Quién no ha oído alguna vez la frase: “Esto parece la Posada del Peine” dicha por una madre refiriéndose a los hijos que entran y salen de casa como si de un hotel se tratara. El encuentro familiar se hace cada vez difícil, debido, entre otras cosas, a los horarios de los colegios, la incorporación de la mujer al mercado laboral, al estrés diario, etc., lo que hace que cada vez pasamos menos tiempo juntos y aunque vivimos bajo el mismo techo, cada uno se dedica a sus asuntos. El individualismo se está introduciendo, sigilosamente, en la familia.
Nuestra forma de vida y, sobre todo nuestro ocio, se está haciendo cada día más individualista. En la mayoría de los hogares cada hijo tiene una habitación propia que, a medida que se hace mayor, se convierte en su apartamento particular, donde no se puede entrar b ajo ningún pretexto, sino es para limpiársela (claro).
Por otro lado, el ocio de fin de semana se va desfamiliarizando progresivamente. Los niños a partir de los diez años ya salen solos con sus amigos los fines de semana. Lejos de buscar alternativas de ocio familiar, los padres se desentienden de la tarea dándoles una paga, sin enseñarles unos criterios claros, para que administren su propio ocio.
El individualismo en el seno de la familia es una consecuencia clara de una cambio social más amplio que se está dando en la era postmoderna. Vivimos un momento en el que se pone mucho énfasis en la libertad y en el desarrollo individual de la persona, dando primacía a las opciones y decisiones individuales frente a las normas sociales, tanto en el ámbito profesional, en la política y en la vida familiar.
Para vencer el individualismo, la orientadora familiar Beatriz Londoño, recomienda
Aprender a ‘perder’ el tiempo con las personas que amamos y a pasarlo bien juntos haciendo algo que al otro le gusta o simplemente haciendo nada, pero juntos
Saber conversar con un bebé, con un niño de cuatro años, con un adolescente con un esposo cansado, irritado, tenso, o con una esposa cansada, hipersensible, necesitada de muestras de cariño. Y sobre todo, saber escuchar
Descubrir nuevas costumbres que respondan a principios y valores esenciales y que quizá nuestros antepasados no vivieron y aún están por descubrir.
La llegada del verano es un momento idóneo para replantear nuestro proyecto de vida en familia.