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Gaza un año después

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Se ha cumplido un año del ataque de Hamás contra Israel. Para entender las dimensiones y el carácter del actual conflicto es necesario recurrir a los números y a las estadísticas.

Víctimas del ataque de Hamás fueron 766 civiles (incluidos 36 niños) y 373 soldados y policías israelíes, a los que deben sumarse otros 342 israelíes caídos durante enfrentamientos posteriores. El ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023 duró unas horas.

Las represalias israelíes se iniciaron inmediatamente y siguen cada vez más virulentas al cabo de un año. Según Wikipedia, en estos doce meses el conflicto ha dejado 41.615 víctimas mortales en la Franja de Gaza, de las cuales 16.500 son niños y 11.088 mujeres. Otras 3.127 víctimas mortales de los ataques israelíes se reparten entre el Líbano, Siria, la Cisjordania ocupada y el Yemen.

Resumiendo: 1.481 israelíes y 44.742 árabes muertos. Especialmente grave: 36 niños israelíes y 16.500 niños árabes solo en Gaza, sin contar los menores árabes asesinados en otros escenarios. Por cada víctima israelí hay más de 30 víctimas árabes. En Gaza, el 39,6% de los muertos son niños. La gigantesca desproporción de víctimas entre uno y otro bando y la espeluznante cifra de niños palestinos asesinados hace que no se pueda hablar de una “guerra” en el sentido propio del término, sino más bien de una serie de matanzas indiscriminadas, iniciadas por Hamás, pero continuadas y superadas con creces en las masacres perpetradas por el ejército israelí. Desde luego, no todo empieza con los hechos del 7 de octubre de 2023, que se encuadran en un conflicto que dura ya casi 80 años.

Precisamente en este trágico aniversario el Papa Francisco ha hecho un nuevo y urgente llamamiento a la paz. La Iglesia Católica reconoce la inmensa gravedad de la actual situación y, fiel a la doctrina de Cristo, proclama Su magisterio, en el que la paz es uno de los máximos valores. No solo las catástrofes y crímenes en masa acaecidos en el último año son motivo para acabar con esta violencia: su extensión al territorio libanés supone un riesgo incalculable para la seguridad de todo el planeta.

En este contexto, un grupo de 99 médicos y enfermeros estadounidenses activos en Gaza, ha hecho pública una carta abierta dirigida al presidente Biden y a la candidata Kamala Harris. Los firmantes, encabezados por los Dres. Teniente Coronel retirado  Adam Hamawy, Mark Perlmutter, Thalia Pachiyannakis y Feroze Sidhwa solicitan un urgente embargo de armas a todos los contendientes, tanto israelíes como árabes, y presiones para establecer un inmediato alto al fuego.

Para fundamentar su petición dan testimonio de lo que vieron y vivieron en la Franja de Gaza. El relato de los sanitarios es espeluznante. Tras leer la carta, es imposible no comparar los sufrimientos de la población palestina con los horrores de la Segunda Guerra Mundial, como los sufridos por los judíos del Gueto de Varsovia o la población de Leningrado durante el espantoso asedio de esta ciudad. Es inevitable también preguntarse si después de estos crímenes sus culpables deberán hacer frente a un nuevo tribunal de Núremberg.

Por el momento no hay indicios de que vaya a ser así, lo cual sin ninguna duda puede tener consecuencias aún más nefastas: si no se hace justicia, será imposible frenar el deseo de venganza, por lo que la espiral de crimen y destrucción no hará sino crecer.

A continuación reproducimos algunos extractos de la mencionada carta abierta, (el contenido completo puede leerse en las páginas que citamos al final del texto), una misiva que, si compartimos el espíritu de paz y misericordia proclamado por la Iglesia Católica, de ningún modo puede dejarnos indiferentes:

Es probable que el número de víctimas mortales de este conflicto sea ya superior a 118.908, un asombroso 5,4% de la población de Gaza. (…)

