Al margen de sus preferencias sobre el aborto, hágase la siguiente reflexión.
Imagine un escenario en el cual la totalidad de las mujeres no hubiera abortado. El resultado sería que la población en España habría crecido en 90.000 habitantes, y su consecuencia la de que el déficit vegetativo del 2021 habría quedado reducido a casi nada, a unos pocos miles de personas.
Un déficit que se inició a escala de toda España en el 2015 y tiende a aumentar desde aquella fecha inicial de una manera acelerada. En aquel año fue de 2.753 personas, y en 2021 ya supera las 110.000. El decrecimiento es impresionante. Al mismo tiempo, y con la excepción del 2020 cuando retrocedió, la esperanza de vida sigue creciendo y supera los 83 años.
El escenario futuro señala claramente una sociedad con un número creciente de personas en edad de jubilación, una mayor proporción de mayores de 80 años, un número menor de nacimientos, sobre los cuales los abortos ya supera uno de cada cuatro (26,9%) y pronto superarán esta proporción. Esto, para utilizar una palabra en boga, no es sostenible.
Es una obviedad que a medio plazo, el escenario descrito en él, que el aborto desaparece, es improbable, pero sirve para ilustrar la reflexión sobre lo que aportaría a nuestra sociedad cada aborto menos.
Cada recién nacido no abortado significa una contribución a lo largo de su ciclo de vida económico de unos 3,5 millones de dólares de igual poder adquisitivo, con relación a la fecha de cálculo de 2019. 90.000 abortos al año significan una pérdida en términos de capital humano generacional de 315.000 millones de dólares de igual poder adquisitivo al año, algo menos de la cuarta parte del PIB de España. Cada cuatro años en estas condiciones, los abortos merman el capital humano español valorado en términos de aportación a lo largo de su ciclo de vida equivalente al PIB del 2021. Es un gran desastre económico y en el sistema público de bienestar social.
El deterioro y las tensiones actuales no son nada con las que nos esperan, si no disponemos de una mayor tasa de nacimientos.
La aportación en capital humano es mucho menor en las personas procedentes de la inmigración, por diversas razones, en gran medida vinculadas al desempeño mayoritario en tareas de baja productividad. En este sentido, la generación de capital humano nacido en España resulta insubstituible para una mejora de la renta y el mantenimiento del sistema del bienestar. Básicamente: sanidad, educación, dependencia y pensiones. El deterioro y las tensiones actuales no son nada con las que nos esperan, si no disponemos de una mayor tasa de nacimientos.
El problema se acentúa si observamos el futuro a través de las cuentas generacionales, aquellas que miden lo que aporta cada persona en términos de renta fiscal, y lo que recibe en aportaciones del estado. Este tiene una deuda contraída con las actuales personas ocupadas muy elevada, primero en pensiones y después en sanidad y dependencia, que será insatisfecha, si va creciendo el capital humano por la vía de la inmigración, mientras se va reduciendo el saldo vegetativo porque mueren muchas más personas de las que nacen.
La primera conclusión es evidente: reducir los abortos para favorecer los nacimientos es una necesidad de toda la comunidad, es un bien común.
El aborto no es un hiperbien; empezaron calificándolo de mal menor, es necesario recordarlo. Por consiguiente, ha de estar sujeto a los límites que determinan otros bienes. El bien común es uno de ellos y muy decisivo.
Hay otro que atañe a la mujer que aborta.
Es un criterio ampliamente aceptado que quien aborta no lo hace de buen grado -aunque un porcentaje creciente, repiten- y es el resultado de una necesidad, que ocasiona sufrimiento. Es obvio que no podemos considerar que 90.000 sufrimientos de personas al año sea un éxito; es claramente un fracaso. Por consiguiente, su reducción es también un bien personal para las propias mujeres porque reduce el daño (solo es malo para el negocio de las clínicas).
No todas las necesidades que conducen a abortar son las mismas, pero no cabe duda de que parte de ellas pueden ser resueltas si existen las políticas adecuadas, por parte del gobierno del estado y los de las comunidades autónomas.
No existen, en una medida mínima, ayudas económicas dirigidas a la mujer embarazada y a las madres; ni tan siquiera las hay dignas de tal nombre para las familias con hijos. Nada está disponible, no ya para disuadir a quien quiera abortar, sino para la mujer que sí desea tener sus hijos. Todo para el aborto, nada para la madre. Esto carece de toda racionalidad.
Ninguna política existe para corregir el hándicap profesional que se produce en el embarazo, que en determinadas actividades profesionales es perfectamente recuperable, pero en otras no. Cuando tanto se exhibe la responsabilidad de la empresa, sería necesario que uno de sus mayores compromisos fuera para con la maternidad. Por si fuera poco, hay, además, una infravaloración social, cuando no menosprecio de la maternidad, de la mujer gestante. Han convertido el aborto, que es la muerte de un ser humano, en un hiperbien y la maternidad en un acto sospechoso o mal visto.
se llega al absurdo, que igualdad es que haya tantas bomberas como bomberos, hundiendo las exigencias físicas, y no que la mujer pueda realizar su plenitud, si así lo cree, gestando a su hijo
En todo esto, tiene una gran responsabilidad la corriente principal del feminismo en defensa de la igualdad entre hombres y mujeres, pero considerando tal logro necesario, en términos de ser igual en todo a los hombres, en lugar de conseguirla profundizando en la especificidad femenina. Entonces se llega al absurdo, que igualdad es que haya tantas bomberas como bomberos, hundiendo las exigencias físicas, y no que la mujer pueda realizar su plenitud, si así lo cree, gestando a su hijo y cuidado en un primer periodo de su vida, y que la sociedad a través de los poderes públicos facilite este hecho, y le otorgue el reconocimiento de lo que es: un proceso humano necesario, insubstituible y socialmente valioso. Reducir el aborto eliminando aquellas causas de necesidad que lo estimulan es una política necesaria.
