La mascarilla farmacéutica y mis gafas graduadas

En la mañana del martes 23 de febrero he solucionado un problema endémico en mi farmacia habitual. Por 4,95 euros he adquirido una toallita o gamuza anti-vaho para unos cuantos usos. Se publicita en más de 300. Resulta muy duro tener que circular por la calle con el borde superior de la mascarilla farmacéutica pegando a mis propias fosas nasales, sin taparlas para poder ver. Si cumples al 100 por 100 la normativa se empañan los cristales de mis gafas bien graduadas. Resulta muy duro acceder a la panadería a por pan cumpliendo la normativa. Me es preciso llevar el dinero exacto en la mano para pagar. Es un lugar donde hay contraste de temperatura y se empañan los cristales al cien por cien. Es conveniente acceder con las gafas en la mano o en la cabeza.

Tenía que hacer un par de gestiones esta mañana. En casa primero he limpiado con agua y secado bien con papel higiénico los cristales de las gafas. Inmediatamente he frotado bien los cristales con esta gamuza. Al salir de nuevo a la calle me he encontrado de frente con una persona de un negocio vecino que venía de la farmacia. Lleva gafas y también usa esta gamuza anti-vaho. Dos horas más tarde estaba de nuevo en mi casa. Durante este tiempo la mascarilla cubría mi nariz todo el rato. Mis gafas graduadas no se han empañado.

Alguien puede pensar que es fútil escribir sobre esto. Me entran ganas de acceder al edificio de mis servicios hospitalarios de la Seguridad Social para decirle esto a la persona que me atendió la última vez que estuve no hace mucho. Se le empañaban sus gafas. ¡Y es que lo que a mi me pasa, le pasa también a toda persona que lleva gafas graduadas! Si por 4,95 euros de vez en cuando puedes cumplir con la normativa vale la pena intentarlo. Ahora toca hacer más probaturas a nivel de calle y de estancias, sean tiendas habituales, mercado de abastos, iglesias, medios de transporte, etc. Ilustro con fotografía del sobre protegido con cierre hermético que contiene la gamuza.