La idea del ayuntamiento de Valencia de introducir la «igualdad» (igualitarismo sería más apropiado) en las ligas juveniles de baloncesto se salda con un sonoro fracaso y las quejas de todos los implicados. Las más perjudicadas con estas medidas inspiradas en la ideología de género son, como de costumbre, las mujeres.
Lo explica el diario Levante:
«Chicos con barba de 1,95 metros contra chicas de 1,80. Cuerpos de 90 kilos chocando contra otros de 65. Chicas que rehúyen del bloqueo por no pegar sus pechos a la espalda del contrincante. Árbitros a quienes los partidos se les van continuamente de las manos porque no saben cuándo es falta y cuándo es contacto. Resultados escandalosos. Al técnico de la Fundación Deportiva Municial que ordenó el nuevo formato de competición le ha salido el tiro por la culata en su afán de promocionar la igualdad al unir a hombres y mujeres en las ligas mixtas juveniles de baloncesto, donde compiten equipos de chicos, de chicas y mixtos. Nadie está contento. Ni las mujeres, que se desmotivan ante la superioridad física de sus rivales masculinos, ni los hombres, que se saben ganadores antes del partido.
«A estas edades (de 16 a 18 años), juntarlos es una locura. Las diferencias son de 50 puntos de media», explica Víctor Mut, entrenador del CB Benimaclet, uno de los afectados. El equipo, totalmente femenino, ha perdido la ilusión por el básket. «Es una decepción absoluta. Siento una gran impotencia y rabia porque en casi todos los partidos contra los chicos se cierra acta (cuando la diferencia es de más de 40 puntos). Por mucho que trabajemos y entrenemos, es frustrante», explica Elena Cardo, integrante del CB Benimaclet.
La misma impotencia, o más, sienten las chicas del CB Guadalaviar. Ganaron la liga femenina la temporada pasada. El otro día perdieron 50-4 contra un rival masculino. «Hemos pasado de ser campeonas de liga el año pasado a sentirnos humilladas. Es un chasco de competición, todo esto desmotiva, porque todos los partidos acabamos por los suelos con golpes. Los chicos son más fuertes, más altos y más rápidos. ¿Esto es igualdad? Es todo lo contrario», explica la capitana del equipo, Lucía Lucas. «Luego está el tema del contacto. Yo soy atrevida, pero hay compañeras que se cortan al hacer un bloqueo y es normal, porque cualquier contacto puede ser malinterpretado y eso cohíbe. A algunas les resulta incomodísimo», añade.
Su entrenador, Eduardo Lucas, está indignadísimo. «Este invento es discriminatorio, humillante, ofensivo. ¿Cómo juntas a jugar a baloncesto a hombres y mujeres de 18 años? Mis jugadoras se quejan de que las tocan, aunque sea sin mala voluntad. Alguien ha querido mezclar política y deporte, y se ha equivocado. Todos estamos de acuerdo en que hay que luchar mucho por la igualdad, pero esto es lo contrario. Han destrozado una liga. Cada vez vienen menos jugadoras a entrenar, se están dejando el baloncesto», explica.
(…)
Los conjuntos masculinos andan indignados, también, contra los organizadores de la competición. «Yo desde el 85 había entrenado a chicas y ahora lo hago con chicos. Esto no es competir ni nada parecido. Volvería a las ligas femeninas y masculinas de antes. No salen a competir en igualdad de condiciones. Tengo chavales de 85 kilos y no les apetece salir a jugar como si estuvieran en el parque, quieren ganar y competir. Coger los rebotes, penetrar, encestar? En el contacto, las chicas siempre tienen las de perder. Estos valores que pretenden fomentar no los veo por ninguna parte. Y además, hay normas discriminatorias. Se está jugando con el balón de las ligas femeninas. Al final, lo que va a pasar, es que no se apunten las chicas», apunta Javier Esteve, entrenador del Colegio El Armelar.»
Se constata, una vez más, que cuando la ideología de género se traslada de «inofensivos» textos académicos a la realidad, los resultados son devastadores y perjudiciales para todos, chicas y chicos.