ForumLibertas informaba de que la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, ha propuesto cambios significativos en las leyes LGTBI y Trans, buscando una mayor equidad e imparcialidad en un sistema educativo en el que los alumnos no estén obligados a ser ideologizados bajo las ideas que trata de imponer el lobby gay. Esto ha provocado la ira del homosexualismo político.
Estas reformas, presentadas en la Asamblea de Madrid por el Partido Popular, tienen como objetivo principal derogar aspectos de la ley que, según la administración actual, otorgaban privilegios al colectivo LGTBI en detrimento de una educación neutral y profesional.
La propuesta legislativa plantea la eliminación del artículo 31 de la LEY 3/2016, de 22 de julio, de Protección Integral contra la LGTBifobia y la Discriminación por Razón de Orientación e Identidad Sexual.
El cambio más notorio es la remoción del requisito que obligaba a las asociaciones y organizaciones LGTBI a impartir charlas educativas en los colegios, enfocándose ahora en la intervención de especialistas y profesionales en la materia.
Reacciones y manifestaciones del homosexualismo político
A pesar de que la presidenta Ayuso ha defendido que con estas reformas no se retiran supuesto derechos al colectivo LGTBI, sino que se busca una mayor imparcialidad educativa, la propuesta ha generado considerable revuelo entre las filas de los militantes al lobby gay.
El lunes, 13 de noviembre, una manifestación en la Puerta del Sol, con la participación de varios representantes políticos y más de treinta asociaciones, mostró el rechazo a estas reformas. Los manifestantes han expresado su determinación de continuar las protestas hasta que se reconsideren la recuperación de estos privilegios.
Con estas reformas, el Gobierno de Ayuso enfatiza su compromiso con una educación que promueva la igualdad de oportunidades y el respeto a la diversidad, sin inclinaciones hacia ningún colectivo en particular. La medida busca garantizar que todos los estudiantes reciban una formación libre de sesgos ideológicos, centrada en valores de convivencia, respeto e igualdad.
Esta situación ofrece un contexto en el que los colegios católicos que basan su acción en el humanismo cristiano pueden educar a los hijos de los padres que así lo deciden sin recibir presiones o ser perseguidos por ello.
La administración de Ayuso insiste en que la derogación de ciertos contenidos LGTBI en los currículos escolares busca una representación equilibrada de diferentes perspectivas y modelos familiares, ya que el homosexualismo político claramente quería eliminar la visión biológica que forman una familia compuesta por un hombre y una mujer.
El equipo de Gobierno de Ayuso resalta que estas reformas devuelven el protagonismo a los docentes y especialistas, permitiendo ejercer su libertad educativa y ajustándose al artículo 27 de la Constitución.
La ira del homosexualismo político aparece inquieta ante la pérdida de privilegios y el mantenimiento de sus asociaciones con recursos públicos.
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El complejo de que sufren los militantes del homosexualismo político es que no integran ni aceptan su orientación sexual en lo que tiene de diferente y específica. Son personas acomplejadas que se tienen por homosexuales pero quieren parecer heterosexuales. Un problema de identidad. De ahí su obsesión por acceder al matrimonio, la adopción de niños, los vientres de alquiler y las maternidades y paternidades dobles. Quieren hacer ver como si formasen “familias”. Algo tan insensato como querer unir dos tornillos o dos tuercas donde tienen que ir un tornillo y una tuerca.
Pero esta militancia desquiciada, que además la forman solo una relativa minoría de homosexuales, no tiene bastante con equipararse social y legalmente con las parejas hombre-mujer, sino que va mucho más allá y pretende insuflar en los niños, durante la etapa educativa, sus mismas neuras, haciéndoles creer que la homosexualidad es una variedad tan natural, innata, constitutiva, productiva y socialmente deseable como la orientación sexual basada en dos sexos distintos que se oponen y complementan el uno al otro, a diferencia de los sexos iguales, que se excluyen y repelen. Con esta enseñanza, sesgada y falsa, se priva a los niños de un referente sexual claro que oriente la tendencia bisexual que se da en las etapas iniciales del desarrollo afectivo. El objetivo es que aumente el número de personas con orientación homosexual, que es lo que a la militancia del homosexualismo político le interesa. Cualquier trava o dificultad que se oponga a este objetivo hay que barrerla con imperativos legales, histerismos callejeros tipo Orgullo Gay, y manifestaciones de protesta cuando a algún político, como a la Sra. Ayuso, se le ocurra proteger a los niños de las imposiciones perversas de una militancia ideológica empeñada en un igualitarismo en el que la teoría se contradice, hasta el absurdo, con la realidad.
Que los homosexuales lo sean hasta sus últimas consecuencias y sin salirse de los límites que les vienen dados por la propia naturaleza de su orientación sexual. Otra cosa es una locura de la que no hay que hacer víctimas a los niños.
Fue así, agrediendo, intimidando, aterrorizando, como los lgbt consiguieron en 1973 que la APA (Asociación Americana de Psiquiatría ) excluyera la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales.
No fue a fuerza de ciencia, sino a fuerza de violencia.
(La voz Terrorismo es aplicable a este modo de actuar.)
Lo que se ve sin mayor esfuerzo es que esa perturbación (no genética, como lo dijo el director del Proyecto Genoma, Francis Collins) viene acompañada de otra: la sociopatía (definida como un trastorno antisocial en el que el enfermo no discierne entre el bien y el mal, y no le importan los derechos y sentimientos de los demás).
Basta leer en Génesis 19,4-9 la ferocidad con que atacaron a Lot.
César Vidal relata lo ocurrido en 1973 :
https://www.libertaddigital.com/opinion/ideas/la-homosexualidad-no-es-lo-que-era-1275323365.
La explicación de Francis Collins:
https://razonesparacreer.com/ni-hay-gen-gay-ni-hay-gen-de-dios-segun-el-director-del-proyecto-genoma-humano/
La mejor manera de luchar contra el movimiento político del lobby LGBTIQ+ es eliminar todo recurso público e ir eliminando privilegios sociales que solamente han provocando división, desorden, perversión y totalitarismo social, todo esto bajo el amparo de políticos corruptos principalmente de izquierda radical y la ideología de género.