pulso detectable, mientras los paramédicos realizaban maniobras de reanimación
Contra todo pronóstico, tras casi una hora en esa condición, los esfuerzos de reanimación lograron que su corazón volviera a latir.
Vincent fue trasladado de urgencia al hospital y, aunque ingresó en estado de coma, días después comenzó a respirar por sí mismo
Finalmente, tras alrededor de diez días hospitalizado, el niño despertó y se recuperó totalmente, sin daño cerebral ni secuelas en pulmones o corazón, algo que uno de sus médicos describió como «una imposibilidad científica«
Los doctores que lo atendieron no encontraban explicación natural para su recuperación y no dudaron en calificar el caso de milagro
La fe de una familia y la intercesión del cardenal Pell
Durante aquellos angustiosos momentos en que Vincent estaba clínicamente muerto, sus padres recurrieron a su fe. Si bien clamaron a Dios por la vida de su hijo, también invocaron específicamente la intercesión del cardenal George Pell, pidiendo su ayuda desde el cielo
Esta petición no fue casual: la familia había conocido personalmente al cardenal Pell poco más de un año antes.
En diciembre de 2021, Pell visitó Phoenix para presentar su libro Diario en prisión (una obra en tres volúmenes donde relató sus experiencias espirituales durante su tiempo en la cárcel) y para celebrar una Misa Blanca para profesionales de la salud
En aquella visita, los padres de Vincent tuvieron la oportunidad de saludar al cardenal australiano, estableciendo un recuerdo y una conexión especial. Cuando ocurrió el accidente de su hijo, esa conexión se transformó en oración ferviente: aferrados a la esperanza, pidieron la intervención de Pell ante Dios.
El tío de Vincent, que es sacerdote católico, reforzó esta cadena de fe: se comunicó con el padre Joseph Hamilton, quien fuera secretario personal de Pell en Roma, solicitándole oraciones por el niño durante su delicada hospitalización
El Padre Hamilton se unió a las súplicas, elevando plegarias a su antiguo mentor. Tras la recuperación asombrosa de Vincent, el propio Padre Hamilton declaró creer firmemente que George Pell había intercedido por la vida del niño, atribuyendo a esa intercesión el desenlace feliz del caso.
Reacción médica y ecos hacia una posible beatificación
Los profesionales de la salud que atendieron a Vincent quedaron perplejos ante su recuperación completa y rápida.
En situaciones de ahogamiento con un período tan prolongado sin oxígeno (casi una hora), el daño neurológico irreversible o la muerte son, por desgracia, el resultado esperado.
En este caso, las pruebas neurológicas y cardiopulmonares mostraron a un niño perfectamente sano, como si el episodio no hubiese dejado rastro. Un médico llegó a afirmar que tal resultado constituía “una imposibilidad científica”, reconociendo implícitamente que la ciencia no encontraba explicación para la ausencia total de lesiones
Estas reacciones han dado a la familia y a la comunidad creyente razones para hablar abiertamente de un milagro.
La noticia trascendió rápidamente de Phoenix a Australia. A finales de marzo de 2025, Monseñor Anthony Fisher, Arzobispo de Sydney, compartió públicamente el caso durante un evento en Campion College (cercano a Parramatta, Australia) en el que se presentaba una nueva biografía de George Pell
Monseñor Fisher relató los hechos destacando que los propios médicos calificaban la recuperación como milagrosa, y no dudó en atribuirla a la intercesión del cardenal Pell.
Sus palabras tuvieron amplia repercusión mediática y eclesial, generando interés en torno a Pell no solo como figura histórica de la Iglesia, sino también como posible intercesor desde el cielo.
Este tipo de acontecimiento toca directamente el tema de la beatificación. En la Iglesia Católica, para proclamar «beato» a un fiel fallecido (último paso antes de la canonización o declaración de santidad), normalmente se requiere la verificación de un milagro atribuido a su intercesión ocurrido después de su muerte.
