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El párroco de La Palma que desaloja la Iglesia entre lágrimas

Familia

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En los últimos días, la erupción del volcán Cumbre Vieja en La Palma (Islas Canarias) conmovió a la opinión pública global. Toneladas de lava avanzan sobre varios pueblos de la isla arrasando todo a su paso.

Entre todas las historias de ceniza que deja la lava está la de las lágrimas del párroco canario de cuatro pueblos que no tiene templo donde celebrar la Misa debido al volcán: «Estamos intentando ubicar todo en la parroquia de al lado», explica el padre Alberto Hernández, párroco de 40 años que ejerce en cuatro iglesias de la zona.

De las cuatro poblaciones, no puede celebrar Misa, ya que todos los templos se encuentran en el interior del perímetro de seguridad debido a la erupción del volcán que ha obligado a desalojar a miles de personas.

Esta situación ha provocado que el sacerdote haya convertido su propia casa en una iglesia y es allí donde está celebrando Misa para todos los vecinos que se han quedado momentáneamente sin parroquias, pero también es ahí donde este sacerdote canario está acogiendo a aquellos que no tienen donde ser alojados y dando comida a todo el que lo necesita.

Sin embargo, es la ermita de San Pio X de La Palma lo que más preocupa a este sacerdote que con la ayuda de varios operarios trabajaron a toda prisa para vaciar el templo y así salvar las imágenes religiosas y los objetos litúrgicos, vírgenes, crucifijos, misales, candelabros, y también el sagrario, que al verlo salir de la iglesia provocó las lágrimas del padre Hernández. Solo queda rezar a la providencia para que la iglesia no se queme.

Cuenta el sacerdote de 40 años que los expertos ya dejaron claro que el templo es vulnerable a la evolución de las coladas ardientes en su camino hacia el mar con la única salvación posible del promontorio en el que está construido.

El padre Alberto es natural de La Palma y ha convertido la casa rectoral en refugio de algunos vecinos evacuados que no tienen dónde pernoctar

El padre Alberto dice que docenas de vecinos han ofrecido sus casas para alojar a feligreses: es conmovedor como el ser humano saca lo mejor de sí mismo en situaciones de dificultad aunque muchas veces pensemos lo contrario.

El párroco de La Palma explica que sólo queda llorar con los que lloran, ya que produce mucha tristeza ver la historia de tanta gente que puede perder todo lo que ha trabajado durante su vida y que de repente todo desaparece bajo la lava. Además, estos vecinos son gente humilde, sencilla y trabajadora. Hay agricultores y algunos funcionarios, personas que se habían construido su propia casa y que tenían en el campo su medio de subsistencia.


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