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Macron, el arquitecto de la muerte

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En un mundo que se debate entre la vida y la muerte, Emmanuel Macron ha emergido como el principal adalid de la cultura de la muerte. Su última cruzada contra la vida misma se manifiesta en su empeño por institucionalizar el asesinato de los no nacidos y, ahora, facilitar la eutanasia en Francia.

La eliminación de los más vulnerables.

Con una insensibilidad escalofriante, Macron proclama que la mejor manera de enfrentar la muerte es provocarla y acelerarla. ¿Qué atrocidad moral es esta? ¿Cómo puede un líder elegido por el pueblo abogar por la eliminación de los más vulnerables de nuestra sociedad?

Bajo el disfraz de una ley de «muerte asistida», Macron pretende legalizar el suicidio y la eutanasia. Esto implica proporcionar a los individuos una sustancia letal que pueden administrarse a sí mismos o solicitar que sea administrada por personal médico. ¿Qué tipo de sociedad permite que el Estado se convierta en el verdugo de sus ciudadanos más necesitados de cuidado y compasión?

Se nos dice que esta ley es un acto de «fraternidad», una amalgama de autonomía individual y solidaridad nacional. ¿No será más bien un insulto a la verdadera fraternidad? La verdadera fraternidad consiste en defender la vida en todas sus etapas, no en promover la cultura de la muerte maquillada de compasión.

La falacia de la pendiente resbaladiza.

Según Macron, la eutanasia será legal para adultos con una «condición grave e incurable» que amenaza su vida a corto o mediano plazo y que sufren un dolor insoportable. Nuevamente la trampa de la falacia de la pendiente resbaladiza. Sin embargo, ¿Quiénes somos nosotros para decidir quién merece vivir y quién merece morir? ¿Dónde está el respeto por la sacralidad de la vida humana? 

Las promesas vacías de Macron sobre la mejora de los cuidados paliativos son una cortina de humo para encubrir su agenda mortal. La falta actual de cuidados paliativos no justifica el asesinato legalizado. En lugar de abordar de frente las verdaderas necesidades de los enfermos, Macron elige el camino fácil: la muerte.

Las críticas de Mons. Moulins-Beaufort y Yan Baly son un eco de la voz de la conciencia moral. Denuncian con valentía la hipocresía que hay detrás de esta ley de la muerte. Mons. Moulins-Beaufort acierta al afirmar que esta ley no conducirá a más vida, sino a la muerte como solución a la vida. Yan Baly es contundente al afirmar que con Macron, la República francesa ha muerto. En lugar de proteger a los más vulnerables, Macron ha optado por ser su verdugo.

Macron proclama que la mejor manera de enfrentar la muerte es provocarla y acelerarla. ¿Qué atrocidad moral es esta? ¿Cómo puede un líder elegido por el pueblo abogar por la eliminación de los más vulnerables de nuestra sociedad? Share on X

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