Hasta el 14 de Septiembre está abierta en el CaixaForum de Barcelona una exposición sobre "Las Reducciones Jesuitas del Paraguay". La entrada es gratuita, está abierto de 10 a 20 h. en la sede de Av. Francesc Ferrer i Guardia 6-8 (cerca de plaza de España).
El valor cultural y religioso de la iniciativa es grandísimo. Las "Reducciones" (que hoy traduciríamos mejor con "comunidades"), fueron el conjunto de asentamientos de indios guaraníes creados en el siglo XVII por misionarios jesuitas en la región de la Paracuaya (mucho más grande del actual Paraguay). Representan el resultado excepcional del esfuerzo inteligente de gente de fe, que ponía ante todo la gloria de Dios y por esto mismo miraba a sus hermanos los indios de una forma más verdadera.
Las condiciones de los indios frente a la conquista española y portuguesa eran deplorables: en un intento de protegerlos, la Corona española ordenó que quedaran reunidos en pueblos, y encomendados a una persona buena (el "benemérito") que debía protegerlos de posibles abusos y pagar por ellos el tributo. Pero estas “encomiendas” se trasformaron rápidamente en medios de opresión, cuando no de esclavitud. Los jesuitas (fundados en 1540 por Ignacio de Loyola) ya estaban en la región en 1587 y estuvieron muchos años dedicados al aprendizaje de la lengua y de las costumbres locales, antes de fundar las Reducciones (en 1609). Ante todo lograron de la Corona española el permiso de quedar libres de la "encomienda" y de poder estar lejos de las ciudades de los conquistadores, que eran ocasiones de degradación y de explotación de los guaranís.
La cultura guaraní era primitiva (no tenían lenguaje escrito), pero en su dimensión religiosa con sorprendentes coincidencias con el cristianismo: creían en un ser supremo "Tupá" que era un padre bueno, que había creado todo. Había también un espíritu malo "Aña". El hombre -Karai- creado por Tupá, era inmortal y vivía en un lugar de paz y de belleza. Pero la serpiente, el espíritu maligno de Aña, tentó al hombre, que perdió la inmortalidad y quedó expulsado. Desde entonces los guaranís son un pueblo nómada, que buscan incesantemente la "Yvy Marané’y", la "Tierra sin Mal", donde poder volver a ser de nuevo libres y felices.
Los jesuitas dirigían las Reducciones, en cuyo centro se encontraba la Iglesia y cuyas casas para los indios eran todas iguales, con solo dos sacerdotes, el padre mayor (responsable de la administración, la economía y la construcción) y el padre menor (catequesis, enfermos, servicios religiosos). El gobierno era en manos de un Cabildo, un consejo formado por los jefes guaranís (caciques). Lograron así una admirable organización, con administración de la justicia, alguaciles, encargados de velar por las buenas costumbres, policía, educadores, cementerio, etc. No existía la pena de muerte, la justicia estaba supervisada (como casi todo) por los padres, para evitar excesos. La economía era de trueque, pero las Reducciones eran autosuficientes y podían incluso vender algunos de sus productos.
Es sorprendente la capacidad de los jesuitas para aportar y aplicar los mejores conocimientos de la civilización occidental, que iban desde la arquitectura, la talla de piedra, la carpintería, la agricultura (maíz, cebadas, algodón, trigo, arroz, y hasta la hierba mate) y la ganadería, la educación, la imprenta (hicieron los primeros libros impresos del nuevo mundo), la música (construían sus instrumentos musicales y también componían), la danza y el teatro, el canto, la escultura, la pintura, la orfebrería, la medicina, la metalurgia (se hacían sus campanas en bronce), la astronomía, y un sin fin de competencias. Asimismo, es sorprendente la capacidad de aprendizaje de los indios, autores de la gran mayoría de las obras.
Los padres cuidaban que todos tuviesen un trabajo, que cada uno podía elegir según sus gustos y capacidades, pero que no podía cambiar a su capricho. Especialmente interesante la organización del trabajo, con dos formas de propiedad de la tierra: la "Ava mba’e", o sea la propiedad del indio, cuyos productos eran solo para su familia y no se podían vender; y la "Tupa mba’e", la propiedad de Dios, comunitaria, donde todos tenían que trabajar por turnos y cuyos frutos eran compartidos, para el bien común.
Desde Brasil venían las incursiones de los "paulistas", los mercaderes de esclavos, que subyugaban los indios y a menudo se los llevaban como esclavos. Frente a esta amenaza los Jesuitas primero organizaron un gran éxodo hacia el Sur (en 1631) de 12.000 guaranís que se movieron por 900 Km en medio de la selva: sobrevivieron sólo 4.000. Luego lograron del Rey de España el permiso para instruir y armar a los indios para que se pudiesen defender; y así fue que en la batalla de Mbororé, 4.000 guaranís aniquilaron una expedición de 3.000 paulistas en Marzo de 1641.
