fbpx

Judaísmo (11): El Deuteronomio (I)

COMPARTIR EN REDES

El libro del Deuteronomio puede interpretarse como el cierre del Pentateuco, último libro y fundamental de la Torá o el Pentateuco (cinco primeros libros de la Biblia: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio). En el que se recuerdan los principales acontecimientos en grandes discursos antes de entrar en la tierra prometida. Y se puede ver también como el pórtico en el que se exponen los principales conceptos teológicos que configuran los libros que vienen a continuación en el canon: Josué, Jueces, Samuel y Reyes, es decir, la narración de la historia de Israel desde su entrada (y conquista) en la tierra prometida hasta el final de la monarquía.

El nombre «Deuteronomio» proviene del griego y significa «segunda ley» o «repetición de la ley».

Es una revisión y repetición de gran parte de la legislación y las instrucciones dadas en los libros anteriores, especialmente en el libro del Éxodo y el libro de Levítico. El modo literario es el discurso: una serie de discursos atribuidos a Moisés, dirigiéndose al pueblo de Israel antes de su entrada a la Tierra Prometida, que comienza diciendo: “Estas son las palabras que habló Moisés a todo Israel”. Antes de entrar en la tierra, era el momento adecuado para ello, ahí se veía claramente interpretada la historia de Israel como historia de salvación: Israel ha sido elegido por Dios no por ser un pueblo numeroso ni extraordinario, sino por el gran amor con que Dios le amó.

Esta recapitulación de la ley divina recibida en el Sinaí es a una exhortación a obedecerla fielmente, prometiendo bendiciones por la obediencia y advertencias sobre las consecuencias de la desobediencia.

Se habla de una «historia deuteronomista» investigando el recorrido que han tenido sus fuentes hasta la actual configuración que lo une a los libros que le preceden como conclusión del conjunto, dominado por la figura única de Moisés (34,10-12).

El plan del Deuteronomio

Por tanto, son como una serie de alocuciones de Moisés (cc. 1-30), completadas con las tradiciones sobre su muerte y con dos poemas que él pronuncia antes de su muerte (cc. 31-34). Tras el título (1,1-3) están las dos primeras alocuciones de Moisés, una de estilo más narrativo (1,4-4,43) y la otra más exhortativa (4,44-11,32).

La parte central del libro (cc. 12-26) contiene una recopilación de leyes y costumbres que el pueblo debe poner en práctica en el país donde está a punto de entrar. El redactor supone que el Señor les había dado a Moisés cuando estaba en la montaña del Horeb, pero que Moisés no les promulga hasta el momento antes de entrar en el país de Canaán; el pueblo debe observarlos plenamente a partir del día que el Señor le conceda el «reposo» en la tierra prometida. Este código va seguido por una lista de las bendiciones y maldiciones que le sancionan, según si el pueblo será fiel o no (27,1-28,68).

Después de la última alocución de Moisés, en un tono exhortativo (28,69-30,20), cierran el libro las tradiciones sobre la despedida y la muerte de Moisés.

Una predicación de la Alianza

El libro del Deuteronomio se caracteriza por su forma exhortativa. Los textos alternan las disposiciones legales con la enseñanza, acompañado de exhortaciones, toques de atención en un estilo cálido, de alguien que está preocupado por la amenaza de una infidelidad y quiere convencer, motivar, desvelar.

Esta enseñanza se dirige a todo Israel (1,1; 34,12), a veces en singular («tú») y a veces en plural («vosotros»). Esta curiosa alternancia, que se da en algunas ocasiones en una misma frase, es quizá indicio de una composición del texto en sucesivas etapas. Las secciones que utilizan el tratamiento de “tú” forman, en términos generales, un conjunto dominado por la exhortación, mientras que las que utilizan el tratamiento de “vosotros”, fragmentarias, de carácter más histórico, parecen escritas para reforzar el texto primitivo, que emplea el tú.

Cuando el texto habla en singular, no se dirige sólo al israelita individual, sino al pueblo entero, interpelado como interlocutor del Señor (6,4; 9,1). Esta interpelación colectiva parece haber tenido origen en algunas grandes celebraciones litúrgicas en las que todo Israel se reunía para escuchar, como un solo hombre, la Ley de su Dios (27,11-14; 31,10-13) y renovar así su alianza con el Señor.

Los autores del Deuteronomio han concebido las relaciones de Israel con el Señor de manera similar a los tratados diplomáticos de Oriente antiguo, según los cuales la alianza no era un pacto entre iguales, sino más bien un tratado de vasallaje: el rey prometía su protección al vasallo, a condición de que éste se comprometiera a servirle.

Todo el libro del Deuteronomio se fundamenta en la idea de alianza, que podemos resumir así: el Señor es el Dios de Israel, e Israel es el pueblo del Señor. Como en tradiciones anteriores, la alianza ha sido concluida en el Sinaí (que en el Deuteronomio recibe el nombre de Horeb), pero ha sido renovada y precisada antes de entrar en la tierra prometida.

El Deuteronomio en la Biblia

El Deuteronomio ocupa un lugar importante en las Escrituras.

Así, Jeremías, poco después de la reforma de Josías, retoma los temas de la circuncisión del corazón (Jr 4,4) y de la nueva alianza (Jr 31,31-34). No mucho más tarde, los redactores de la historia deuteronomista, que va de Josué hasta los libros de los Reyes, intercalan en el relato reflexiones y exhortaciones tomando la ley del Deuteronomio como clave de la historia.

