En la gastronomía conventual y solariega la presencia de las especias tiene un papel muy destacado, ya que aportan a los guisos un toque sabroso e imprescindible en muchos platos. Entre las especias más antiguas y apreciadas por nuestra cocina encontramos la pimienta, la canela y el azafrán, que pueden utilizarse en infusiones y tés, como el té chai. Esta última es una de las especias más valoradas (y cara!) en el mercado, ya que tan sólo una brizna o un pequeña cantidad de azafrán ya da un especial aroma y color a los platos de arroz, pescado o marisco. La canela es originaria de Ceilán, y tiene un sabor cálido y picante. Sirve para aromatizar los guisos de carne y, también, para potenciar el sabor de las compotas y bebidas calientes, como el café y el chocolate.
Sin embargo, la primera y más destacada de las especias, es la pimienta, que es muy aromática, ardiente y de sabor picante. El grado de maduración del grano de pimienta determina el sabor y el color de las variedades existentes. En cuanto a la pimienta blanca, se obtiene cuando el grano está maduro que, una vez secado y molido, se utiliza para condimentar la carne y el pescado (a veces, sin embargo, también se emplea sin moler). La pimienta negra se obtiene de la semilla secada antes de la maduración, y es muy aromática y picante. La pimienta verde se elabora de la semilla antes de madurar, desecada y curtida; es menos picante que la pimienta negra pero, en cambio, es mucho más aromática.
El pimentón proviene de un pimiento diferente que hacen las bayas, o grana, de un color rojo intenso y de sabor dulce y semi-picante que se utiliza para condimentar algunos embutidos, como los chorizos y la sobrasada. En la cocina catalana la pimienta tiene un lugar destacadísimo, pues desde antiguo se suele usar para salpimentar carnes y pescados, condimentar estofados y, sobre todo, forma parte del romesco y del jugo del orujo para abonar los tornillos. De las aceitunas confitadas con ajedrea y serpol, bien trituradas, y con un toque ligero de pimienta, se hace la olivada, que es una especie de salsa que se combina muy bien untada con torta de pan para acompañar, por ejemplo, una buena cazuela de pulpos con cebolla.