Nuestra sociedad viene desarrollando una serie de tendencias que no sólo dañan la felicidad personal a largo plazo porque construirán un universo de seres aislados que consumen sólo soledad en las redes sociales, sino porque dañan la economía. Es el coste de haber olvidado que la economía es una antropología.
- Destrucción y pérdida de sentido del matrimonio entendido como vínculo fuerte concebido para generar la filiación y la fraternidad y educarlas en las mejores condiciones posibles para su integración a la sociedad, a partir de la complementariedad biológica y psíquica de la pareja. La destrucción del canon familiar. El deterioro se lleva a cabo por varios vectores simultáneos:
- Equiparación a otros tipos de convivencia de vinculación débil (parejas de hecho) o fruto de la ruptura. Por lo tanto, resultado de una disfunción social (monoparentales)
- Presentación de la ruptura como un hecho positivo fruto de la elección; negación del esfuerzo; fomento, por lo tanto, del divorcio
- Legislación sobre divorcio fundamentado en el repudio (alegación tras tres meses sin causa), alejado de la tradición jurídica europea, según dictamen del Consejo General del Poder Judicial
- Matrimonio entre parejas del mismo sexo, rompiendo la protección histórica de la especificidad del matrimonio, fundamentada en la pareja de diferente sexo, necesaria para la descendencia y la complementariedad psicoafectiva para educar
- Incapacidad de paliar el feminicidio de pareja por doctrinarismo en el diagnóstico, a pesar de los costes crecientes de la nueva legislación. Introducción de una guerra de sexos en la actual legislación; asimetría jurídica hombre–mujer y rotura de la unicidad conceptual del ser humano
- Carencia de políticas de fomento y ayuda al matrimonio, a la descendencia y a las familias. España es el único país de la UE-15 que gasta menos del 1% del PIB, cuando la media se sitúa en el 2,2. Las familias con hijos soportan un “impuesto” a la sombra: el coste de los hijos, que financia la seguridad social de toda la población. Son las familias con hijos las que soportan el sistema público de pensiones, sin compensación, lo que constituye una grave injusticia
- Incapacidad y desinterés para llevar a cabo políticas que hagan compatible la vida familiar y laboral: horarios laborales que crecen, horarios de ocio comercial y TV desmesurados, y a la vez, creciente papel de las administraciones en las funciones familiares: centros de día, guarderías, más horas de apertura de escuela. Nada se hace para impulsar la convivencia familiar y mucho para su disgregación.
- Políticas economicistas fundamentadas en el hiperconsumo y a la vez los bajos salarios y la precariedad laboral que empujan al trabajo a jornada completa de los dos cónyuges, haciendo difícil la educación de la descendencia. Esta situación se ve acentuada por el debilitamiento de las relaciones de parentesco, que suplían el papel de los padres, sobre todo a cargo de los antecesores. Al producirse esta ruptura de la socialización por parte de los adultos, se rompe también la cadena intergeneracional, y la socialización se produce, sobre todo, mediante los compañeros de la misma edad. El proceso educativo se aísla del contexto social y se hace menos maduro; se prolonga la adolescencia. La dificultad de educar crece. Se hace difícil crear nuevas familias por parte de los jóvenes. Los costes de las viviendas y la desatención del poder público hacen todavía más difícil la formación de nuevos hogares.
- Tendencia a la ocupación del tiempo de los niños fuera de la relación y el entorno familiar: prolongación de los horarios escolares, actividades extraescolares. Crece el peso del entorno del ocio juvenil, y la familia deja de actuar como factor de socialización.
- Recortes e intromisión creciente de las administraciones sobre la patria potestad: píldora abortiva del “día después” entregada a menores sin conocimiento de los padres; código deontológico de los médicos estableciendo la figura del adolescente maduro que no precisa de la autorización paterna para abortar, facilidad en la denuncia de los hijos a los padres. Desprotección paterna ante la creciente violencia de los hijos.
- Ruptura del sentido de la paternidad y maternidad mediante la adopción de niños por parte de homosexuales que, según el tipo, hace desaparecer la figura del padre o la madre del imaginario del niño. Fecundación asistida sin pareja, desconocimiento del padre biológico, ni ningún límite de edad. Es una contradicción inasimilable que la letra científica alerte de las consecuencias y dificultades de la educación sin una de las dos figuras y, a la vez, la legislación facilite e institucionalice estas situaciones.
- Limitaciones crecientes al derecho de los padres a la educación de sus hijos que, de una manera imperfecta, se venía llevando a cabo. El actual modelo del concierto no garantiza de manera plena el ejercicio del derecho para no ser efectivamente gratuito. Se altera así el sujeto del derecho que pasa de los padres al Estado. Difuminación del papel de los padres en el marco escolar, cada vez más reducido a las administraciones, maestros/sindicatos-expertos. Voluntad de introducir una educación ideológica y moral desde el Estado, basada en el laicismo de la exclusión religiosa (Andalucía, Cataluña, Comunidad Valenciana…) Persecución de la escuela diferenciada.
(continuará)
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