¿Por qué acabaron las Reducciones? La Compañía de Jesús se había vuelto demasiado poderosa e influyente, atraía críticas y envidias; y los reyes y gobiernos de Europa estaban cada vez más dominados por ideologías ilustradas y la masonería. Entre intereses, celos y calumnias, en 1767 España decretó la expulsión de la Compañía de los dominios de España (Portugal ya lo había hecho años antes), y el Papa los disuelve en 1773 (sólo quedaron en la Rusia ortodoxa, desde donde volvieron a empezar varios años más tarde). Triste ambigüedad de la historia, donde el bien común, la libertad de los pueblos y la justicia siempre molestan al poder, que no los puede tolerar y acaba chafándolos: y parece que la misma Iglesia a veces no se libra de esta lacra…
Lo que me parece más interesante para nosotros no es evidentemente la solución concreta, que evidentemente dependía de la situación y el contexto social, político, cultural, si no la creatividad, la inteligencia humana y espiritual de los Jesuitas: ¿Cómo pudieron con sólo dos personas por Reducción (que podía contar entre 3.000 y 5.000 personas) llevar tanta tecnología, ciencia, organización, bienestar, justicia? ¿Cómo podían ser expertos de tantas cosas (hoy hace falta el súper-especialista para casi todo…)? La única respuesta es que lo que hacían nacía de la fe, del amor a Cristo y, por ello, del amor a todos los hombres, en los que veían ante todo un hermano, a quien ayudar a alcanzar la felicidad y la verdad: el desarrollo y la promoción humana nacían de la evangelización, de la conciencia de la primacía de Dios: porqué hacían todo "Ad Maiorem Dei Gloria". Fue un ejemplo de cómo la “inteligencia de la fe” se convierte en “inteligencia de la realidad”, según expresiones de Benedicto XVI.
Las Reducciones son un ejemplo casi perfecto de evangelización y de inculturación de la fe, algunos detalles son increíbles: no solo aprendieron el guaraní, si no que fueron capaces de "crear” su forma escrita, de publicar un diccionario, un vocabulario, de imprimir libros. La educación era la prioridad de las Reducciones, todos los niños iban a la escuela gratuita (caso único en aquellos tiempos), primero para aprender todos a leer y escribir y luego para aprender un oficio. Las costumbres guaranís no eran del todo "evangélicas", por ejemplo eran antropófagos y polígamos. El primer vicio lo corrigieron bastante rápido; pero para cambiar el segundo hizo falta más tiempo y paciencia, los jesuitas fueron tan sabios de esperar dos años a entrar en el tema, hasta el momento adecuado para empezar a explicarles la moral sexual y a aplicarla, sabedores que hubieran destruido la planta recién nacida si se ponían demasiado exigentes desde el comienzo. Llegaron a preguntarle al Papa sobre qué hacer con los hombres que se habían convertido estando ya casados con varias mujeres; y el Papa con buen criterio contestó de decidir caso por caso (la Iglesia no impone su doctrina -que es verdadera– de forma abstracta y por encima del bien de las personas, si no que quiso salvar el derecho de las mujeres casadas que se hubieran visto abandonadas). Y qué ejemplo de obediencia inteligente…. ¡Cuánto nos dice en nuestros tiempos de relativismo esta sabia "ley de la gradualidad", que algunos teólogos y sabiondos de nuestro tiempo –adaptándose al relativismo imperante- a menudo quieren transformar en la "gradualidad de la ley"! Qué diferencia entre una Iglesia que busca la verdad y el bien y sirve al hombre y una iglesia cortesana, egoísta y encerrada en sí misma, que se adapta a lo que el mundo quiere escuchar… (Gracias Papa Francisco).
Os invito a visitarla, si queréis aprovechando la posibilidad de visitas guiadas los viernes por la tarde y sábado por la mañana, que permiten enriquecer la experiencia con la explicación de voluntarios que se han preparado para ello.
Es justo recordar de donde nace esta exposición: la creó el padre Aldo Trento, misionero italiano en Paraguay desde hace décadas, que ha creado varias realidades preciosas de ayuda a enfermos, abandonados, niños y mujeres abusadas, moribundos, etc… En Asunción (y que apoya y ayuda el mismo presidente de la Republica de Paraguay, enviando todos los meses su sueldo entero), para el Meeting de Rímini de 2009 (con el título: "Una vida feliz para Dios y para el Rey" (frase sacada de la carta que escribieron los guaranís de la Reducción de San Bartolomé al gobernador Bucarelli: es conmovedora).
Luego de Rímini, se adaptó a las Jornadas Mundiales de la Juventud de Madrid 2011, de aquí se ha trasformado en exposición permanente en el Castillo de Javier, donde la ha visto un dirigente de CaixaForum, que la ha querido traer a Barcelona.
Gracias a todos.