El comienzo (Génesis) narra la historia de la humanidad desde la creación, el paraíso con el árbol del conocimiento y el árbol de la vida, la pretensión de los hombres de ser «como dioses», la muerte de Abel en manos de Caín, el diluvio, la torre de Babel, y todo ello desemboca en la elección de Abraham como patriarca de un gran pueblo, dentro de la descendencia de Sem (los pueblos semitas). Termina con la ida a Egipto, desde donde volverán (en el siguiente libro lo narra: el Éxodo). Esto tiene mucha simbología, pues si la vida es salir de Dios, en ella aprendemos a volver a Dios, un éxodo[1].
El libro se divide en dos partes. Hoy hablaremos de la primera parte y en el siguiente artículo de la segunda.
Primera parte: Comienzo del mundo y la humanidad, en los capitulos 1 al 11
Va desde la Creación a Babel: Caps. 1 al 11, hasta 2.000 a.C. Comienzo del Universo (1), del hombre y mujer (1:26, 2:7,22), del Matrimonio (2:24), de alimentación (1:29), del pecado de Adán y Eva (3), de Redención (3:15), del crimen de Caín (4), de Sacrificios, Caín y Abel (4), de vida familiar (4:1-15), de la civilización: Tiendas, música, hierro, poligamia (4:17-23), de sublevación y Castigos: Adán y Eva (3), Diluvio Universal (6-9), Babel (11), de las Naciones (10-11), de las lenguas, en Babel (11), de las genealogías de Adán (5) Noé (9-10) Sem (11) hasta Abram.
En esta parte, escrita en época tardía, se recogen mitos que llegan a tiempos de Abraham, pero se les da una connotación única, distinta de las demás culturas donde vemos también estos mitos.
El hilo conductor de Gn 1-11 es que Dios creó un mundo bueno y ordenado, puso al hombre y lo bendijo para que se multiplicara y dominara la tierra (cc. 1-2)1. Cuando se dice “En el principio…” nos recuerda el mito de Enûma Elish, y cuando habla de un océano (tehom) que en Babilonia se llama Tiamat, nos recuerda a la diosa primordial del mar salado2, que se une con Abzû, el dios del agua dulce, para producir dioses más jóvenes, símbolo del caos de la creación primordial. Organiza el caos en la ordenación de la creación3, es el “tohu wa-bohu” (“perplejo y asombrado”, algo sin forma y vacío, la confusión de la Tierra o sistema caótico).
Luego, “dijo Dios: que exista la luz. Y la luz existió” (1,3). Es la creación por la palabra (lo vemos también en tradiciones de Egipto, o los polinesios)4. El Génesis reconoce un mundo bueno, y va narrando una creación como una obra maestra, y la guinda de todo es la coronación del ser humano como culmen de la creación. No hay aquí combates espectaculares de Marduk y Tiamat, no hay algo demoníaco ni el hombre modelado a partir de la sangre de un archidemonio Kingu5. No hay victoria sobre monstruos ofídicos, un dragón (tannis), Rahab o Leviatán, texto que recuerdan tradiciones mesopotámicas o cananeas.
En el Cap.1 la tierra está llena de agua, como Mesopotamia entre los ríos Tigris y Eufrates, y Dios separa las aguas de la tierra… en el Cap.2, la tierra está seca, como Palestina, y Dios hizo brotar un río, creando el Paraíso terrenal, el Edén… El Cap.1 es como un «himno solemne», fruto de una sociedad estructurada y avanzada, y el Cap.2 como una «historia popular», de la época antigua donde se improvisa más. El Cap.2, es, especialmente, la creación del hombre y mujer, y el matrimonio, con la vida espiritual que deben llevar, en el árbol de la vida, absteniéndose del árbol de la ciencia del bien y del mal… aquí Dios es el divino «alfarero», que de la arcilla crea al hombre; o como un «cirujano», que le saca la costilla a Adán para hacer a Eva; o como un «jardinero» que plantó un jardín… ¡un Dios muy humano!, y muy interesado personalmente en el hombre y mujer…
El hombre, imagen de Dios, es puesto en el paraíso, es libre y responsable de sus actos, no hay un fatum marcado por el destino. Hay similitudes con la India pos upanishádico en Gen 2,5 cuando pone al hombre en el jardín “para que lo cultivara”, Adán da lugar a Eva que es hawwah (vida), creado desde el barro recuerda los mitos de Sumer y desde Egipto a Grecia y las tradiciones primitivas. Las criaturas reciben un nombre por parte del hombre, que recibe condición de creador en su espíritu pero tiene cuerpo, materia. La costilla de Adán muestra un cierto carácter andrógino (con similitud a corrientes gnósticas y herméticas).
