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Es una escena de una película (Spiderman, lejos de casa), el joven Peter Parker se enfrenta a una nueva situación vital, su primera cita con una chica, y para eso no le valen sus superpoderes de Spiderman, debe enfrentarse a la situación con las luces y fuerzas de un hombre cualquiera.  Un adulto, lo más parecido a su madre, su tía May, le aconseja sobre cómo enfrentarse a esa nueva situación: «No lo pienses mucho, solo sigue tu instinto y te va a ir bien».

No es más que una muestra. El cine contemporáneo está repleto de citas análogas: «Concéntrate en el momento, siente, no pienses, usa tu instinto» Qui-Gon Jinn en La Guerra de las Galaxias. Y no sólo en el mundo de ficción, famosos, personajes de reconocido éxito como Oprah WinfreySigue tu instinto como si fuera un GPS») repiten el mismo lema.

Pero ¿qué es el instinto?

Hay quien confunde instinto con intuición. La intuición es una percepción inconsciente, sabemos que lo sabemos, pero no sabemos cómo lo sabemos. La intuición no rechaza el pensamiento, lo enriquece. Si incluimos «no lo pienses mucho» con «sigue tu instinto», claramente no hablamos de intuición, no hay confusión posible, hablamos realmente de instinto.

Normalmente, se entiende por instinto una conducta que no es fruto de la reflexión ni del aprendizaje. En el mundo animal, el instinto ocupa la mayor parte del comportamiento. Algunos animales aprenden de la experiencia, incluso pueden ser amaestrados, pero, aún así, la fuerza del comportamiento instintivo suele prevalecer bajo estímulos intensos.

Sin embargo, en el ser humano, la conducta aprendida supone la mayor parte del comportamiento (aprendemos a caminar erguidos, a hablar, a relacionarnos con los demás, a desarrollar nuestras capacidades…) quedando los instintos para situaciones extremas, como el instinto de supervivencia, sexual, etc. Es más, el legado instintivo que recibe el bebé humano es mucho menor que el que recibe la cría de cualquier animal. La supervivencia y desarrollo de un bebé humano privado de educación, es altamente improbable. Desde el punto de vista exclusivo del instinto, los animales están mucho mejor dotados que los humanos.

Priorizar el instinto sobre el pensamiento (análisis de razones y sentimientos), significa valorar nuestro sustrato animal por encima de lo específicamente humano: el raciocinio y la libertad. Tradicionalmente, se ha valorado la razón como la capacidad humana de reconocer el bien y la libertad como la capacidad para seguirlo. Los animales, esclavos de sus instintos, no son racionales ni libres.

Un ser humano adulto debería tener los instintos a su servicio, no ser esclavo de ellos.

El cerebro del ser humano cuenta con una zona (la corteza prefrontal) que es capaz de inhibir los impulsos instintivos. Así, el humano puede modificar la respuesta instintiva y reemplazarla por respuestas entrenadas (los hábitos) que, una vez integrados, se activarán automáticamente. Controlar los instintos y desarrollar los hábitos son procesos desarrollados en la etapa de maduración durante la infancia y la juventud. El niño no será capaz de reprimir sus instintos, el joven en algunos casos. Un ser humano adulto debería tener los instintos a su servicio, no ser esclavo de ellos.

Desde este punto de vista, recomendar a un joven que, ante una nueva situación, no piense y se guie por sus instintos es algo parecido a recomendarle que abandone sus capacidades humanas y se retraiga a sus escasas capacidades animales.

Otro consejo cinematográfico muy diferente es el de E.T. a sus amigos terrestres: «Sed buenos». En este caso, la recomendación está en las antípodas del consejo anterior. Ya no se trata de seguir un impulso ciego, sino de adherirse al bien, que debe ser descubierto y reconocido, y para eso hay que pensar y elegir.

Ahora pónganse en el pellejo de un padre cuya hija va a tener su primera cita con un chico que recibe el consejo de sus tutores y amigos. ¿Qué prefieren, que ese consejo sea «No lo pienses mucho, compórtate como el animal que eres y todo irá bien» o «Piensa y elige ser bueno y todo irá bien»? Yo no tendría ninguna duda.

Controlar los instintos y desarrollar los hábitos son procesos desarrollados en la etapa de maduración durante la infancia y la juventud Share on X

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