El judaísmo basa su credo fundamental en el Deuteronomio: «Oye, Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es el único» (6,4). Y el evangelio encuentra el «primero de todos los mandamientos»: «Ama al Señor, a tu Dios…» (Dt 6,5; véase Mt 22,34-40 = Mc 12,28-34 = Lc 10 ,25-28), pero también trata temas tan importantes como la elección entre los dos caminos (Mt 7,13-15) o la esperanza de heredar la vida (Mt 19,16-17.29).

La redacción del Deuteronomio y su contenido

El segundo libro de los Reyes referirá que el año dieciocho del reinado de Josías, es decir, en 622 a.C., fue descubierto en el templo de Jerusalén el «libro de la Ley» (2Re 22,8.11) o «libro de la alianza» (2Re 23,2.21) y que el rey, impresionado por las amenazas contenidas en este libro, proclamó inmediatamente una reforma del culto. El programa de la reforma de Josías consistía, entre otras cosas, en la centralización del culto en Jerusalén y la destrucción de todos los demás santuarios (2Re 23,4-20). El libro encontrado contenía muy probablemente la parte legislativa del actual Deuteronomio (cc. 12-26). Tenemos por tanto una fecha aproximada, pero ¿en qué circunstancias se escribe?

El origen de aquel libro debe buscarse en los levitas que habían huido de los santuarios del reino del Norte y se habían refugiado en Judá con ocasión de la caída del reino de Israel en el año 722. Quizás estos levitas ya inspiraron la reforma de Ezequías, un siglo antes de la de Josías (2Re 18,4). Pero, a continuación, bajo el reinado de Manasés, hijo de Ezequías, reflorecieron los cultos idolátricos (2Re 21). Los levitas habrían redactado entonces un tipo de programa para luchar contra las contaminaciones paganas y la relajación religiosa y social, recogiendo las tradiciones más auténticas del antiguo Israel. Mientras, habrían dejado en el templo la recopilación de sus enseñanzas. Tuvo que pasar casi un siglo para que fuera oficialmente reconocido.

Aquel documento que sirvió de base a la reforma de Josías continuó enriqueciéndose, posteriormente a su descubrimiento, con exhortaciones y nuevas advertencias, incluso con añadidos de piezas antiguas que hacían referencia a los mismos temas. Concretamente, cabe la posibilidad de que todo el Pentateuco fuera revisado por la clase sacerdotal en la deportación judía en su exilio en Babilonia, después de la caída de Jerusalén en el año 587 a.C.

El Deuteronomio enmarca su narración a las puertas de la tierra prometida:

Moisés enseña al pueblo, en unos discursos de despedida o testamento, la conducta que deberán seguir siempre. Para ello rememora los principales sucesos ocurridos durante el éxodo y les insta a que observen la Ley fundamental de la Alianza o “Decálogo”.

El núcleo primitivo del Deuteronomio parece que era un código análogo a los códigos legales del Antiguo Oriente. Posteriormente, con algunos añadidos tomó una forma parecida a la de los pactos de vasallaje, y sólo finalmente adquirió su forma actual.

En la formación del Deuteronomio se puede observar una característica típica de los textos religiosos: suelen tener una gestación lenta, a lo largo de la cual van incorporando elementos precedentes muy arcaicos, junto con otros nuevos.

Los estratos más antiguos del “primitivo” Deuteronomio (Dt 6-28) serían compuestos en los últimos años del reino del norte, poco antes de la caída de Samaría. Este fragmento tal vez se podría identificar con el “libro de la Ley” que fundamentó la reforma de Josías. En esta etapa, ese libro estaba próximo por su forma a los códices legales del Antiguo Oriente: una introducción (Dt 6,4-9; 7; 10,12 – 11,25), un cuerpo legal (Dt 12-25) y unas bendiciones y maldiciones (Dt 26-28).

Tras la caída de Jerusalén, esta Ley serviría como punto de referencia para reflexionar sobre la historia y juzgar los acontecimientos del pasado a la luz de lo que en ella se prescribía. Se fue componiendo así la “Historia Deuteronomista”.

Con estas modificaciones el Deuteronomio perdió en parte su caracterización formal de código legal y adquirió un parecido mucho mayor con los “pactos de vasallaje”:

a) preámbulo: “Yo soy el Señor, tu Dios” (Dt 5,6)

b) prólogo histórico: rememoración de lo sucedido desde la partida del monte Horeb (Dt 5-11): introducción histórica;

c) proclamación de la Ley (Dt 12,1 – 26,15) y primer discurso de Moisés: recuerdo de los episodios históricos del éxodo; segundo discurso de Moisés: es la parte fundamental del libro (el Decálogo moral, la Shemá, el Código Deuteronómico o Alianza en Moab);

El tercer discurso de Moisés: reitera las exhortaciones a ser fieles a la Alianza; y termina con una conclusión histórica: elección de Josué, Cántico de Moisés, Bendiciones de Moisés, y su muerte.

d) compromiso mutuo entre Dios y el pueblo (Dt 26,16-19)

e) bendiciones y maldiciones (Dt 27,1 – 30,18)

f) invocación de testigos (Dt 30,19-20)

Twitter: @lluciapou

El libro del Deuteronomio puede interpretarse como el cierre del Pentateuco, último libro y fundamental de la Torá o el Pentateuco (cinco primeros libros de la Biblia: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio) Share on X

¿Te ha gustado el artículo?

Ayúdanos con 1€ para seguir haciendo noticias como esta

Donar 1€
NOTICIAS RELACIONADAS

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Rellena este campo
Rellena este campo
Por favor, introduce una dirección de correo electrónico válida.

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.