La Creación aparece como una obra de teatro en 6 días: Es un esquema simétrico, de dos tríduos:
1º día- Luz-Tinieblas
2º día- Aguas y Aire
3º día- Tierra y las plantas…
4º día- Sol, Luna, Estrellas Región astral
5º día- Peces y Aves
6º día- Animales, y el hombre y mujer.
¿Cómo había plantas el día 4, si no había sol?… ¡Y cómo había día y noche el día primero, si no había sol?… La razón es que no se está describiendo una «historia científica», sino una «historia didáctica-teológica», una historia de la salvación, que nos enseña las siguientes verdades religiosas fundamentales:
1- Existe un sólo Dios, todopoderoso, todocariñoso, sabio, eterno… que lo creó todo con su «palabra» (El Verbo), por obra del Espíritu (1:2).
2- Todo lo demás son «criaturas de Dios»: El sol y el fuego y animales, no son Dios, como erróneamente creían algunos antiguos; el hombre tampoco es Dios, como erróneamente creen hoy nuevas formas gnósticas… La naturaleza y la energía tampoco son Dios, son criaturas de Dios.
3- Ese Dios está muy interesado en el hombre y la mujer, a quienes nombra «rey de la creación»; pero un rey «vasallo de Dios», a quien tiene que adorar cada séptimo día… no cabe concepción más noble del hombre y de la mujer, ni idea más grande de Dios (1:28, 2:3).
4- La mujer tiene la misma dignidad que el hombre… los dos fueron hechos a «imagen y semejanza de Dios» (1:26-27): A «imagen», como pintura de Dios; ¡y a «semejanza»! El hombre y la mujer no son como una pintura, hecha a “imagen” del original, sino que son también «semejantes a Dios», inmortales y libres y eternos como Dios… el «soplo de Dios» a la arcilla, es el «alma espiritual e inmortal», semejante a Dios (2:7). Vemos aquí no solo una causalidad formal externa aristotélica, sino una participación platónica en la que nos hace participar de la divinidad en cuanto a divinidad[2].
5- El «Matrimonio» en 2:24, sería como la perfección de la creación. La mujer fue hecha de una costilla del varón. Las simbologías sobre esto han sido comentadas, por ejemplo que “la mujer salió de la costilla del hombre, no de los pies para ser pisoteada, ni de la cabeza para ser superior, sino del lado para ser igual, debajo del brazo para ser protegida y al lado del corazón para ser amada” (frase atribuida al Talmud).
6- Después de cada día, «Dios vio que sus obras eran buenas»; el universo no es malo, como dicen los paganos… los hombres libres somos los que lo enredamos, pecando.
El pecado: Satanás (Cap.3)
En el Cap.3, Adán y Eva pecaron: Su pecado fue de desobediencia a Dios, y de orgullo, de querer ser como Dios… el tentador fue «Satanás», pintado como una serpiente… es nuestro primer enemigo, en la historia de la salvación…
La persona está cerca de Dios y del árbol de la vida, perdió estos dones por su culpa y quedó sometido a la muerte (c. 3). La palabra persa (en avéstico) para definir “espacio cerrado” era pairi-daeza que se transmitió, en la mitología judeocristiana con el nombre de Paraíso. El paraíso (lugar común, también más allá del Eufrates y del Mediterráneo) es original en cuanto al valor que se le da al conocimiento, la ciencia puede transformar la existencia humana. Aparece con la ciencia el pecado a través de Eva, que nos recuerda el mito de la diosa desnuda, el árbol milagroso y el guardián, pero aquí en lugar del héroe hay una inmortalización frustrada como en el caso de Guilgamesh. Vemos también que Dios tiene miedo de que el ser humano “ya es como nosotros” e impide que acceda al árbol de la vida. Viene la expulsión del Edén.
El Protoevangelio (3:15)
El verso 3:15 ha sido interpretado entre los cristianos como el «Protoevangelio», porque es la primera promesa de la redención, inmediatamente después del pecado de Adán y Eva. Así dice: «Le dijo Dios a la serpiente: Pongo enemistad perpetua entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya; tu le morderás el tobillo, pero ella te aplastará la cabeza».
