En la quietud de un convento de Pontevedra, en 1926, el Niño Jesús, se apareció ante una joven novicia: sor Lucía, la vidente de Fátima. Su mensaje fue claro y profundo, y su pregunta, tan sencilla como incisiva: «¿Y tú has propagado por el mundo aquello que la Madre del Cielo te pedía?».
Esta frase acontece no solo ante aquella humilde religiosa, sino también en todos nosotros, como un eco perenne que nos invita a entrar en la Navidad.
Conversión y reparación
Sor Lucía, ya marcada por las apariciones de la Virgen en Cova da Iria, vivió en Pontevedra una experiencia singular: la manifestación del Niño Jesús en un acto de cercanía y amor.
Apenas unas semanas antes, el 10 de diciembre de 1925, la Virgen María le había pedido la propagación de la devoción de los cinco primeros sábados del mes. Este acto de piedad, aún desconocido por muchos, es una invitación a consolar el Corazón Inmaculado de María, herido por las ofensas del mundo.
El Niño Jesús, al mostrarse como un bebé en las cercanías del convento, nos recuerda la ternura de Dios y la centralidad del Misterio de la Encarnación.
Su pregunta a Lucía fue también una exhortación a la perseverancia: «¿Has hecho lo que la Madre del Cielo te pidió?».
Y es que, como señaló después el Señor, esta devoción no era un simple rito piadoso, sino una respuesta a las blasfemias que hieren el corazón de su Madre:
- Contra su Inmaculada Concepción.
- Contra su Virginidad Perpetua.
- Contra su Divina Maternidad, negándola como Madre de todos los hombres.
- Contra quienes siembran indiferencia o desprecio hacia Ella en los corazones de los niños.
- Contra quienes profanan sus imágenes santas.
Cada primer sábado es una oportunidad de reparación, un gesto de amor para contrarrestar estas heridas que el pecado inflige al Corazón Inmaculado.
El Santuario olvidado
Hasta hace poco, el Santuario de las Apariciones en Pontevedra, donde el Niño Jesús y la Virgen se manifestaron con mensajes de relevancia universal, yacía en un estado de ruina. El edificio, que padecía graves problemas estructurales, se restauró con donativos recibidos a través de una exitosa campaña de recaudación promovida por la Conferencia Episcopal Española.
El horizonte con el que se trabaja para poder terminar los trabajos de restauración, es el año 2025, cuando se celebre el centenario de las apariciones de la Virgen María.
Su rehabilitación no es solo un acto de justicia histórica, sino una respuesta concreta a una llamada del Cielo. En este lugar, el mensaje de Fátima se profundizó y culminó, y su restauración será un signo tangible de nuestra disposición a acoger la voluntad divina.
Volver al Niño
En el Niño Jesús de Pontevedra, vemos la humildad del Dios que se hace cercano. En su pregunta, la misma que dirigió a Lucía, encontramos una cuestión que cobra especial sentido en Navidad: ¿hemos hecho aquello que el Cielo nos pide?
En estos días en que celebramos su Natividad, volvamos nuestra mirada al pesebre, pero también a nuestra propia misión.
El Niño nos llama a la reparación, a la fidelidad y a la entrega generosa. Así como sor Lucía respondió con valentía y dedicación a la misión encomendada, nosotros también estamos invitados a difundir el amor de Cristo y de su Madre en un mundo que tanto lo necesita.
Que esta Navidad sea un momento para recordar que el Cielo se hace presente en la tierra, no solo en Belén, sino también en aquellos lugares bendecidos por su manifestación. El Niño nos espera.