Somos cooperadores de este mundo casi agónico que consiente guerras sin sentido por el dominio y la codicia de unos pocos; incapaces de rectificar y pedir perdón. Inoculamos resentimientos y cohibimos la afección hasta extinguirla. Tanta ofuscación, tantos sucesos luctuosos. Participamos de los inmensos horrores que se producen en el mundo, no nos paramos a pensar en las consecuencias de esas actuaciones. Emponzoñamos rencores y atenazamos la afección hasta extinguirla. Colaboramos en el ocultamiento de la justicia y la presentamos con una atenuada procacidad.
Pavoroso hundimiento del raciocinio y exaltado triunfo de lo irracional, abundan por doquier en nuestro mundo. Hay que subyugar el rencor y la venganza, en esta sociedad estremecida.
Estoy harto de abusos, corrupciones e imposiciones por dondequiera, a costa de los currantes y los más débiles. Me asquean las ideologías radicales, las purezas de sangre y humillaciones de razas, de religiones que utilizan a Dios para su conveniencia.
Me incomoda aguantar engreídos que, a pesar de sus títulos, escasean de humildad y amabilidad con los demás. Disfruto con gente que sabe de qué va esta vida, que está pendiente de su prójimo, que no se ríe de la gente por sus fallos o por su ignorancia, o incluso por su inocencia a la hora de ver este mundo.
Creo firmemente en las personas responsables, que protegen los derechos humanos y también el de otros seres vivos.
Los aduladores de sus almas, no saben palpar los corazones de tanta gente esparcida por este deambular, que necesitan caricias porque sus vidas han sido golpeadas duramente.
Los aduladores de sus almas, no saben palpar los corazones de tanta gente esparcida por este deambular, que necesitan caricias porque sus vidas han sido golpeadas duramente Share on X