Contexto:
A través de una serie de intervenciones, el contraste entre Jesús y los jefes del pueblo judío va madurando en una división insanable y, en la cual esta vez marca una durísima condena de Jesús contra el orgullo y la prepotencia de los maestros de Israel.
Marcos nos introduce en el pasaje (12,38-44) dos temas bien entrelazados:
1. La advertencia contra los escribas (Mc 12,38-40; cf. Mt 23,6,7; Lc 20,45-47; 11,43).
2. La caridad con sacrificio de la viuda (Mc 12,41-44; cf. Lc 21,1-4).
Jesús, estando en el Templo, hace la advertencia de: “Guardaos de los escribas, que gustan pasear con amplio ropaje, ser saludados en las plazas, ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes, y que devoran la hacienda de las viudas so capa de largas oraciones. Éstos tendrían una sentencia más rigurosa” (Mc 12,38-40). El amplio ropaje de los escribas son las vestiduras que usaban principalmente durante las reuniones religiosas. Jesús quiere resaltar el comportamiento inadecuado de los escribas y que su búsqueda principalmente se basa en el prestigio y la ambición. Jesús los llama “hipócritas” en no menos de 8 oportunidades (Mt 22,18; 23,13; 23,14; 23,23; 23,25; 23,27; 23,29; 24,51), ellos quieren hacer todas sus obras para ser vistos por los hombres (Mt 23,5), son personas que viven de su exterior descuidando lo principal “su corazón”.
En Marcos no aparece la otra característica de los escribas y fariseos que relata el Evangelio de Mateo y en la que Jesús echa en cara que ensanchan su filacteria, es decir que observen tan cuidadosamente los actos externos de piedad: “Ensanchan las filacterias y alargan las orlas del manto” (Mt 23,5). Las filacterias (heb tefillâ. gr.“φυλακτήριον” = fulaktérion) según la costumbre rabínica (fundada en Ex 13,9-16), todo varón de Israel debe llevarlas durante la oración de la mañana. Servían para llevar atada una cajita cuadrada, dentro de la cual se metían, escritos en pergamino, cuatro pasajes de
Volviendo al Evangelio de Marcos, donde nos introduce en el segundo tema, nos dice: “Jesús se sentó frente al arca del Tesoro y miraba como echaba la gente monedas en el arca del Tesoro, muchos ricos echaban mucho” (Mc 12,41). Luego de haber advertido sobre los escribas, Jesús pasa al tema de la viuda pobre donde observa un espectáculo familiar en las grandes fiestas, donde mucha gente estaba desfilando ante la boca de la alcancía para depositar su ofrenda al templo. Este episodio falta en Mateo, probablemente para no interrumpir su ordenamiento lógico de los materiales. Las formas de Lucas y Marcos son casi idénticas y ambos evangelistas colocan el episodio en el mismo contexto histórico. Se supone que Jesús esté sentado junto a un conjunto de celdas (“gazofilacio” o el tesoro), donde se almacenaban los objetos preciosos que eran donados al templo, o mejor aún, frente al muro del patio de las mujeres, al lado del cual estaban colocadas trece cestas en forma de embudo, en las cuales el pueblo colocaba las monedas que ofrecía. Jesús que ha hecho su opción por los pobres observaba a la viuda pobre que “echó dos monedas, o sea una cuarta parte del as” (Mc12,42).
En hebreo la palabra “almaná” indica una mujer que al fallecer su marido pierde su posición social y económica, situación tanto más grave si no tenía hijos. Por esta razón, en el AT las viudas figuran entre los más pobres de la sociedad junto a los huérfanos (Is 10,2; 47,9). Por su fragilidad e indefensión, Dios se presenta como el protector de las viudas (Dt 10,18; Sal 68,5; 146,9; Prov 15,25; Jer 49,11). En muchas biblias se omite el tipo de moneda que echó la viuda pobre, en algunas se traduce como: “Dos moneditas de muy poco valor” (Biblia Latinoamericana y la del Peregrino). En el Códice Sinaítico que data del siglo IV se dice que fueron: “λεπτὰ δύο= lepta duo”, es decir “dos lepta”, la lepta viene del gr “leptón” de “leptos” que era la moneda más pequeña griega y romana de bronce (alrededor de 1,55 gr.). Dos leptón constituían un cuadrante, cuatro cuadrantes hacían un as y 16 ases un denario que era el salario diario de un obrero del campo (Mt 20,2.9.10.13), de manera que un leptón resultaba ser una 128ª parte de un denario. La viuda dio poca cosa, sin embargo, dio más que nadie.
La parte final del Evangelio es explicativa, Jesús llama a los discípulos para darles a conocer la gran lección de caridad que acaba de ver: “Os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. Pues todos han echado de lo que les sobraba; está en cambio, ha echado, de lo que necesitaba, todo cuanto poseía, todo lo que tenia para vivir” (Mc 12,43-44). Las expresiones “todo cuanto poseía, todo lo que tenia para vivir” reflejan el mandamiento principal citado antes por Jesús (Mc12,30). Este ha de ser el criterio de los discípulos, una entrega parcial, como la de los ricos, aunque muy aparente, tiene menos valor que una entrega total, aunque de apariencia modesta. La viuda es ejemplo de un amor total a Dios, expresado en el total desprendimiento del dinero
Actualización:
Los letrados y maestros de
Recientemente me preguntaron por algunas “campañas televisivas” que proyectan a un Dios que hace milagros pero que es necesario acudir a Él con una ofrenda en dinero. Mi respuesta ha sido tajante: “Son unos hipócritas y estafadores”. Dios la única ofrenda que quiere es “Amor, no sacrificios; conocimiento de Dios, no holocaustos” (Os 6,6). Es por ello que no debemos acudir a estos “falsos profetas” (1 Jn 4,1), y que los mismos serán reconocidos porque “hablan según el mundo” (1 Jn 4,5).
La segunda parte del Evangelio nos narra el acontecimiento de la “Viuda Pobre”. Si leemos y meditamos el Evangelio minuciosamente nos daremos cuenta que a Jesús no se le pasa ni una, de hecho, de algo insignificante para muchos saca una extraordinaria lección. Él ve a una viuda que echó todo lo que tenia para vivir, apenas dos moneditas (leptón) insignificantes, pero que para Dios significa mucho. Jesús quiere que demos lo mejor de nosotros para amarlo, Él necesita todo nuestro amor, cariño, fe y humildad para servirle con absoluta dedicación. Hace algunos años me comentaba una señora que ella no tenía mucho tiempo para servir ni hablar con Dios debido a su trabajo, sin embargo me decía que ella hablaba con Dios en el baño, porque era el único momento que tenia para leer. Yo le respondí que era una lástima que lo tuviera en un lugar tan poco adecuado, Dios lo menos que quiere es estar en el baño, quiere estar en nuestros corazones, allí es donde quiere reinar.
Orlando Segundo Carmona (Venezuela),
Licenciado en Administración de Empresas y Teología, y diplomado en Ciencias Bíblicas
– La traducción utilizada para cada Evangelio es de
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