La Santa Sede suele esperar al menos cinco años tras el fallecimiento de una persona para abrir una causa de beatificación, y un proceso de este tipo puede prolongarse por años o décadas
De iniciarse eventualmente la causa de George Pell, un caso como el de la curación de Vincent podría presentarse ante las autoridades eclesiásticas como el milagro necesario. Sin embargo, la Iglesia es muy rigurosa al evaluar estos fenómenos: somete los casos a peritajes médicos exhaustivos para descartar cualquier explicación natural o científica antes de reconocer oficialmente un milagro
En el caso de Vincent, aunque aún es pronto para decisiones formales, muchos en la comunidad católica ya lo interpretan como un signo providencial que podría allanar el camino para honrar la memoria de Pell en los altares.
George Pell: logros, pruebas y legado de un hombre de fe
Nacido en 1941 en Ballarat (Australia), George Pell sintió desde joven la llamada al sacerdocio, tras una juventud en la que incluso destacó como deportista. Fue ordenado sacerdote en 1966, obtuvo un doctorado en historia eclesiástica por la Universidad de Oxford y pronto comenzó a ocupar cargos de responsabilidad dentro de la Iglesia australiana. En 1987 fue nombrado obispo auxiliar de Melbourne, y en 1996 llegó a ser arzobispo de esa misma sede
Su liderazgo continuó en 2001 con su nombramiento como arzobispo de Sydney, la diócesis más importante de Australia
Dos años después, en 2003, el papa Juan Pablo II lo creó cardenal, reconociendo así su servicio y compromiso con la Iglesia.
A lo largo de su ministerio, Pell se ganó fama de pastor firme y directo. Defendió con valentía las enseñanzas tradicionales de la Iglesia en temas a veces polémicos y se esforzó por explicar la fe con claridad, incluso cuando sus mensajes resultaban impopulares en ciertos ámbitos
Como anfitrión de la Jornada Mundial de la Juventud 2008 en Sídney, recibió a cientos de miles de jóvenes y al papa Benedicto XVI, mostrando su capacidad de convocatoria y su deseo de acercar el Evangelio a las nuevas generaciones.
Más adelante, su trayectoria tomó un cariz más universal: en 2013 el papa Francisco lo incluyó entre los selectos miembros del Consejo de Cardenales (el grupo asesor creado para la reforma de la Curia romana) y en 2014 lo nombró primer prefecto de la Secretaría de Economía del Vaticano, con la misión de instaurar mayor transparencia y disciplina financiera en la Santa Sede
Desde ese puesto de alta responsabilidad, Pell inició importantes reformas en la gestión económica vaticana. El mismo papa Francisco, tiempo después, reconocería que Pell trazó el «esbozo de cómo podíamos avanzar» en dicha reforma y afirmó sobre él: «Es un gran hombre y le debemos mucho«
Prueba de la cárcel y reivindicación
En medio de estos logros, la vida de George Pell dio un vuelco dramático a causa de acusaciones de abuso sexual infantil referidas a supuestos hechos de la década de 1990, cuando era arzobispo de Melbourne. En 2017, Pell regresó a Australia para hacer frente a los cargos ante la justicia ordinaria, con el consentimiento del papa Francisco que le otorgó licencia de sus labores en el Vaticano
El proceso judicial fue largo y altamente publicitado. En diciembre de 2018, un jurado lo declaró culpable en primera instancia, y en marzo de 2019 el cardenal fue condenado a seis años de prisión
George Pell siempre mantuvo su inocencia, calificando las acusaciones de falsas e insinuando que sufría una gran injusticia. Tras apelar sin éxito ante un tribunal estatal, finalmente llevó su causa al Tribunal Superior de Australia (la máxima corte del país).
En abril de 2020, dicho tribunal, por unanimidad de sus siete jueces, anuló la condena y exoneró completamente a George Pell, al considerar que las pruebas presentadas no permitían alcanzar el umbral de culpabilidad más allá de toda duda razonable
Después de pasar 13 meses en prisión (404 días en confinamiento, varios de ellos en aislamiento), George Pell recuperó la libertad y su buen nombre.
La sentencia absolutoria fue recibida con satisfacción por la Santa Sede, que en un comunicado destacó su respeto por la justicia australiana y la importancia del veredicto que restauraba la reputación del cardenal
Durante su encierro en cárceles de máxima seguridad, George Pell vivió una prueba espiritual de gran calado. Decidió llevar un diario, plasmando en escritos cotidianos sus experiencias, oraciones y reflexiones entre febrero de 2019 y julio de 2019. Estos escritos se publicaron posteriormente como el “Diario de una prisión” (Prison Journal), ofreciendo un testimonio único de fe bajo persecución.