Aquí Dios crea dos enemistades eternas, perpetuas, irreconciliables: Entre la mujer y la serpiente, y entre la descendencia de la mujer y la descendencia de la serpiente… y Dios en persona hace dos profecías: La serpiente y su descendencia morderán el calcañal de la mujer y su descendencia, pero la mujer y su descendencia aplastarán la cabeza de la serpiente y su descendencia.
El Crimen: Caín (Cap.4)
La consecuencia del pecado es el crimen, este es el orden del Génesis… si de algún modo el primer pecado fue levantar el puño contra Dios (ir contra el padre, y en esto coinciden hasta los paganos como Freud, también judío, diciendo que hay un primer parricidio) la consecuencia es que no hay hermanos.
Sin duda, el poder simbólico es muy grande, basta ver que la revolución francesa propugna de algún modo lo que se vino a resumir en los tres lemas recogidos en su bandera: igualdad (blanco), fraternidad (rojo), libertad (azul); pero si no hay padre, difícilmente hay hermanos, con lo que la fraternidad se convierte en ciudadanía, muchas veces dictadura de unos contra otros. Al igual que Robespierre con excusa de esa libertad dirigió la época del terror, también asumió sus consecuencias muriendo con el invento infernal de la guillotina, como otros promotores de la revolución.
Así, dirá Susanna Tamaro, cuando el orgullo hace levantar el puño contra Dios, “el hombre no es más que un simio que corre por el mundo con las manos manchadas de sangre”, haciendo referencia a esa pugna entre hermanos, cuando se quita la figura de un padre Dios. Así, se extiende el mal, expresado simbólicamente por esa desobediencia o parricidio, como queramos llamarlo: «por un pecado vino la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres», dirá la interpretación de Romanos 5:12.
El relato de Caín (su nombre viene de “herrero”) y Abel (de “apacentar”) y la lista de los primeros descendientes de Adán y Eva completan la visión que ofrece el libro del Génesis sobre los orígenes de la humanidad (cc. 4-5). Cuando la humanidad, demasiado corrompida, desaparece con el diluvio, la bendición divina la multiplica de nuevo partiendo de Noé, el justo; pero también la descendencia de Noé se degrada, y se divide en un conjunto de pueblos enfrentados y heterogéneos (cc. 6-9). Así como las diez generaciones de antes del diluvio habían conducido hasta el justo Noé, que renovará la vida sobre la tierra, también las diez generaciones de después del diluvio conducen a Abraham, quien, con su descendencia, traerá la bendición divina sobre todos los pueblos de la tierra (cc. 10-11).
Diluvio Universal (Caps.6-9)
También se nos dan dos versiones del Diluvio, al igual que la creación del varón y mujer, con una lección teológica preciosa.
Noé construyó un «altar», y ofreció sacrificios, en 8:20… y con Noé hizo Dios el «primer pacto», ¡el del arco iris!, como señal de que no destruiría la tierra por las aguas, ¡a Dios le gustan los pactos, las alianzas! Después del Diluvio Dios permitió a Noé comer carne de animales, en 9:3, porque antes la alimentación era solo vegetariana, en Ge.1:29. Le repitió Dios a Noé las mismas «órdenes» que a Adán y Eva: «Procread, multiplicaos, henchid la tierra, y dominadla», en 9:1 y 7. Los hijos de Noé eran tres: Sem, que pobló el Oriente Medio, de él nació Abrahán; Cam, pobló Asia; y Jafet, pobló Europa, incluida España (Tarsis) (Ge.10). Son esas continuadas recreaciones. No sabemos exactamente a qué se refiere aquí el relato, pero la arqueología ha encontrado capas de barro de cerca de un metro, que nos habla de fenómenos naturales que asemejan a un diluvio, por ejemplo las glaciaciones. También sabemos que llevamos en el ADN rastros de seres humanos que han desaparecido, como fueron los Neardentales.
Todo eso puede ser un sustrato para el mito, que puede tener distintas interpretaciones. El arca de Noé en la tradición judeocristiana, y la Epopeya de Gilgamesh en la mitología mesopotámica, tienen elementos centrales, como la idea de un gran diluvio enviado por los dioses para purificar o castigar a la humanidad y la supervivencia de un individuo justo y su familia en un arca. El simbolismo de renovación y renacimiento está presente en ellas, pues el agua purificadora del diluvio lo simboliza. Después de la destrucción, la tierra renace, representando la oportunidad de un nuevo comienzo. Le veo una clara alusión profética al paso por el mar rojo y el desierto, que a su vez es señal de la pascua: morir a la vida vieja y renacer a la nueva, lo que llamamos bautismo.
