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La profunda contradicción de Trudeau en Canadá: se declara feminista, pero apoya los vientres de alquiler

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El Gobierno de Canadá del primer ministro Justin Trudeau da la impresión de que se suma a las modas relativistas que impone la cultura líquida de nuestro tiempo sin importarle si al hacerlo incurre en profundas contradicciones. El buenismo con todo y con todos sin proyecto político y sin postura crítica es lo que tiene.

La contradicción que ha protagonizado el Gobierno canadiense es declararse profundamente feminista, azuzar la lucha de los supuestos derechos de las mujeres por encima de la de los hombres y, al mismo tiempo, apoyar una iniciativa que pretende abrir la posibilidad a que se pueda pagar por un vientre de alquiler (mal llamado «gestación subrogada»). Es decir, pagar porque una mujer geste al hijo de otra persona o pareja que ha pagado por ello.

El vientre de alquiler cosifica el cuerpo de la mujer como lo puede hacer, del mismo modo, la prostitución y entrega la dignidad del cuerpo femenino a la lógica capitalista d ela oferta y la demanda. En ese contexto el niño es un consumo que se compra y la madre una fábrica que lo produce. Una concepción de la mujer muy alejada de lo que cabría suponerle a un gobierno feminista.

¿Vientres de alquiler de carácter altruista?

En la actualidad, en Canadá, ya existe la posibilidad de que una mujer engendre el hijo de otra pareja, pero con una gran diferencia, se le supone, según la propia ley un «carácter altruista», es decir, que la mujer gestante no puede pagar por ello.

Ahora, la administración canadiense quiere cambiar eso y abrir la posibilidad a que quien lo quiera y tenga medios pueda pagar a un vientre de alquiler para conseguir un hijo.

En la actualidad la madre gestante no puede cobrar un salario, que debe tener 21 años de edad o más. Los culpables de tales prácticas se expondrían a multas que pueden llegar hasta los 325 mil euros (medio millón de dólares canadienses) y hasta diez años de cárcel.

Cabe pensar que esta normativa está forzada por el homosexualismo político. Y es que los vientres de alquiler son una práctica que pide legalizar el lobby homosexual ya que la propia naturaleza homosexual de las parejas les impide engendrar hijos de manera natural. Es por eso que tales prácticas son rechazadas, en general, por las feministas y apoyadas por el homosexualismo político.

Sin embargo, aunque algunas legislaciones han apoyado la posibilidad de esta práctica de manera altruista, lo cierto es que pocas mujeres se exponen a este trance de dar un hijo gestado. Por eso la administración canadiense se estaría abriendo a tales prácticas pagadas, ya que es la única manera de que una mujer (en general son mujeres con necesidades económicas) accedan a tales prácticas.

 

 

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