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Los derechos a la vida y a la salud no deben relativizarse

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En una entrevista en el programa Plan País de la Televisión Nacional (https://www.portaltnu.com.uy/video.php?vid=5891) el candidato nacionalista a la presidencia de la República en las próximas elecciones nacionales de octubre de 2019, Luis Lacalle, opinó sobre la “agenda de derechos” y aclaró que es contrario al aborto pero que no modificará la ley. Sin embargo, señaló que debería haber políticas para proteger la vida: “Que los hijos no queridos tengan la posibilidad de nacer porque hay muchos padres que no lo pueden ser que están esperando recibir un hijo”. “Uno puede trabajar fuertemente en nacimientos y que esos niños que no son queridos tengan la posibilidad de vivir en otra familia que sí los quiere”, agregó.

Empecemos por lo positivo. Es muy bueno que el candidato que tiene más chances de ganar la presidencia de Uruguay en el balotaje de noviembre de 2019 exprese que “es contrario al aborto” pero a continuación agregó “que no modificaría la ley”. Y allí radica el problema porque la norma que legalizó el aborto en Uruguay, sancionada en 2013, no sólo viola el derecho humano a la vida del concebido no nacido a desarrollarse y nacer, sino que es regulado desde la perspectiva de la ideología de género que gobierna toda la ley, al igual que la ley trans recientemente sometida a referéndum derogatorio.

Lo negativo es que lo declarado constituye una clara contradicción, porque estar a favor de la protección del derecho a la vida pero a la vez no querer tocar la ley que viola flagrantemente ese derecho, son dos conceptos no conciliables. Porque supone reconocer en los hechos que existe un “derecho” al aborto que en realidad no es tal, como sostienen los grupos LGBTIQ cuando lo incluyen en la “agenda de derechos”.

Asimismo, el candidato tampoco se adhirió, como ciudadano, al recurso de referéndum derogatorio contra la ley trans, y no piensa derogarla si llega al gobierno, según ha expresado públicamente. Y es una ley que pone en riesgo la salud de menores que pueden hormonarse del sexo opuesto sin autorización de los padres y ello supone riesgo de trombosis y de infarto como lo ha expresado la Cátedra de Endocrinología de la estatal Facultad de Medicina. Además que viola el derecho de padres y tutores a hacer valer sus decisiones en relación a los menores hijos o pupilos y la debida laicidad estatal en una norma que claramente la viola, porque el Estado no debe sostener ninguna ideología ni credo oficial. Y la de género lo es claramente.

También es muy bueno que candidato quiera mejorar el instituto de la adopción para que los niños que nacen y no pueden ser criados por sus padres biológicos, como sería lo natural, sean entregados a padres adoptantes que buscan formar una familia.

Pero lo bueno que dijo no tapa lo que el candidato está dispuesto a no modificar y es realmente malo, como vimos.

Observamos pues, inconsistencias en el pensamiento de alguien que puede llegar a ser presidente del Uruguay, en temas tan cruciales como el de la protección del derecho a la vida y a la salud de los niños.

 

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