Hace ya unas décadas que, desde sectores de la izquierda, se pretende legalizar las drogas y la prostitución. Últimamente parece que esta batalla se ha reavivado en EE. UU. y algunos países europeos, como Alemania y en Colombia. Siempre se pone como ejemplo el caso de Holanda, donde el consumo de marihuana y la prostitución son legales desde hace décadas. Con ello se pretendía acabar con la delincuencia organizada y, precisamente ahora, se ha podido comprobar cómo, no sólo no ha desaparecido, sino que se ha incrementado exponencialmente, poniendo en peligro al propio estado.
Ante esa situación, en lugar de retroceder, hay organizaciones que siguen promoviendo estas campañas. Las razones son claramente económicas, pues no deja de ser un negocio. Pero también hay razones morales, porque pretenden de este modo avanzar en su acoso a la familia; promoviendo la sexualidad libre y el uso de sustancias adictivas que socavan la capacidad del individuo de decidir libremente. Promueven una sociedad basada en el hedonismo y el individualismo radical.
Sin embargo, es inútil mostrarles las estadísticas que demuestran que la legalización no soluciona el problema, sino que lo empeora a largo plazo. Tampoco importa que se demuestre que las personas que consumen drogas blandas tienen un alto riesgo de pasarse a las drogas duras. O que la prostitución no es un oficio voluntario en la gran mayoría de los casos. Es más, suele haber una relación entre ambos temas. Los que están empeñados en dinamitar nuestra sociedad utilizan todos los medios a su alcance.
Pero el silencio de los demás, por miedo a ser criticados, apartados y anatemizados, como gente anticuada, no liberal, no demócrata, enemigos de la juventud, de las mujeres (paradójicamente), extremistas religiosos y demás; es el verdadero culpable de que el mundo camine con paso firme hacia la legalización de las drogas y la prostitución. Y quién sabe qué más desatinos, porque cuando se coge un camino nunca se sabe a dónde te va a llevar.
Las razones son claramente económicas, pues no deja de ser un negocio. Pero también hay razones morales Share on X