Tengo sueño. Cada día siento más sueño. Estoy acumulando sinsabores que desencantan el sentido que fluye en mi alma, amargando con la dificultad de seguir mientras camino dando tumbos hacia el horizonte “a oscuras y en celada” (San Juan de la Cruz. Canción 2 del poema En una noche oscura). La noche se me hace eterna. Las tinieblas me atenazan. La somnolencia me emborrona el fluir eterno que esta noche del sentido prende en mi vida, que a ratos se me enciende viva, vibrando radiante con el Sol del Sentido mismo, ardiendo en esencia. Me cuesta seguir al Norte que se aleja. Oscuros nubarrones me ofuscan mi día a día, y me aturden. ¿Existe un Fin?
El peso de la falta de sentido que me rodea se va haciendo insoportable a estas horas de negrura, y lejos de palidecer se aviva, nos nubla a todos el discenimiento y el pleno día, inmersos como estamos en la Hora de las Tinieblas. Conversaciones que son diálogos de sordos. Palabras vanas, ideas ausentes. Vaciedad. Pedantería. Pero sigo adelante. El sabor a poco me impulsa y me fortalece.
¡Despierta, hermano! ¿Cómo puedes hablarme de sentido tú que estás perdido atizando el agitar del centro de la vorágine planetaria, donde nada tiene sentido porque tú mismo rechazas el sentido noche y día? ¡Si tú mismo me hablas de la inexistencia del sentido! ¡Si tú mismo propagas la anulación de todo porqué persiguiendo –ansioso– el apagón del sentido, negando el sentido mismo! Es el nudo infinito que como piedra de toque queda bien, pero que se hace agotador. Un silencio atronador. Un engaño del Maligno.
“Al acallar el sentido, nace el sentido”, me propinas a modo de una iluminación medio intelectual y medio espiritual. ¡Como si buscaras el sentido en el sinsentido, tú, que me lo niegas! ¿No te das cuenta de que eso es ya un sinsentido, hermano? Es un silogismo enloquecedor y enloquecido, porque –tú, que me lo niegas– me estás hablando del sentido. Al nombrarme el color negro, me estás afirmando el negro. Al negar la vida, estás transmitiendo vida. ¡Y estás vivo, porque vives la vida! ¿O es que “mueres porque no mueres”? (Cfr. Sta. Teresa de Jesús).
Abre tus ojos, hermano. El negro eres tú. Quizás con tu despertar despertaremos todos. Es inevitable que, siendo todos un todo como todos somos, si un nudo está para no desanudarse, la sangre no fluye por el tejido entero. La ecología integral de la que habla el Papa Francisco es eso, ni más ni menos. Y en consecuencia, con una cierta angustia nos advierte. Porque ¿cómo vamos a mantener el equilibrio en la red de redes que formamos y somos, si, a base de forzarlos, hay nudos que se rompen? ¡Por ahí se escapan nuestros peces! Llámales “peces” a las ideas, a la fuerza, a la coherencia, a la felicidad, al amor… ¡al sentido! ¡Los “peces” son todo aquello que nos da orientación, robustez e inteligencia, vida a nuestra vida! ¿No ves que ya tantos niegan la propia vida: suicidio, aborto, eutanasia…? ¡Si no hay sentido, no hay vida, hermano!
Que sí. Que eso es así. No te ciegues con las palabras vacías, ni vaciando las palabras de su sentido. Porque, quieras o no, la vida sigue y seguirá siendo siempre vida, vivificada por el latir de la Vida que le da vida. En la mayúscula está la diferencia, hermano, tanto si le das sentido como si no. Ahí radica la Verdad. Ahí se manifiesta tu fatuidad. Es tu amado karma. Es tu vacío. Es tu yo.
En eso estamos de acuerdo. Es tu yo. Pero actuando así, poniéndote a ti en el centro con tu sinsentido y no a la Verdad, acabas sintiendo lo que no quieres sentir, porque la Verdad es tenaz y persistente, y nunca calla. Tu nudo infinito prosigue tu vano existir, rodando en un sinfín de inacabables vueltas y revueltas, persiguiendo una hermanad inexistente que reta con su ignominia al Reinado del Sentido que es el Cielo. Es la cháchara y el karma. Tu cháchara y tu karma, hermano.
Tú mismo te has anudado. No fluyes. Tu propio dolor te retumba en la Cueva de Ladrones que te has creado con tus congéneres de impenitencia los negacionistas del sentido. La fe es un don de Dios que Él da a quien le place y a quien se lo merece. Pero… ¿no será que tú los rehúyes? O, si niegas el sentido porque no quieres sentirlo, ¿será que no sabes lo que dices, o que le tienes miedo? Si es así, ¡ánimo, hermano! Sacúdete la modorra y la cobardía, y abraza la Verdad. ¡Sentirás como nunca has sentido, sabrás lo que es Vivir!
Sacúdete la modorra y la cobardía, y abraza la Verdad. ¡Sentirás como nunca has sentido, sabrás lo que es Vivir! Share on X