Cuatro días después de que el incendio destruyera la iglesia Católica Corpus Christi en Pacific Palisades (Los Ángeles), el capitán Bryan Nassour del Departamento de Bomberos de Los Ángeles decidió buscar objetos de valor entre los escombros del santuario.
La escena era desoladora: una capa inmensa de ladrillos chamuscados y escombros cubría lo que alguna vez fue el templo de una comunidad católica.Nassour, miembro de la iglesia San Francisco de Sales en Sherman Oaks, sabía lo importante que sería recuperar algo significativo para los feligreses de aquella parroquia.
«Mi hermano perdió su casa. Tengo amigos cercanos que lo perdieron todo, excepto las camisas que llevaban puestas, y también pertenecen a esa iglesia», dijo Nassour según informa Ángelus. «Entonces, si pudiera salvar una sola cosa, que fuera esta, para que tengan algo en lo que creer».
Con la ayuda de su equipo, Nassour encontró el tabernáculo de bronce macizo sobre el altar de granito, intacto, con una cruz encima.
A pesar del intenso calor y la destrucción generalizada, el Santísimo Sacramento permanecía seguro.
Este contenedor, que pesaba más de 300 libras, fue trasladado a la estación de bomberos como un acto de profunda reverencia.
Un rescato cargado de esperanza
La recuperación del tabernáculo no solo fue un acto de preservación material, sino una caricia espiritual que tocó profundamente entre los feligreses de Corpus Christi.
El párroco de la iglesia, quedó incrédulo cuando Nassour le comunicó que el tabernáculo estaba intacto.
«Fue una de las cosas más edificantes», relató Nassour. «No todos son religiosos, pero lo vieron y dijeron: ‘Esto es increíble’. Estamos haciendo algo, al menos una cosa, que podemos salvar para la comunidad».
El acto de Nassour y su equipo no terminó con el tabernáculo. También lograron recuperar cálices, patenas y tres recipientes intactos de aceite santo, aunque algunos objetos sagrados estaban severamente dañados. Esta recuperación, en medio de un panorama de devastación, ofreció un rayo de esperanza a los feligreses que habían perdido tanto.
Un símbolo de fe resiliente
El tabernáculo fue trasladado a la iglesia de Santa Mónica, donde monseñor Kidney celebró una misa el 12 de enero.
Durante la misa, el tabernáculo estuvo en exhibición junto al altar, un recordatorio tangible de la presencia divina en medio de la adversidad.
La última imagen conocida del interior de la iglesia de Corpus Christi antes del incendio mostraba a mons. Kidney celebrando una misa con los niños de la parroquia.
La fe de los asistentes fue renovada cuando los feligreses estallaron en aplausos al saber que el tabernáculo había sido salvado.
El capitán Nassour, cuya estación se encuentra al otro lado de la calle de Corpus Christi, recordó cómo decidió buscar objetos de valor no solo para protegerlos de los saqueadores, sino para devolver algo significativo a la parroquia. “Habla con cualquier bombero. En cualquier edificio religioso, lo que suele sobrevivir es la cruz y ciertos elementos específicos que son muy religiosos”, dijo Nassour.
La fe que une y fortalece
A pesar de la devastación, la comunidad católica ha mostrado un compromiso inquebrantable para ayudar a los necesitados. Muchos no esperan instrucciones; simplemente actúan, ofreciendo donaciones, refugio y otros recursos.
El tabernáculo sobreviviente en Corpus Christi simboliza esta fe y esperanza en medio de la adversidad. Es un recordatorio tangible de que, incluso en las pérdidas más profundas, el espíritu humano y la presencia divina pueden prevalecer.
Con una comunidad unida en la fe y llena de caridad, el camino hacia la reconstrucción ya está en marcha.
