El rape es un pescado de dimensiones bastante considerables ya que puede llegar a unos dos metros de largo y pesar alrededor de sesenta kilos. Tiene la cabeza aplastada, de color oscuro, y con la boca ancha. La cabeza se suele vender a parte para hacer más sabrosas las sopas de pescado. La carne del rape es de textura firme, blanca, y de un sabor comparable a la langosta.
El rape es un ingrediente imprescindible en parrilladas. También, se puede cocinar rebozado, en salsas o asado a la plancha, incluso, algunos maestros de la gastronomía cocinan una especie de “fricandó” de rape con langostinos bien rociado de coñac –de gusto muy refinado y excelente–, mientras que otros preparan un rape “langosta”; un plato que consiste en salpimentar la cola del rape –una vuelta atado con cordel de cocina– y que se debe hacer hervir un cuarto de hora largo dentro de una cazuela con un manojo de tomillo, cebolla, apio, zanahoria, nabos y patatas troceadas; una vez enfriada la cola, se corta y se presenta en la mesa con los nabos y las patatas del guiso. En la tradición monástica, para días de fiesta, en algunos conventos y monasterios se cocinaban las colas de rape con alcachofas y panceta ahumada con vino tinto, sal, pimienta, perejil y chorrito de aceite de oliva.