En sus páginas, George Pell describió cómo la oración diaria y la Eucaristía lo sostuvieron en la soledad de la celda
Relató también sus encuentros con otros presos y las miles de cartas de apoyo que recibió de fieles de todo el mundo, las cuales fueron para él un gran consuelo
El cardenal afirmó que escribir le sirvió de terapia y que esperaba que su diario pudiera ayudar a otras personas en dificultades similares
En entrevistas posteriores, George Pell confesó que perdonó a sus acusadores cada día desde la cárcel y rezó por ellos, reconociendo que no fue un proceso fácil pero sí necesario para mantener la paz interior.
«La fe y la oración han sido fundamentales, me ayudaron a cambiar completamente la perspectiva durante esos días de detención,» llegó a decir, subrayando que siempre creyó que «Dios estaba detrás de todo lo que me ocurría«
Gracias a esa fe profunda, Pell pudo sobrellevar la humillación de la prisión sin amargura: «soportó todo con gracia y buena voluntad, y nos dio a todos un ejemplo de cómo aceptar el sufrimiento con dignidad y paz»
De hecho, tras recuperar la libertad, manifestó públicamente no guardar rencor y perdonó a quien lo acusó falsamente, expresando incluso compasión por esa persona a la que consideró «confundida» y marcada por el sufrimiento
Fallecimiento y legado espiritual
Después de su absolución, el cardenal Pell regresó a Roma en septiembre de 2020 y retomó en parte su labor eclesial, aunque ya no en puestos de gobierno. En sus últimos años, continuó escribiendo y participando en eventos de la Iglesia. El 10 de enero de 2023, Pell falleció repentinamente en Roma a los 81 años, víctima de un paro cardíaco tras una operación de cadera de rutina
Su muerte causó impacto en la Iglesia australiana y mundial. Numerosos líderes religiosos expresaron sus condolencias destacando su ejemplo de fe.
El Arzobispo Timothy Costelloe, presidente de la Conferencia Episcopal de Australia, señaló que el cardenal Pell proporcionó «un liderazgo firme y claro» como arzobispo de Melbourne y Sydney durante décadas, y aseguró que «el impacto del Cardenal Pell en la vida de la Iglesia en Australia y en todo el mundo seguirá sintiéndose durante muchos años»
Por su parte, Mons. Anthony Fisher (Arzobispo de Sydney, sucesor de Pell) lo describió como «un excelente sacerdote, una buena alma cristiana«. Destacó que el lema episcopal de George Pell fue «No tengan miedo» y que «en los días buenos y en los malos, se aferró a estas palabras como un hombre valiente, con gran corazón, que confiaba en la providencia divina»
La vida del cardenal George Pell estuvo llena de luces y sombras, de grandes responsabilidades eclesiales y de pruebas personales extremas. Sus logros dentro de la Iglesia Católica –desde liderar diócesis importantes y reformar las finanzas vaticanas, hasta inspirar a miles de fieles con su testimonio– son parte de su legado institucional.
Pero quizá su legado más perdurable resida en el plano humano y espiritual: en la fortaleza de su fe ante la adversidad, en su capacidad de perdón y en la esperanza cristiana que supo infundir incluso en medio del dolor.
Hoy, muchos de sus allegados y fieles lo recuerdan no solo como un líder, sino como un hombre de Dios cuya influencia continúa.
La historia de la recuperación milagrosa de Vincent en Phoenix ha aportado un nuevo capítulo a ese legado, alimentando la devoción popular y la creencia de que el cardenal Pell, desde la vida eterna, sigue intercediendo con amor por quienes lo invocan.
Solo el tiempo y el riguroso discernimiento de la Iglesia dirán si este milagro será reconocido oficialmente en un proceso de beatificación; entretanto, para la familia de Vincent y para muchos creyentes, la extraordinaria salvación de este niño ya es un testimonio palpable de fe y esperanza vinculado a la memoria del cardenal George Pell.
Solo el tiempo y el riguroso discernimiento de la Iglesia dirán si este milagro será reconocido oficialmente en un proceso de beatificación Compartir en X