Hace cien años y un mes que callaban las armas; el domingo 11 de noviembre sonaron las campanas de las iglesias en todo el mundo, incluidas las de la Basílica de San Pedro, como una llamada elocuente a la paz. Me parece que sería constructivo en nuestra sociedad que mientras hacemos recuerdo emocionado y rezamos por las víctimas de aquella enorme tragedia, apostemos de verdad por la paz, con la inteligencia de quienes están dispuestos a sumar sus esperanzas, en lugar de a repetir errores del pasado, como parece están haciendo algunos grupos y países, enfrentando sus miedos.
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