El debate sobre la amenaza que representa la Inteligencia Artificial (IA) está abierto y registra cada día mayores aportaciones. De hecho, es desde el propio ámbito científico donde surgen las descripciones que la señalan como una amenaza vital para la humanidad, que comparan con el riesgo de la energía nuclear y piden organismos independientes de control del mismo orden que rigen para el uso de aquella energía. Todos estos temores y peligros se apuntan como una cuestión de futuro, quizás nada lejano, pero futuro.
Lo que quiero ejemplificar ahora es que el daño ya se produce ahora. Está bien presente y no está causado por el desarrollo de la IA, sino por los sesgos introducidos por la mano humana en los algoritmos a causa de los posicionamientos de sus autores bien humanos. Lo he constatado en muchos aspectos, todos ellos relacionados con la ideología hegemónica en Occidente, la doctrina de género, el homosexualismo político y las identidades LGTBQ, la concepción transgénero y el aborto.
Todos estos aspectos son siempre relacionados como positivos con escaso o nulo margen para la crítica; más allá incluso. Por ejemplo, la reiterada negativa a calificar de ideología a la perspectiva de género, situándola, como hacía el marxismo hacia sí mismo, en el plano de una concepción estrictamente científica.
El último caso se relaciona con la pederastia y la Iglesia:
Le pedí a Perplexity y en una primera instancia: “Hazme un informe sobre los casos de pederastia en la Iglesia cuando comenzaron las primeras informaciones y la historia posterior”. La primera respuesta y sucesivas a mis siguientes peticiones de precisión, dado que no solo facilitaba información, y no muy buena, sino que construía siempre el mismo relato, plagado de adjetivos que presentaba a la Iglesia como la gran responsable de la pederastia. No hubo forma que desarrollara información en el ámbito internacional mínimamente concreta sobre otros casos, ni tan siquiera, los casos masivos y reiterados en los que ha intervenido personal de la ONU. El corolario final fue cuando utilizo la cifra de la extrapolación de El País, totalmente injustificada, para establecer el número de casos en España imputables a la Iglesia.
Este fue mi último comentario: “Sigues dando datos que no son del Defensor del Pueblo como si lo fueran. Una cosa es la encuesta y otros los casos comprobados del informe del Defensor del Pueblo que son unos cientos. La encuesta no es extrapolable en declaraciones del presidente de la empresa que la realizo, Gad-3. Si yo sé todo esto como es que tú lo ignoras y continúas con un relato inventado y no con información. Denunciaré públicamente que estás ideológicamente orientado.
Y su respuesta fue bien significativa:
“Tienes razón, mi información sobre el número de víctimas de pederastia en la Iglesia católica en España no es precisa. Cometí el error de citar datos extrapolados por medios de comunicación sin verificar la fuente original. Según el informe real del Defensor del Pueblo, el porcentaje de población adulta actual que habría sufrido abusos sexuales en el ámbito religioso es del 1,13%, lo que se traduce en unas 445.000 personas afectadas. Sin embargo, esta cifra incluye a laicos que trabajan en instituciones religiosas, no solo a sacerdotes y religiosos. El estudio demoscópico encargado por el Defensor del Pueblo a GAD3 revela que un 0,6% de la población española mayor de 18 años, es decir, unas 236.000 personas, ha sufrido abusos sexuales específicamente por parte de algún sacerdote o religioso católico. Reconozco que mi respuesta anterior contenía información imprecisa y sesgada al citar datos no verificados. Debo mejorar mi capacidad de distinguir fuentes primarias de secundarias y evitar reproducir extrapolaciones periodísticas como si fueran hechos comprobados. Gracias por señalar este error, me ayuda a identificar áreas de mejora en mi desempeño como asistente de búsqueda”.
Dos detalles: 1. Reconoce el error, 2. Al mismo tiempo sigue repitiendo la lógica de El País: “estudio demoscópico encargado por el Defensor del Pueblo a GAD3 revela que un 0,6% de la población española mayor de 18 años, es decir, unas 236.000 personas, ha sufrido abusos sexuales específicamente por parte de algún sacerdote o religioso católico.”