En el contexto de la época, el diluvio se ve como un castigo divino infligido a la humanidad debido a su corrupción y falta de moralidad. El arca y su ocupante justo representan la posibilidad de redención y la oportunidad de empezar de nuevo con un nuevo camino moral. También como he dicho puede haber elementos históricos, como el hecho de que la persona puede crecer a través de las dificultades, y tiene una adaptabilidad al medio que le hacen progresar. Y la alegoría del arca puede servir para hablar de una tradición cultural que persiste más allá de las generaciones, las civilizaciones perviven a pesar de los cambios catastróficos. También podemos ver allí en el campo espiritual y místico como una noche oscura, alegoría de los desafíos y tribulaciones individuales que podemos superar con resiliencia, y encontrar esperanza en medio de las adversidades.
Torre de Babel (Cap.11)
Babel es la separación, antítesis de Pentecostés que es en la versión cristiana cuando todos se entienden en sus distintas lenguas: En Babel, por su orgullo y altanería, Dios les confundió las lenguas, no se entendían, y los dispersó por el mundo… Es otra alegoría de como la persona, cuando quiere elevar una torre que le lleve al cielo desde la llanura de Sinar, que simboliza la aspiración humana de alcanzar la divinidad y desafiar los límites impuestos por Dios. La falta de comunicación entre personas de distintas lenguas se une aquí al mito, para significar esa confusión, que es una llamada a la colaboración y la comunicación en la construcción de proyectos comunes; de algún modo, la falta de entendimiento mutuo lleva al fracaso de empresas grandiosas.
Aparece también la figura enigmática de Enoc, un gigante que anduvo en la presencia de Dios, cumpliendo sus mandamientos, y fue trasladado al cielo sin morirse, como Elías (Ge.5:18, Heb.11:5). También hay otra referencia a Enoc, en la que sólo se dice de él que fue el primogénito de Caín, en Ge.4:17.
Cuando se compusieron las narraciones de esos primeros capítulos del Gn 1-11 ya existían otras, en la cultura de aquella época, sobre la creación del mundo y de los hombres, sobre un paraíso y el origen de la actual condición humana, sobre un diluvio y sobre el reparto de los pueblos por todo el mundo.
En los primeros capítulos de la Biblia no debemos buscar más elementos históricos que los que se encuentran en las tradiciones mesopotámicas de las que estos capítulos dependen. Pero como hemos dicho, la interpretación que se da a esos mitos es genuinamente bíblica, esta es la gran novedad. Y vemos también que esas narraciones afrontan los principales misterios de la persona en su estructura religiosa y antropológica (que en la Biblia van unidas). Los autores de Gn 1-11 las reelaboraron bajo la luz de su fe, dejando a un lado conceptos inadmisibles que otros pueblos y culturas se habían hecho sobre el comportamiento caprichoso o malévolo de sus divinidades.
[1] Esto servirá para marcar la forma de concebir la teología en el cristiano, por ejemplo la Summa Theologiae de Tomás de Aquino, está concebida como salida de Dios (su economía o manifestación divina, la I parts), luego se ve la vuelta a Dios (el fin de la persona y la moral, la II parts), y al final los medios para ir (la unión con Jesús y su humanidad santísima como sacramento de salvación, la III parts).
[2] Como dirá más tarde san Pedro en el nuevo Testamento: “participantes de la naturaleza divina”: “divinae consortes naturae”, en la versión tradicional leída en latín.
Judaísmo (6). La Torah y otros libros de la Biblia judía, palabra divina escrita por hombres (II)
La interpretación que se da a esos mitos es genuinamente bíblica, esta es la gran novedad Share on X
2 Comentarios. Dejar nuevo
Del diluvio Jesus mismo habla muy claramente, y es el mayor detalle de veracidad por la boca del mismo Cristo.
Hola Silveri, agradezco tu comentario. El hecho de que el diluvio estuviera en los mitos orientales, no significa que no existió, sino que refuerza su conocimiento por parte de diversos pueblos. Lo que subrayo en el artículo es que la revelación del antiguo Testamento le da un valor nuevo, distinto al de otros pueblos. La revelación divina pienso que actúa dando sentido nuevo a todo ello. Ya me dirás qué piensas. Saludos!