Y todo esto guarda relación con un tercer factor que debe estar presente en todo debate racional.
Se trata de la evidencia que la gestación es el proceso natural, ecológico, de dos vidas humanas, que el aborto destruye violentamente en el caso del niño, y ocasiona un trauma, un estrés postraumático, de leve a muy peligroso, en la mujer, porque se ha interrumpido por la fuerza lo que era una dinámica natural. Parece como si todo, ahora, en nuestra sociedad, debiera ser ecológico y natural, excepto en el caso de la mujer embarazada. No debemos talar árboles, ni roturar el bosque, ni cazar animales, pero abortar eso sí es positivo. Este razonamiento no se sostiene. Esta consideración nos introduce en una última cuestión. La del ser humano engendrado.
El ser humano engendrado
Se intenta argumentar que el nasciturus no es un ser humano; es decir, no pertenece a la especie humana porque solo es un montón de células que no sienten. No debería haber en nuestro tiempo demasiada discusión sobre este punto. La genética nos dice, desde un punto de vista material, cuándo existe un ser humano poseedor de la dotación genética y del desarrollo celular necesario.
Para mejor argumentarlo en términos estrictamente científicos, prefiero acudir a la Inteligencia Artificial (más bien un modelo de lenguaje dotado de capacidades estadísticas para predecir el próximo elemento de la secuencia) ChatGPT.
Estas son sus respuestas a la cuestión sobre desde cuándo se puede considerar que existe un ser humano en la gestación.
Planteado en términos generales responde: “Después de la concepción se desarrolla un embrión y luego un feto que es considerado como un ser humano en desarrollo”. ”Durante las primeras semanas de embarazo, el embrión se divide en tres capas: la capa externa, que dará origen a la placenta y al saco amniótico; la capa intermedia, que dará origen a los órganos y los tejidos del cuerpo, y la capa interna, que dará origen al sistema nervioso. A medida que el embrión continúa desarrollándose, se forman los órganos y los sistemas del cuerpo, y las características físicas y fisiológicas que se asocian con un ser humano”. “Después de aproximadamente 8 semanas de embarazo, el embrión se ha desarrollado lo suficiente como para ser considerado un feto. En estas 8 semanas, el embrión tiene aproximadamente 1,2 cm de largo y pesa alrededor de 2 gramos. En esta etapa se forman los órganos y los sistemas del cuerpo, y se adquieren las características físicas y fisiológicas que se asocian con un ser humano”.
Tendríamos así un límite material en las ocho semanas, pero esta sería una visión tomista, pre-genética, basada en la forma, pero no en su singularidad como humano.
De ahí un segundo diálogo con Chat GPT, formulado en estos términos que refieren al consenso científico sobre la existencia genética de un ser humano. Los científicos que experimentan con embriones humanos, los destruyen voluntariamente a partir de un determinado límite de días, ¿cuántos días son en este límite definido por consenso?
Y esta es la respuesta:
“En la actualidad, hay un consenso científico generalizado de que el límite ético para experimentar con embriones humanos es de 14 días. A los 14 días después de la concepción, el embrión se ha dividido en un gran número de células y ha comenzado a formar los primeros órganos y sistemas. Esto se conoce como «la línea de las 14 células» y se considera que el embrión en esta etapa ya tiene el potencial de desarrollar un sistema nervioso, por lo que se considera un límite ético para experimentar con embriones humano”.
Desde el punto de vista genético, que es el fundamento de la condición de toda especie, el ser humano existe a partir de los 14 días. A partir de aquí se destruye la existencia humana si se practica el aborto.
Y esto conduce a una consideración final. Nunca puede existir un derecho a matar a un ser humano, a dañar gravemente al bien común, a provocar sufrimiento en él.
Estas son bases para un debate racional, que no apela a lo que para nosotros es lo más importante. Somos seres creados por Dios, y a él nos debemos para nuestra mejor realización. Pero esta afirmación no pretendemos imponerla, a diferencia de quienes apelan al aborto como hiperbien.
No existen, en una medida mínima, ayudas económicas dirigidas a la mujer embarazada y a las madres; ni tan siquiera las hay dignas de tal nombre para las familias con hijos Share on X
2 Comentarios. Dejar nuevo
Para solucionar el problema demográfico es fundamental cambiar los conceptos, como bien se dice en el texto. La igualdad entre hombres y mujeres es un absurdo de las feministas, porque la Naturaleza ha hecho diferentes a ambos. La mujer es la portadora de la vida y esto el hombre no puede hacerlo. Hagamos que cada cual cumpla la misión de su naturaleza, para lo cual la gestación tiene que ser revalorizada con fuertas ayudas del Estado. El ser madre ha de dar a la mujer la independencia económica que conseguiria trabajando, si no estaremos en la dependencia económica de antaño, que nos ha llevado a esta situación por devaluación de la gestación y valorización del trabajo de la mujer fuera de la casa para ser igual al hombre. Lamentablemente no se habla del sentido del latido del feto. Es decir, ¿ el latido significa algo en la vida de un feto o lo significa en la vida de la madre? Cuando la madre percibe el latido del feto su sensibilidad maternal la hace reflexionar sobre la vida de su feto, su hijo, lo que puede hacer reducir el número de fetos. Creo que el latido no tiene significación genética o moral sobre la humanidad del feto.
Ni la semana 8, ni la 14, ni el latido fetal… Desde la concepción, desde la unión del óvulo y el espermatozoide comienza una nueva vida humana… distinta a todas las demás…
Abortar es matar, en cualquier semana