A través de los medios de comunicación se ha dado a conocer un caso de abusos a menores que afecta al Colegio Escolanía de Pompeia que dependía de los capuchinos. Concretamente un testigo denuncia graves y reiterados abusos de Fray José María de Vera y otras situaciones en el centro. Los hechos se sitúan entre 1950 y 1955.
El Colegio Escolanía de Pompeia estuvo abierto entre 1912 y 1970. Ofrecía educación escolar gratuita a niños y jóvenes de familias sin recursos. Algunos de los niños también formaban parte de la escolanía que cantaba en los oficios en la Iglesia de Pompeia. Fray José María de Vera (Alfonso Ramón Uribe) fue su director de 1939 a 1957. Capuchino desde 1928, murió en Barcelona en 1997.
Ante esta situación, el actual provincial de los Capuchinos de Cataluña y Baleares, Fray Eduard Rey i Puiggròs, ha mostrado en un comunicado su «condena y vergüenza por los hechos denunciados»:
«Cuando te llega una noticia de este tipo te deja helado. Aunque que se trata de un caso de hace 70 años y de una escuela que cerró hace 50 años, nos deja avergonzados y dolidos saber que un fraile había hecho cosas de esta envergadura. No queda ningún fraile vivo de los que estaban en la comunidad en ese momento que nos puedan contar una versión de los hechos desde dentro. Pero el testimonio nos presenta alguien que, desde la apariencia de un hombre religioso, había perdido el respeto por el otro»
«En la comunidad no se había transmitido ningún recuerdo de los hechos que se atribuyen a fray José María de Vera y la escuela de Pompeia. He realizado una primera consulta a los frailes que han sido provinciales antes que yo y que hoy están vivos y nadie sabía nada. Los frailes que en aquel momento tenían responsabilidades fallecieron ya hace tiempo. En ese momento fray José María de Vera, que hoy ya pasaría de los cien años, era de los jóvenes de la comunidad. Pero lo que dice la víctima que ahora ha dado su testimonio cuadra con los pocos datos de los que disponemos, sobre todo con la fecha en que fray José María de Vera dejó de ser director de la escuela. Fray José María de Vera fue trasladado a Tarragona en 1957. Este traslado nos consta, pero las deliberaciones previas o las razones del traslado no las tenemos por escrito, ni queda ninguno de los frailes que participaron en la decisión».
También plantea una llamada a posibles víctimas para escuchar su testimonio y saber la verdad de lo que pasó:
«Quisiera hacer llegar personalmente a las víctimas que queremos compartir su dolor, aunque respetamos que ellas no quieran tener un contacto con nosotros. A pesar de la distancia en el tiempo, nos comprometemos a averiguar todo lo que puede haber sucedido alrededor de este caso. Hago un llamamiento a quien tenga más información sobre Fray José María de Vera y de la escuela de Pompeia, que nos la haga llegar. Estamos abiertos y queremos saber la verdad».
El provincial de los capuchinos también remarca el compromiso actual de los frailes en la protección de la infancia que hoy participa en sus actividades educativas:
«Nosotros seguimos trabajando con niños, sobre todo en la catequesis y el tiempo libre. Nos dimos un protocolo de protección de menores aprobado en nuestro capítulo -la asamblea de los frailes- y confirmado por Roma. Desde inicios de este año, nos hemos puesto en contacto con la Fundación Vicki Bernadet para dar la máxima eficacia al protocolo con el asesoramiento de expertos externos a nosotros. Hemos dado los primeros pasos en este nuevo proceso, buscando implicar a todos lo que tratan con menores en nuestras comunidades.»
«Cuando unos padres nos confían a sus hijos, aunque sea por una hora de catequesis, lo debemos asumir como algo sagrado. Es una persona que está creciendo y que está construyendo los referentes de su vida. Si le ofrecemos un referente negativo y lo herimos, podemos herir toda su vida, todo su itinerario. Todas las personas de nuestras comunidades que están en contacto con niños, aunque sea poco tiempo, deben tener claro que es una gran responsabilidad. El solo hecho de estar con un menor nos exige construir una relación educativa que le ayude a crecer, y esta responsabilidad es sagrada».