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Los 6 grandes aciertos históricos de la película «Un Dios prohibido»

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"Un Dios prohibido", la reciente película de la productora "A Contracorriente" sobre los mártires de Barbastro, puede ser vista por los católicos, por la fuerza del testimonio de sangre; y por cualquier persona de bien, por la hondura del tema y los problemas morales que plantea. Además, la película tiene 7 grandes aciertos históricos.

1- El nombre: Dios sí fue prohibido

La Iglesia Católica reconoce cuatro grandes persecuciones durante el siglo XX:

– La bolchevique en Rusia, con especial crueldad de 1917 a 1922.
– La del PRI mexicano o, más concretamente en tiempos de Plutarco Elías Calles (1926-1929).
– La de la guerra civil española, sobre todo en 1936
– La persecución nazi (1933-1945).

Sólo en la primera y la tercera el nombre de Dios fue prohibido. Por eso resulta tan acertado el título de la película. Los mártires de las tres primeras persecuciones son mártires de la fe, los de la 4ª lo son de conciencia. ¿Cuál es la diferencia? Sencillamente que las tres primeras afectaron a todos los cristianos-en Rusia la mayoría ortodoxos-por el mero hecho de serlo; en la persecución nazi, en cambio, sólo murieron los cristianos "disidentes" que se opusieron al nazismo ya que la práctica de la religión no estaba prohibida (ver revista "El pensador" nº 2 página 19 "¿Qué debemos hacer cuando no se trata de martirio?").

2- Los asesinos: en España, grupos paramilitares

En la persecución bolchevique y en la nazi fueron miembros de la policía estatal -Gestapo y Cheká-, en la mexicana se ocupó de tan degradante labor el mismísimo ejército federal (como se puede ver en el caso del abogado católico San Anacleto Fernández Flores) y en la persecución española el vacío de autoridad del estado propició el dominio fáctico de grupos paramilitares. En el caso de Barbastro, como recoge "Un Dios prohibido", se trató de la FAI-CNT (Federación Anarquista Ibérica). Ésta es quizás la peculiaridad más llamativa del caso español y lo que hizo de esta persecución algo atípico y mucho más cruel, aún si cabe, que las otras tres.

3- La inactividad de las autoridades

El que haya visto la película se habrá percatado de que el papel de los militares es lastimoso y la Guardia Civil aparece en algunos fotogramas sin otra ocupación que hacer de "observadores". Sencillamente, una banda armada de carácter político se hizo con la situación sin control alguno y desencadenaron el terror sin que el estado supiera o pudiera controlarlos. La responsabilidad de los crímenes, por lo tanto, es tema a debatir.

4- Una fe coral, un protagonista colectivo

La sinfonía coral, sin una sola salida de tono, que protagonizan el obispo, los sacerdotes y los seminaristas, invita a la reflexión. El número hace que sea aún más sorprendente: un obispo, nueve sacerdotes, 12 hermanos y 39 seminaristas claretianos. Todos aquellos que piensan que la iglesia preconciliar había perdido el espíritu y estaba adormecida deberían reflexionar sobre estos datos. Si la Iglesia estaba tan anticuada y falta de Espíritu ¿quién sostuvo a estos jóvenes seminaristas ante la muerte?

Los mismos milicianos, que no estaban para psicologías, podrían haberse dado cuenta de que, al menos, algo extraño había en un obispo, que a sus ojos representaba el poder de la Iglesia, y 39 seminaristas inocentes como palomas que sostenían la misma fe, hablaban con una sola voz y morían perdonando. La estampa que protagonizan nos retrotrae a las persecuciones de Nerón o Diocleciano trazando una línea continua entre los primeros mártires y estos. Los anticlericales de hoy también podrían preguntarse: ¿Cómo explican que un obispo arquetípico: obeso, de mediana edad y anticuado para los parámetros actuales diera un testimonio de valor tan grande ante una muerte tan cruel?

5 – El beato Ceferino, un hombre muy real

La solitaria figura del único seglar que se ve en la película: el beato Ceferino Giménez Malla, "El Pelé". Como él mismo dice a su hija su condición de gitano le situaba au-dessus de la mêlée: "Hija, no tengas miedo, los gitanos no contamos ni para bien ni para mal". Y así habría sido si no hubiera dado un paso adelante para dar testimonio. El Pelé es el arquetipo del justo bíblico, del hombre cabal y del santo cristiano.

Tampoco los anarquistas que decían combatir en nombre de la libertad supieron verla encarnada en el humilde gitano que tenían delante. La Gracia de Dios y el libre albedrío actúan conjuntamente en este hombre analfabeto pero de una grandeza singular. No quebrantaron su conciencia y El Pelé, paradójicamente, es el paradigma de la libertad y no sus ejecutores que la tenían por consigna. Quien ame la libertad se preguntará dónde estaba ésta: ¿en los libertarios tan pendientes de las órdenes de Durruti o en el gitano que defendió sus principios sin que nadie se lo ordenara?

6 – El anarquista con conciencia

Hay en la película una figura, la del jefe de los anarquistas de Barbastro, que no sé si es histórica o un recurso del director de la película para paliar el salvajismo de los demás presentado por lo menos a uno que tenía conciencia y distinguía el bien del mal. Aún así, queda muy lejos de lo que hizo el también anarquista Melchor Rodríguez García, conocido como "El Ángel Rojo" que no se limitó a distinguir entre el bien y el mal sino que actuó en conciencia.

La película logra suscitar sus preguntas, precisamente, a través de estos aciertos históricos.

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