Son muchos los que recuerdan a sus abuelos recitando poesías durante las sobremesas o relatando entre hermanos adivinanzas, rimas y juegos de palabras, mientras se disfrutaba de la merienda. Por no hablar de las reglas mnemotécnicas en las aulas, para estudiar la geografía, las capitales o incluso para recitar al profesor fragmentos de grandes libros de la literatura española.
La memorización ha sido una herramienta central en la educación a lo largo de la historia y ha acompañado durante siglos a la educación dentro de la familia y fuera, en la escuela, formando así una base sólida de virtudes y conocimientos.
Sin embargo, en las últimas décadas, este enfoque ha sido sustituido por métodos de enseñanza que priorizan la comprensión, la manipulación y la creatividad, relegando la memorización a un segundo plano.
Aunque la intención de estos nuevos enfoques es válida, la drástica disminución del uso de la memoria en la educación ha desembocado en otorgar un exceso de confianza a ciertas técnicas que proclaman ser por ellas mismas suficientes.
Ambas opciones (la memorización exclusiva y el prescindir de ella) han demostrado ser reduccionistas e insuficientes. Como muestran diversos estudios la memorización sigue siendo una capacidad esencial para el aprendizaje, y su abandono ha sido precipitado.
La memoria como proceso integral de conocimiento
La memoria no es simplemente una capacidad de recordar información, sino un proceso intrincado en el que el cerebro forma y consolida experiencias y con el cual la persona forja una serie de virtudes.
A nivel biológico, el aprendizaje y la memorización están entrelazados en un ciclo constante. Cuando aprendemos algo nuevo, se desencadenan procesos moleculares que alteran nuestras conexiones neuronales. Estas modificaciones pueden ser permanentes, lo que nos permite acceder a la información en cualquier momento.
En este sentido, memorizar no es sólo retener datos, sino también modificar la estructura física de nuestro cerebro. Este proceso, que ocurre desde la infancia, moldea nuestra capacidad para adquirir conocimientos y desarrollar habilidades a lo largo de toda la vida. Por no hablar de la riqueza cultural que se adquiere mediante la memorización de ciertos conocimientos.
Uno de los mecanismos más eficaces para consolidar la memoria es la repetición. Aunque algunos argumentan que repetir información sin comprensión puede ser monótono y contraproducente, la repetición bien estructurada tiene una base neurobiológica sólida.
No se trata de repetir por repetir. La repetición debe ir acompañada de reflexión, interiorización y ajuste, lo que permite corregir errores y mejorar la comprensión y el entendimiento.
Además, en el arte de la memorización, equivocarse no es un fracaso, sino parte integral del proceso de aprendizaje y una forma natural de educar la constancia, la humildad y la paciencia.
Hoy en día, se ha demostrado, que la repetición también puede ser flexible. En lugar de memorizar de manera mecánica, es posible usar la comparación y el contraste como herramientas para adquirir conocimientos más complejos. Esta estrategia no solo mejora la capacidad de recordar, sino que también fomenta una comprensión más profunda de los conceptos, lo que resulta crucial en las nuevas vías de la educación actual.
¿Por qué hemos dejado de memorizar?
En las últimas décadas, la enseñanza ha priorizado habilidades como la creatividad, la resolución de problemas y el trabajo en equipo. Si bien estas capacidades son esenciales, la idea de que la memorización es antitética a la comprensión es un error.
Lejos de ser excluyente, la memorización facilita y complementa la comprensión. Las facultades mentales, como la memoria, la lógica y la creatividad, están interrelacionadas y se refuerzan mutuamente. Negar una de estas capacidades limita el desarrollo pleno de las demás.
Por ello, en materia de educación, la memorización no puede ser descartada como si fuera una técnica arcaica o innecesaria. Pues nos proporciona ante todo, disciplina mental.
Se ha demostrado científicamente la eficacia de los métodos antiguos de memorización, un ejemplo de ello es «la técnica de los Loci» o «Palacio de la memoria».
El famoso orador romano Cicerón ya empleaba aún sin saberlo esta técnica, dividía sus discursos en diferentes partes y las asociaba a lugares conocidos, como los pilares de un edificio o las habitaciones de una casa. Al caminar mentalmente por esos lugares, podía recordar con precisión cada punto de su discurso. Se ha demostrado que esta técnica no solo mejora la retención de información, sino que también reduce la ansiedad, ya que crea un entorno familiar y seguro para el orador. Se ha demostrado que el cerebro humano procesa y retiene mejor las imágenes visuales que los conceptos abstractos.
Diversos estudios y especialistas han respaldado el uso del «método de Loci» como una herramienta eficaz para mejorar la memoria y retener datos específicos de distintas áreas, según un artículo de VeryWellHealth revisado por el neurólogo Nicholas R. Metrus.
Asimismo, un estudio publicado en la revista “Neuron” reveló que las técnicas mnemotécnicas no solo favorecen la creación de nuevas redes neuronales, sino que también refuerzan las ya existentes. Esto ocurre debido a la reorganización de la red funcional cerebral, lo que permite optimizar tanto la retención como el procesamiento de información.
Memorizar en solitario o acompañado por tus coetáneos en aula o memorizar y recitar en familia, es la forma por excelencia de conectar cabeza y corazón.
Es el espacio donde se aúnan la capacidad de asombro, el conocimiento de uno mismo y la percepción de la realidad.
Hoy, hemos olvidado esta faceta más poética y humana de la memorización pero sigue existiendo un bien y una virtud oculta en el arte y gusto de memorizar. De este modo, la memorización como aproximación a la realidad, puede ayudarnos a surfear dignamente la ola de la modernidad.
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Un artículo cuyo muy interesante. Un saludo