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La prueba del algodón

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El presidente Sarkozy dijo que había que refundar el Capitalismo, pero los abusos del sistema que han sido la causa primera de la crisis actual, provienen de los responsables del poder económico actuando con codicia y buscando grandes ganancias a corto plazo. El poder político se ha visto desbordado, muy dependiente del poder financiero, y no ha sido capaz de evitar la ingeniería financiera como instrumento de la debacle económica. El Capitalismo no es un sistema moral, solamente es el medio más eficaz para crear la riqueza del país.

He citado dos veces la palabra “poder”, y es la clave de nuestros problemas como ciudadanos.

Dos cuestiones básicas deben responderse:

¿El dinero es un medio o un fin en sí mismo? ¿Los gobernantes se deben a los ciudadanos o los ciudadanos se deben a los gobernantes?

Antes de contestarlas, veamos algunos comportamientos usuales en nuestra sociedad:

  • Es aceptable y normal que se busque el máximo rendimiento del dinero ahorrado. La especulación no está mal vista. En cambio, el incremento salarial según el índice de inflación, es el objetivo buscado. (Salario real constante)
  • Los impuestos no son voluntarios (la palabra ya lo dice). Quien puede eludirlos, lo hace.
  • Ejercer poder en una entidad civil o en un grupo, causa satisfacción personal, y se tiende a su abuso.
  • Una posición económica por encima de la media, es envidiada y admirada al mismo tiempo.
  • La caridad son unos céntimos, el aperitivo unos cuantos euros.
  • Se mantiene alejados a los indigentes.

La Democracia es el gobierno de los ciudadanos. Pero, ¿Qué Democracia nos merecemos?

Somos sensibles al poder, este sentimiento proviene de la lucha ancestral por la vida, que ha marcado la evolución de la humanidad. Por este motivo, la respuesta a las dos preguntas iniciales son actualmente las segundas alternativas. No obstante, la crisis económica ha tenido de momento un efecto beneficioso: los ciudadanos hemos visto claramente que se cumplen estas alternativas, y que, en consecuencia, estamos gravemente perjudicados. Hay un sentimiento creciente de rechazo entre ellos y nosotros, los que detentan el poder y los ciudadanos. Se están produciendo múltiples actos de solidaridad y de apoyo a los más necesitados: en las familias, plataformas de apoyo a desahuciados, comedores sociales, ayudas a la gente mayor. Se comenta abiertamente que la Democracia está secuestrada y que los grupos del poder central: altos funcionarios, partidos políticos, entidades financieras, grandes empresas y medios de comunicación, tratan de perpetuarse en el poder y no actúan en bien de la población.

Así ocurre que:

  • Las medidas económicas necesarias se retardan por futuras elecciones, por interés partidista.
  • Se toman todas las medidas necesarias para proteger a ultranza a las entidades financieras
  • Las entidades financieras y grandes empresas conservan sus cuotas de beneficios.
  • La mala gestión no es castigada con la exigencia de responsabilidades
  • Ejercer la política es una profesión, se progresa apoyando al líder de turno. Las lealtades se pagan a posteriori con cargos en empresas públicas o que comparten el poder.
  • Corrupción y amiguismos generalizados. Ceses y dimisiones prácticamente inexistentes.
  • Un oligopolio con cabezas de diferente naturaleza, pero que se complementan entre sí, gobierna el país con mano de hierro.

Y en todo esto, el desempleo creciente es admitido como un mal necesario, pero no afecta a los que detentan el poder. El ciudadano que todavía conserva el empleo se está empobreciendo, y quien tiene dinero, lo incrementa.

¿Es que los ciudadanos nos podemos comportar de manera diferente? ¿Podremos cambiar la situación? Para saberlo, cada uno ha de hacerse una pregunta y contestar sinceramente:

La prueba del algodón

Si tengo la ocasión de ejercer el poder de esta oligarquía, ¿tendría yo el mismo comportamiento?

Si la respuesta es positiva, el país no tiene solución. Quizás hubiera sido la respuesta antes de padecer las consecuencias de la crisis.

Conociendo ahora la situación actual y las nulas expectativas de solución, la respuesta tiene que ser negativa, con un sentimiento de rechazo al no preocuparse por el bien de los ciudadanos. No obstante, salta la pregunta: ¿qué hacer para solucionar el futuro inmediato y a largo plazo?

La respuesta es lógica: el ciudadano tiene que mejorar para que “su” Gobierno se deba a los gobernados. La economía individual tiene que permitir que la lucha “por” la vida se convierta en lucha “para” la vida. Para ello, es necesario refundar la Democracia, de manera que el nuevo ciudadano sea el protagonista. No hay otra solución.

La HUMANA DEMOCRACIA es una respuesta

El Ciudadano es el Protagonista de la acción política

La Plena Ocupación es la Prioridad del Gobierno

La Riqueza se crea y se distribuye

El Bien Común es la Norma a seguir

Con nueva fiscalidad, transparencia y solidaridad

Ofreciendo a todos TRABAJO y DIGNIDAD

Para implantarla es necesario que la ciudadanía sea consciente de la fuerza de su voto mayoritario y sepa ejercer este poder. Es difícil de conseguir, pero factible

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