Cuando en 2020 el presidente Pedro Sánchez fue al Vaticano a visitar al Papa, la audiencia finalizó con un discurso de Francisco a su invitado con carga de profundidad. Vale la pena verlo en internet. Fue una despedida poco habitual, en la que el Papa, de forma respetuosa y sutil, pero muy clara y con un ademán serio, recordaba el poder destructor que han demostrado tener algunas ideologías, con referencia incluida a la Alemania de los años 30 del siglo pasado. Francisco hizo una advertencia a los políticos que quieren borrar la herencia recibida, cuando su invitado estaba impulsando la aprobación de leyes para la legalización de la eutanasia, para restringir el derecho de los padres a elegir la escuela de sus hijos y debilitar la concertada, o para legalizar el cambio de sexo a partir de los 14 años.
Hace dos meses, cuando ya se habían aprobado las dos primeras leyes mencionadas, la vicepresidenta española también fue a visitar al Papa. Yolanda Díaz exhibió unas formas muy cercanas y cálidas con el Papa, que sorprenden en la líder de un partido con una estrategia clara en contra de la doctrina católica y de la propia Iglesia. El Papa también se mostró muy amable con la política gallega, pese a que sus anteriores consejos a Pedro Sánchez a éste le entraron por una oreja y le salieron por otra.
Si realmente nuestros gobernantes valoran al Papa Francisco y lo que defiende, harían bien en leer su discurso a los miembros del cuerpo diplomático acreditado ante el Vaticano del pasado 10 de enero. Una clase magistral de política en el mejor sentido de esta palabra, en un tiempo en el que dominan las acciones políticas a corto plazo, partidistas y tendenciosas ideológicamente.
Empezando por la pandemia, el Papa constata las grandes ventajas de la vacunación, reclamando un compromiso de la comunidad internacional para inmunizar a toda la población mundial. Al tiempo que pide a los gobiernos una comunicación transparente de las problemáticas y de las medidas idóneas para afrontarlas.
Sobre la inmigración, el Papa manifiesta que «no podemos permanecer indiferentes ni quedarnos atrincherados detrás de muros y alambres espinosos». Y a la vez añade que “a nadie se le puede pedir lo que no puede hacer, pero existe una clara diferencia entre acoger, aunque sea limitadamente, y rechazar totalmente”.
Por tanto, los gobernantes europeos no pueden dejar la iniciativa en un asunto de tanta trascendencia a los traficantes de seres humanos, o dirigentes sin escrúpulos que transforman a los migrantes, en palabras del Papa, “en armas de coacción política”. Hay que hacer progresar a África de verdad
El Papa Francisco aludió también al “déficit de eficacia de muchas organizaciones internacionales”, que dedican su atención a temáticas que provocan divisiones y que no están relacionadas con sus fines, “dando como resultado agendas cada vez más dictadas por un pensamiento que reniega los cimientos naturales de la humanidad y las raíces culturales que constituyen la identidad de muchos pueblos”. Macron hace el mismo caso que Sánchez de los consejos del Papa, y ha encarado la presidencia de turno francesa en la UE priorizando la imposición del aborto como derecho fundamental. Como si Europa estuviera sobrada de natalidad y como si la Unión no tuviera suficientes problemas como para crear nuevas divisiones entre los estados.
Francisco criticó nuevamente la “colonización ideológica, que no deja espacio a la libertad de expresión y que hoy asume cada vez más la forma de esa cultura de la cancelación, que invade muchos ámbitos e instituciones públicas. En nombre de la protección de las diversidades, se acaba borrando el sentido de cada identidad, con el riesgo de acallar las posiciones que defienden una idea respetuosa y equilibrada de las diferentes sensibilidades. Se está elaborando un pensamiento único –peligroso– obligado a renegar la historia o, aún peor, a reescribirla en base a categorías contemporáneas, mientras que toda situación histórica debe interpretarse según la hermenéutica de la época, no según la hermenéutica de hoy”.
En cuanto a esta última apreciación del Papa, la Real Academia de la Historia recientemente ha formulado alegaciones en el programa de la asignatura de historia en el bachillerato del Ministerio de Educación. La Academia señala que es necesario diferenciar entre la historia como ciencia que busca el conocimiento objetivo del pasado, dotada de los instrumentos adecuados y específicos a tal fin, y la memoria, que es una apreciación inherentemente subjetiva, parcial y cambiante. Un gobierno democrático no puede pretender sustituir a la historia por una memoria politizada del pasado.
El Papa también subrayó que «hay algunos valores permanentes (…), valores básicos que están más allá de todo consenso. Deseo destacar especialmente el derecho a la vida, desde la concepción hasta su fin natural, y el derecho a la libertad religiosa”.
Por último, Francisco criticó también la fabricación y el comercio de armas. Aquí hay que recordar que España tiene el dudoso honor de ser el séptimo país exportador de armas del mundo. Una industria pujante impulsada por los sucesivos gobiernos y que vende armas a regímenes como el de Arabia Saudí o Kazajistán.
Ojalá que Sánchez, Díaz o Macron hicieran algo de caso en los sabios consejos del Papa Francisco en vez de ir sólo a hacerse la foto con él. Ojalá afrontaran los verdaderos problemas en lugar de crear otros nuevos.
Publicado en el Diari de Girona, el 14 de febrero de 2022
Si realmente nuestros gobernantes valoran al Papa Francisco y lo que defiende, harían bien en leer su discurso a los miembros del cuerpo diplomático acreditado ante el Vaticano del pasado 10 de enero Share on X