Tras una escalada de tensiones entre los Estados Unidos y China, el veto de Google a Huawei parece haber iniciado una nueva etapa geopolítica. El despliegue del 5G, como detonante final de este nuevo escenario, pone en vilo no sólo las relaciones comerciales sino también el destino de la globalización tecnológica. Estados Unidos ha incluido al gigante chino de teléfonos y tabletas Huawei, que considera un peligro para la seguridad nacional, en una lista negra que, en la práctica, impide a las firmas estadounidenses venderle componentes o software. La primera gran consecuencia ha llegado con ruptura del negocio con grupos como Google o Qualcomm, lo que deja a millones de consumidores inquietos.
La República Popular de China, gracias sobretodo al Know How adquirido por las fábricas occidentales ubicadas en el gigante asiático, está desarrollando en los último años un gran desarrollo tecnológico propio en todos los campos. Tras las amenazas por parte de Donald Trump sobre las relaciones comerciales con China, el Partido Comunista Chino podría acelerar el proceso de autarquía tecnológica.
Para Donald Trump, la batalla comercial contra China supone también una buena apuesta en clave doméstica. La competencia desleal del gigante asiático —con su consiguiente perjuicio a la industria estadounidense— ha sido un asunto permanente durante toda su andadura política, y la oposición, el Partido Demócrata, no discrepa del fondo del asunto, es decir, la necesidad de la batalla, más allá de que se critiquen las formas del incendiario presidente republicano y sus escasos recelos ante una escalada arancelaria.
Huawei es un actor clave en este escenario. En primer lugar, destaca como fabricante: en 2018, registró un nuevo récord anual de 200 millones de smartphones vendidos -cuenta con más de 300 millones activos actualmente-. La presión ejercida desde EEUU ha coincidido con el auge comercial de la marca, que ya ha desbancado a Apple y sólo queda superada por las cifras de Samsung, de origen surcoreano. Este protagonismo se extrema en España, donde Huawei ha conseguido liderar las ventas.
Sin embargo, no todo se limita a los terminales, como el Huawei P20, el Mate 20 y el Honor 10. Está en juego el despliegue de las redes de 5G, liderado por la sueca Ericsson y la finlandesa Nokia, por Europa; así como por Samsung y las chinas ZTE y Huawei, por Asia. EEUU sostiene -y así lo ha avisado a la UE- que dejar esa tecnología en manos de Huawei podría equivaler a ponerla al servicio de China.
La Unión Europea aún no ha tomado medidas pero mira con recelo los vínculos de Huawei con el régimen de Xi Jinping. Sin embargo, en el caso de aplicar sanciones a Huawei, esta decisión retrasaría bastante la implantación de la red de 5G en Europa. «La UE se toma muy en serio la ciberseguridad», señalan desde el Ejecutivo comunitario, informa Álvaro Sánchez. El pasado 25 de marzo, la Comisión anunció que antes del 30 de junio llevaría a cabo una evaluación de riesgos de la red de infraestructuras 5G.
El Gobierno chino, de momento, ha tenido una reacción moderada con Huawei. En su rueda de prensa diaria, el portavoz de Asuntos Exteriores, Lu Kang, indicó únicamente que Pekín “presta atención al desarrollo de la situación” y “apoyará a las empresas chinas para defender sus derechos legítimos mediante vías legales”.
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[…] embargo, se equivocan. El desacoplamiento acaba de empezar. De las amenazas verbales y el rechazo a un nuevo acuerdo comercial se ha pasado a una carrera […]