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La enseñanza del Islam en la escuela pública

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La consejería de Educación Universidades e Investigación de las Baleares ha firmado un convenio con la Comisión Islámica de España para iniciar los cursos de religión a partir del periodo 2020-2021. Este hecho merece una reflexión porque en las actuales circunstancias ofrece diversos significados que deben ser tratados.

El primero de ellos es que no es una novedad en cuanto a la posibilidad, y sí en cuanto a que se ha concretado lo que hace años que está establecido. Todas las confesiones que han sido reconocidas y han alcanzado un acuerdo con el estado, la católica, las iglesias reformadas mayores, el Islam y el judaísmo, pueden impartir clases de formación religiosa de su confesión en la escuela pública, con una oferta que es obligatoria por parte del centro, y de opción voluntaria para los alumnos; naturalmente si existe un número mínimo de ellos y si disponen de profesores acreditados.  No ha existido nunca una especie de privilegio católico, y sí un mandato constitucional de colaboración del estado con las confesiones religiosas, y eso si, por el mismo mandato, de manera especial con la Iglesia católica. (CE art 16.3)

Una segunda consideración es que lo que se imparte en los centros escolares es cultura religiosa confesional y no catequesis, es decir, formación y desarrollo de la fe. Esto significa que es un tipo de conocimiento que también tiene interés para un no creyente interesado en profundizar en el conocimiento de aquella cultura que, en el caso del catolicismo, constituye la matriz de nuestra cultura. Pero esta diferencia, evidente en el caso del catolicismo, no se da en el Islam. No existe la educación en la cultura islámica impartida a los alumnos al margen de la formación en la fe musulmana, con lo cual, la falsa critica con la que se acometía a la Iglesia, la de estar están catequizando en la escuela pública, si se producirá en el caso del Islam. Pero en este caso los mismos que denostaban por aquella razón, inexistente en la educación católica, callan ante el adoctrinamiento islámico.

La cuestión de fondo es ¿por qué esto es así? ¿Por qué desde el PSOE, Unidas Podemos, el laicismo de la exclusión religiosa que auspician, lo promueven solo hacia el catolicismo, mientras mantienen una actitud favorable al desarrollo del Islam? Esta es una reflexión pública que con respeto a todos necesariamente se ha de producir. Es necesario que expliquen las causas de este trato asimétrico, y dialoguen con los católicos conociendo nuestras razones de por qué es importante para todos, la clase de religión confesional en la escuela, y por qué es un derecho que debe respetarse.

El error católico es mantener estas consideraciones “ad intra”, cuando hacerlas públicas es una necesidad y comporta una ventaja que la realidad llegue a la mayoría. Y los católicos queremos vivir en la realidad, y no bajo tópicos ideológicos.

Y aquella observación nos conduce a una tercera consideración. La discriminación sistemática que sufre la clase de cultura católica en muchos centros públicos, ante la colaboración cómplice de las autoridades educativas de la comunidad autónoma, y también de la alta inspección educativa, que depende del gobierno del estado y que mira hacia otro lado cuando se incumple de manera grosera la obligación legal de ofertar la clase de cultura en todos los centros públicos, y  dar a sus profesores el trato común a los demás docentes, incluida su presencia en el claustro.

Y aún queda una última consideración: la desaparición de la cultura católica y la progresiva emergencia del islam en la escuela. Porque si no hay más clases de esta última es por la dificultad de la propia comunidad islámica para acordar y proponer profesores, y no por limitaciones de los centros. Todo lo contrario de lo que sucede con la enseñanza católica, donde los directores y claustros compiten en muchas escuelas para inventar medidas que hagan imposible la clase: presentan alternativas ilegales que discriminan a los católicos, como clases de idiomas, informática, refuerzo escolar; disuaden a los padres con excusas mil, desde que no hay suficientes alumnos, cuando no es cierto, a que la clase de religión divide a los niños. Eso cuando simplemente dicen que no están obligados y punto. El progresismo de todo tipo, desde el liberal al del PSOE favorecen la exclusión católica, y acepta sin cortapisas el Islam. Y que nadie se equivoque. Esto último nos parce bien, es un derecho básico que el estado debe atender. Preservar y educar la conciencia religiosa de las personas es fundamental en un estado de derecho.

No estamos criticando la presencia del Islam en la escuela pública, sino protestando rotundamente por el sectarismo que les lleva a evitar que la obligación de impartir religión católica en las escuelas, cuando es solicitada, y a facilitar su normal desarrollo como en las demás asignaturas.

Ha habido también, y hay que decirlo con franqueza, un déficit en la diligencia, una cierta indiferencia ignaciana en velar por los derechos de los católicos y los profesores de religión en los centros públicos por parte de la institución eclesial. Este silencio ha facilitado la exclusión hasta llegar a casos, como el de la mayoría de las diócesis catalanas, donde dicha formación prácticamente está excluida de los centros públicos. Es necesario que esta inacción cese. Se debe promover en los padres el interés por la clase de religión, la mejor medida para formar un carácter favorable al rendimiento escolar y al buen comportamiento. Debe estarse encima de la administración, centro por centro, para normalizar la oferta y evitar los mecanismo que la hacen inviable, y debe darse un trato adecuado en formación, reconocimiento y ayuda material a los profesores de religión, para que enseñen lo que deben enseñar con el convencimiento de que trabajan en una gran causa.

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