Recientemente, en Estados Unidos, titulares alarmantes han circulado en torno a las leyes pro-vida, sugiriendo que estas normas están poniendo en peligro a mujeres que sufren complicaciones en sus embarazos o que sufren abortos espontáneos.
Sin embargo, tras examinar casos recientes y la opinión de expertos, se evidencia que este tipo de reportajes, que buscan infundir temor, a menudo presentan una imagen incompleta y sesgada de la realidad.
La verdad detrás del caso de Patience Frazier
El caso de Patience Frazier, una mujer de Nevada que fue acusada de homicidio involuntario en 2018 después de intentar terminar su embarazo por sus propios medios, ha sido destacada en medios como un ejemplo de los efectos «devastadores» de las leyes pro-vida. Sin embargo, esta narrativa omite matices esenciales del caso.
Frazier, enfrentando una situación difícil y sin acceso a un centro de salud cercano, optó por métodos no médicos en un intento desesperado de abortar.
Esto ocurrió después del límite legal de 24 semanas para el aborto en Nevada, momento en el que su hijo nonato tenía probabilidades de sobrevivir fuera del útero. El abuso de sustancias y las condiciones de vida de Frazier, además de la falta de apoyo y orientación, hicieron que tomara decisiones perjudiciales tanto para ella como para su hijo, lo que culminó en un trágico desenlace.
La Dra. Ingrid Skop, obstetra con 30 años de experiencia, ha señalado que es lamentable que Frazier no recibiera apoyo de organizaciones que pudieran ayudarla a superar sus problemas y a llevar adelante el embarazo, o que le ofrecieran opciones como la adopción.
Las leyes pro-vida no están diseñadas para castigar a mujeres en situaciones vulnerables, sino para brindar protección y alternativas que valoren tanto la vida del niño como la dignidad de la madre.
El caso de Josseli Barnica
Otro caso utilizado para criticar las leyes pro-vida es el de Josseli Barnica, una mujer en Texas que falleció después de que se le negara atención médica oportuna durante una pérdida espontánea de su embarazo.
Según reportes, Barnica llegó a un hospital en Texas con una infección potencialmente fatal, pero los médicos demoraron en intervenir, supuestamente por temor a infringir la Ley del Latido Cardiaco de Texas.
Sin embargo, la Dra. Kathleen Raviele, obstetra-ginecóloga, explica que el fallecimiento de Barnica se debió más a una atención médica deficiente que a las restricciones legales.
La ley no impide que los médicos intervengan en situaciones donde la vida de la madre está en peligro; de hecho, permite la interrupción del embarazo en caso de emergencia.
La dilación en el tratamiento fue una interpretación errónea del personal médico, posiblemente motivada por la falta de orientación adecuada de las sociedades médicas, que, según Raviele y Skop, deberían haber informado con mayor precisión sobre las excepciones de la ley.
Este caso, lejos de evidenciar una falta de apoyo a la mujer por parte de la ley, revela una falla en el sistema médico para brindar la orientación necesaria a los profesionales de la salud.
La propia Corte Suprema de Texas aclaró que no es necesario esperar a que una situación se vuelva crítica para intervenir, por lo que los médicos pueden actuar de manera segura y conforme a la ley en situaciones de emergencia.
La realidad frente a la propaganda: desenmascarando el miedo infundado
Desde la anulación de Roe v. Wade, ciertos grupos han promovido una narrativa alarmista, que distorsiona los efectos de las leyes pro-vida y busca infundir miedo en las mujeres, haciéndoles creer que no recibirán la atención que necesitan en situaciones críticas.
Sin embargo, la interpretación de estas leyes en los medios es engañosa. En Estados Unidos, todas las leyes pro-vida incluyen excepciones para proteger la vida de la madre, y ningún médico ha sido procesado por brindar la atención necesaria en estas circunstancias.
A menudo, los mismos organismos profesionales y activistas que han promovido una imagen negativa de las leyes pro-vida han optado por no informar adecuadamente a los médicos sobre las disposiciones legales que les permiten actuar para proteger la vida de las pacientes. Este silencio ha generado confusión y, en algunos casos, ha llevado a retrasos en la atención médica, que luego se atribuyen erróneamente a las leyes pro-vida.