

Cuanto más iguales son a los hombres, menos eligen lo mismo
Publicamos el interesante artículo publicado por Carolyn Moynihan en Mercatornet:
«¿Recuerdan a James Damore, el joven ingeniero de Google que fue despedido en agosto pasado por resistirse al programa de igualdad de género de la compañía? Damore no estaba en contra de que hubiera más mujeres en el campo de la tecnología, simplemente no creía que el actual desequilibrio entre hombres y mujeres se debiera al sexismo y pudiera ser corregido al cambiar las actitudes de los hombres. “Los sexos suelen tener diferentes preferencias de trabajo debido a sus diferencias biológicas”, sostuvo.
En ese momento, vimos un artículo en Family Studies escrito por David C. Geary, un psicólogo de la Universidad de Missouri que considera las diferencias sexuales desde un enfoque evolutivo y cuya investigación respalda la afirmación básica de Damore. La semana pasada, se publicó en la revista Pyschological Science un artículo sobre esa investigación, escrito junto con Gijsbert Stoet, un psicólogo de la Universidad de Leeds Beckett.
El documento «La paradoja de la igualdad de género en la enseñanza de Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas» (STEM) arroja hallazgos que la mayoría de expertos en políticas y profesores de estudios de género no querrán escuchar: cuanto mayor sea la igualdad de género de un país (piense en Suecia, Finlandia, Islandia), menor probabilidad hay de que las mujeres elijan las profesiones de Matemáticas y Ciencias.
Por el contrario, los países con mayor cantidad de mujeres graduadas en carreras de STEM se encontraban entre los países con menor igualdad de género (por ejemplo, los Emiratos Árabes Unidos).
Olga Khazan informa en The Atlantic que, según Stoet y Geary, eso podría deberse a que «las mujeres en países con mayor desigualdad de género simplemente buscan el camino más claro posible hacia la libertad financiera». Y, a menudo, ese camino pasa por profesiones de STEM».
Los psicólogos examinaron datos de 67 países y descubrieron que, en la mayoría de ellos, las niñas eran tan buenas o mejores que los niños en Ciencias, y en casi todos los países hubieran sido capaces estudiar Matemáticas y Ciencias a nivel universitario. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos en sentido contrario, hay una gran brecha de género en las profesiones de STEM en Occidente, especialmente en Ingeniería y Tecnología Informática.
¿Por qué?
Por las diferencias de sexo: las niñas son buenas en Matemáticas y Ciencias, pero en promedio son mejores en Lectura. Los niños son mejores en Matemáticas y Ciencias y peores en Lectura. Es más, en Escandinavia, esas «utopías nevadas» de la igualdad de género (como dice Khazan), tienen una brecha más grande entre niños y niñas en los que Ciencias es su mejor asignatura.
Porque los estados del bienestar facilitan esa elección: los autores del estudio señalan que los países con mayor igualdad de género suelen ser estados del bienestar, donde hay menos presión económica sobre las mujeres. Por ejemplo, las mujeres en Occidente pueden estudiar Derecho, Medicina, Veterinaria (una profesión científica donde hay igualdad de género), Comunicación y Artes escénicas, o convertirse en organizadoras de eventos o incluso cuidadoras de niños, porque eso es lo que les gusta. Tienen la libertad de elegir, incluso cuando lo que eligen es menos seguro o no tan bien pagado.
En otras palabras, donde las mujeres tienen posibilidad de elección, tienden a no escoger profesiones de STEM. Y se ve que es una alternativa con la que están contentas en general en los países que estudiaron Stoet y Geary, por las calificaciones de «satisfacción con la vida».
Hace algunos años, un divertido documental sobre la auto-segregación por género en el mercado de trabajo de Noruega ilustraba bastante bien este punto. También se atrevió a explorar, a través de entrevistas, las diferencias sexuales básicas entre hombres y mujeres que contribuyen en gran medida a explicar este fenómeno.
Una de estas diferencias es lo que parece ser la orientación natural del sexo femenino hacia las relaciones humanas y, por lo tanto, a leer y hablar. Geary le dice a Khazan que la brecha entre niñas y niños en la lectura «está relacionada, al menos en parte, con las ventajas de las niñas en las habilidades básicas del lenguaje y un mayor interés en general en la lectura: leen más y, por tanto, practican más».
Khazan observa filosóficamente:
«El resultado de esta investigación no es ni especialmente feminista ni especialmente triste: no es que la igualdad de género desaliente a las niñas a estudiar Ciencias. Es que les permite no hacerlo si no están interesadas«.
James Damore estaba básicamente en lo cierto: hay un desajuste en los países occidentales entre la ideología de la igualdad de género y la realidad de la diferencia sexual. Pero no esperen que la brigada de igualdad retroceda en el corto plazo.»