Mejor que no te líen. Esos afamados personajes –por más renombre que tengan- que quieren conducirte con códigos binarios, te llenan, si te descuidas, el cerebro de paja pronta a incendiar. Antes, la amistad –como todo- era algo que se llevaba en el corazón y se trabajaba con pasión. Ahora, ha pasado a ser algo que se cambia e intercambia y de lo que hasta se abusa con esos códigos binarios fáciles de atajar con el ratón y más rápido con el móvil cuando te cansas. “Me ha dicho algo que no le tolero”. “Me gusta”/ “No me gusta”. Código binario, ya te digo. ¡Paja acumulando van unos y otros en su pajar!
Tienen limitado su lenguaje mental (y por tanto, vocal), que pretenden hacerse creer que es tan rico y asertivo, porque de momento, mientras tiran de cachondeo con el código binario, les da a cada momento lo que les encapricha. Pero la vida es compleja, y es necesario saber trabajar con lo complejo haciéndolo simple, que es todo lo contrario de hacer complicado lo sencillo. ¡Y eso último se están haciendo, a pesar de que lo sienten como un nudo en la tripa! “Salud, dinero y amor”, reza su canción, mientras se van susurrando la del “¿Qué será, será?”, al tiempo que van engrescándose ellos, jugando con el azar de la vida, aunque, cuando se les atraviesa el código, se les antoja predestinado por las estrellas. Temen la chispa, pero se creen ellos por encima del bien y del mal, y van codificando. “No me pasará a mí”. Hasta que la tripa estalla.
Paja acumulada en su cerebro. ¿Sabes qué es un pajar? ¿Te imaginas lo que puede en él una simple chispilla de nada? Eso le ocurre por ser paja, claro; por eso es mejor que, si tienes paja binaria o del tipo que sea, evites toda chispa. ¿Recuerdas lo que es la amistad? ¿Sabes del valor del trabajo bien hecho y a conciencia, fruto del sudor y del saber, más que del capricho? No hablo de si te da dinero o si solo te llena el día o la noche. Me refiero al hilar fino de la vida acompasada por el amor de la esperanza que nos transfigura cuando nos eleva y nos convoca a soñar con la luna en las noches estrelladas. Hablo despacito y claro de mis anhelos de plenitud que me arraigan a la vida que tomé del seno de mi madre. Anuncio con la labor de mis manos resecas por las inclemencias ancladas en mi corazón tierno, esa exaltación que me impulsa a hacer grande lo pequeño de la vida y pequeños los inconvenientes del vivir sobre la tierra fría. Me gustaría, sí, darte todo lo que tengo para, juntos, suavizarlos. Así, mano a mano, venceremos a los demonios, que los hay, y tú lo sabes. Eso es la amistad. El amor.
¿Has advertido ya la cantidad de paja que estamos acumulando en nuestro mundo que creíamos tan avanzado y poderoso? ¡Mira un simple microbio cómo ha puesto patas arriba todo el planeta! Ya nada puede engañarnos, si no cedemos a las sugestiones del engaño. Antes, para aventar la paja, soplaban. ¿Qué haremos ahora? ¿Te crees que la vacuna aventará el coronavirus? ¡Pero si está coronado, como reza su nombre! ¿Quién nos librará de la chispa? ¡La chispa es nuestro orgullo! ¡Esa es la pandemia de las pandemias, y ya nos viene una tras otra: pobreza, desastre climático, vacío existencial…!
Unos dicen que sin dinero el mundo no gira. Otros, que ellos son el centro. Pero lo cierto es que el fuego que prende en los corazones es el Amor. Es el orgullo –nuestro orgullo- el que nos lleva a creernos amos y señores de la existencia, pero la existencia nos somete si no nos sometemos a ella. Y someterse a ella no es vivir aplastado con la cabeza gacha, sino alzar la cabeza con eso que tanto buscas: el Amor. Acepta mi mano. ¡Juntos encenderemos el Cielo, viviremos! ¿Me das la tuya?
La amistad ha pasado a ser algo que se cambia e intercambia y de lo que hasta se abusa con esos códigos binarios fáciles de atajar Share on X