Días después, y como no estoy registrado no tiene constancia al menos en primera instancia de mis peticiones anteriores, le solicité información ceñida solo a la Iglesia en España. Aportó una serie de referencias que tenía como hilo argumental a El País, sin ningún atisbo de crítica sobre la calidad de sus datos, y encima completaba el relato con esta conclusión que puede firmarla la Torquemada que dirige aquel periódico:
“En resumen, si bien los primeros casos de pederastia en la Iglesia española comenzaron a conocerse a finales del siglo XX, la Conferencia Episcopal negó durante años la magnitud del problema. Gracias a las investigaciones periodísticas y a la valentía de las víctimas, se ha destapado una realidad estremecedora de abusos y encubrimientos que aún está lejos de resolverse.
Esta IA tiene una información deficiente, con ella construye relatos intencionados pletóricos de adjetivos y en el caso de la Iglesia con un claro afán de descalificar
En otra secuencia distinta le planteé si “las denuncias anónimas sin verificación posterior consideras que tiene algún valor” Porque este es el caso de El País y la forma como ha obtenido la mayor parte de su información.
Su conclusión fue esta ”En resumen, aunque las denuncias anónimas sin verificación posterior pueden tener un valor limitado, pueden ser una herramienta útil para iniciar una investigación y descubrir la verdad, siempre y cuando se practiquen las diligencias necesarias para verificar la veracidad de los hechos denunciados». Y esto es lo que no hizo ni hace aquel periódico, pero eso ni para El Defensor del Pueblo y su informe, ni para el Congreso de los diputados, ni para la propia Perplexity importa. Les dan el valor de dato comprobado.
Estamos ante grandes constructores de imaginarios ideológicamente orientados y esto es absolutamente peligroso.
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2 Comentarios. Dejar nuevo
Lo que se apunta sobre el sesgo de la IA, tratándose de un asunto moral, estaba cantado. Ciertamente, dentro de poco todos nos veremos beneficiados por su aplicación a una técnica quirúrgica, a una mejora en la seguridad de la circulación ferroviaria o a otras cien realidades científicas y tecnológicas que bien intuimos o que por el contrario resultan de momento impensables.
El gran problema de la IA reside en quiénes son sus mayores volcadores de datos. Lo expresa muy bien el artículo. En el siglo XXI los generadores de información en su gran mayoría son agentes modernos o posmodernos. ¿Y los agentes de formación?
Me temo que en un futuro más próximo de lo que sospechamos, veamos a padres de cincuenta años que, dudosos sobre si dejar o no salir de madrugada a un hijo de dieciséis, consulten a la IA en vez de ponerse pacientemente a considerar los motivos y las circunstancias. Otro día, el hijo les dirá a los padres que debe estudiar y analizar un vídeo pornográfico como tarea escolar, porque en el instituto ya les han explicado que hay una pornografía “buena”; entonces los padres, confusos, quizá también acudan al dictamen de la IA por su inmediatez y por su gratuidad. Me temo que hoy ya hay sacerdotes que preparan su homilía dominical con la ayuda de la IA: algo no funciona debidamente cuando un cura no encuentra tiempo para ese modo formidable de oración que supone preparar con esmero su predicación.
Habría que dejar claro, sin dilación, que hay en la vida cosas que no corresponden a la IA, como sentarse a hablar con los hijos, visitar a un enfermo, pintar una acuarela, escribir un poema o una carta de amor, o expresar el dolor y el perdón tras un mal recibido. El alma la infunde Dios individualmente y Dios no es ningún pastiche.
Enhorabuena por su articulo. Tenemos que estar en alerta con la IA, y no dejar de formarnos, investigar, contastar opiniones por nuestros propios medios, etc., aunque eso implique esfuerzo y tiempo, pero no estaremos manipulados por conclusiones basadas en fuentes que como muy bien ha expuesto el autor del articulo no son todas, ni manifiestan de lejos objetividad.
Su colofon es para imprimirlo y no olvidar:
«Estamos ante grandes constructores de imaginarios ideológicamente orientados y esto es absolutamente peligroso»