fbpx

La oración por la salud del Santo Padre

La oración de intercesión es algo que hacemos normalmente, sin quizás saber muy bien lo que implica. Con ella, cuando es sincera y profunda, nos negamos a nosotros mismos, dejando de lado nuestras prioridades, para centrar la atención en otro u otros, haciendo nuestra su concreta situación

COMPARTIR EN REDES

Nuestro Santo Padre, el papa Francisco, de 88 años, se encuentra hospitalizado en el Hospital Universitario Gemelli de Roma, desde el 14 de febrero de 2025, debido a una neumonía bilateral derivada de una bronquitis. Durante su estancia, ha experimentado complicaciones, y más en los últimos días, como una crisis asmática prolongada y trombocitopenia asociada a anemia, lo que ha requerido transfusiones de sangre y administración de oxígeno. A pesar de estas dificultades, el Vaticano ha informado que su estado es «estable» y presenta «una ligera mejoría», aunque sigue siendo crítico y no está fuera de peligro.

La atención mediática que está suscitando la salud del Santo Padre es enorme, como demuestra la repercusión que tiene el comunicado que se publica cada día desde el centro hospitalario en los diferentes medios de comunicación social.

Pero más importante aún es la atención espiritual que los millones de católicos del mundo estamos prestando a esta situación, conscientes de la importancia que tiene el Papa para la Iglesia y para el mundo como padre y pastor, como guía espiritual y moral.

No deja de ser impresionante que cada día haya miles de personas en la Plaza de San Pedro –y muchas más conectadas online– rezando el Rosario para pedir por su salud, por toda la Iglesia y por el mundo. Y es que la figura del Papa es un símbolo de guía y esperanza para millones de personas alrededor del mundo, creyentes y no creyentes.

Quizás quienes hemos crecido en un ambiente socialmente cristiano estamos habituados a este tipo de actos: pedir por la salud de una persona, implorar la mejora de una situación grave de una familia, orar ante un momento de dificultad de un matrimonio, rezar ante un examen de un hijo…

La oración de intercesión es algo que hacemos normalmente, sin quizás saber muy bien lo que implica. Con ella, cuando es sincera y profunda, nos negamos a nosotros mismos, dejando de lado nuestras prioridades, para centrar la atención en otro u otros, haciendo nuestra su concreta situación; a través de ella, no exigimos algo a Dios, sino que le pedimos con humildad que, si es su voluntad, dé fuerzas a quien está viviendo esa situación para que mejore y le permita vislumbrar y aceptar esa voluntad; cuando, como en el caso del Rosario, la oración va dirigida a la Virgen, le pedimos que medie, como madre, entre nosotros y el mismo Dios.

Esto que hacemos en ocasiones tan rutinariamente forma parte de la vida de fe, tanto la oración espontánea ante una situación, como la petición de oración por una intención concreta. Basta con recordar el momento en el que, tras la resurrección de Jesús, Pedro es encarcelado por su predicación: “estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él” (Hechos 12, 5); o cuando Pablo solicita a los miembros de la comunidad de Roma que recen por él: “os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis, orando por mí a Dios” (Romanos 15, 30).

En última instancia, lo que estamos haciendo es atender a lo que el Papa Francisco nos ha dicho en cada intervención pública (y, en no pocas ocasiones, también en las privadas), al finalizar sus palabras: “les pido que recen por mí”.

Ante la enfermedad del Papa, la Iglesia Católica está unida en oración, confiando en la sabiduría y la misericordia divina. Es un momento de gran importancia espiritual para todos aquellos que nos unimos a esta intención; confiar en el cuidado de Dios es algo que puede aportar consuelo y fortaleza. La fuerza de la oración es motor para la vida, no solo para la vida de la Iglesia, sino también para nuestras propias vidas. Seamos conscientes de ello.

En última instancia, lo que estamos haciendo es atender a lo que el Papa Francisco nos ha dicho en cada intervención pública (y, en no pocas ocasiones, también en las privadas), al finalizar sus palabras: “les pido que recen por mí” Compartir en X

 

¿Te ha gustado el artículo?

Ayúdanos con 1€ para seguir haciendo noticias como esta

Donar 1€
NOTICIAS RELACIONADAS

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.