Salvo excepciones marginales, todo el mundo en Gaza está enfermo, herido o ambas cosas. Esto incluye a todos los cooperantes nacionales, a todos los voluntarios internacionales y probablemente a todos los rehenes israelíes: todos los hombres, mujeres y niños. Mientras trabajábamos en Gaza vimos una malnutrición generalizada en nuestros pacientes y en nuestros colegas sanitarios palestinos. Todos y cada uno de nosotros perdimos peso rápidamente en Gaza a pesar de tener un acceso privilegiado a los alimentos y de haber llevado con nosotros nuestra propia comida suplementaria rica en nutrientes. Tenemos pruebas fotográficas de la desnutrición potencialmente mortal de nuestros pacientes, especialmente los niños. (…)

Prácticamente, todos los niños menores de cinco años que encontramos, tanto dentro como fuera del hospital, tenían tos y diarrea acuosa. Encontramos casos de ictericia (indicativa de infección por hepatitis A en esas condiciones) en casi todas las habitaciones de los hospitales en los que prestamos servicio, y en muchos de nuestros colegas sanitarios de Gaza. Un porcentaje asombrosamente alto de nuestras incisiones quirúrgicas se infectaron por la combinación de desnutrición, condiciones operatorias imposibles, falta de suministros sanitarios básicos como jabón, y falta de material quirúrgico y medicamentos, incluidos antibióticos.

La desnutrición provocó abortos espontáneos generalizados, recién nacidos con bajo peso e incapacidad de las madres para amamantar a sus hijos. Esto dejó a sus recién nacidos en alto riesgo de muerte dada la falta de acceso a agua potable en cualquier lugar de Gaza. Muchos de esos bebés murieron. En Gaza vimos cómo madres desnutridas alimentaban a sus recién nacidos con leche de fórmula elaborada con agua envenenada. (…)

“Todos los días veía morir a bebés. Habían nacido sanos. Sus madres estaban tan desnutridas que no podían amamantarlos, y nosotros carecíamos de leche de fórmula o agua limpia para alimentarlos, así que se morían de hambre.” (Asma Taha, enfermera especializada en pediatría) (…)

Gaza fue la primera vez que tuve el cerebro de un bebé en la mano. La primera de muchas.”
(Dr. Mark Perlmutter, cirujano ortopédico y de la mano) (…)

Todos y cada uno de los firmantes de esta carta vimos a niños en Gaza que sufrieron una violencia que debió de estar deliberadamente dirigida contra ellos. (…)

Es imposible que un tiroteo tan generalizado contra niños pequeños en toda Gaza, mantenido a lo largo de todo un año, sea accidental o desconocido por las más altas autoridades civiles y militares israelíes. (…)

Vi tantos mortinatos y muertes maternas que podrían haberse evitado fácilmente si los hospitales hubieran funcionado con normalidad.” (Dra. Thalia Pachiyannakis, obstetra y ginecóloga)

Las mujeres embarazadas y lactantes que atendíamos estaban especialmente desnutridas. Los que trabajábamos con mujeres embarazadas veíamos con regularidad mortinatos y muertes maternas que eran fácilmente evitables en el sistema sanitario de cualquier país en desarrollo. La tasa de infección en las incisiones de las cesáreas era asombrosa. Las mujeres se sometían a partos vaginales e incluso a cesáreas sin anestesia y después solo recibían Tylenol porque no había otros analgésicos disponibles.

Todos vimos los servicios de urgencias desbordados por pacientes que buscaban tratamiento para enfermedades crónicas como insuficiencia renal, hipertensión y diabetes. Aparte de los pacientes traumatizados, la mayoría de las camas de la UCI estaban ocupadas por pacientes con diabetes de tipo 1 que ya no tenían acceso a la insulina. La falta de disponibilidad de medicamentos, la pérdida generalizada de electricidad y refrigeración y el acceso irregular a los alimentos hacían imposible el tratamiento de esta enfermedad. Israel ha destruido más de la mitad de los recursos sanitarios de Gaza y ha matado a casi mil trabajadores sanitarios palestinos, más de uno de cada 20 trabajadores sanitarios de Gaza. Al mismo tiempo, las necesidades sanitarias han aumentado masivamente por la combinación letal de violencia militar, desnutrición, enfermedad y desplazamiento.

Los hospitales en los que trabajamos carecían de suministros básicos, desde material quirúrgico hasta jabón. Periódicamente se les cortaba la electricidad y el acceso a Internet, se les negaba el agua potable y funcionaban con un número de camas entre cuatro y siete veces superior a su capacidad. (…)

Cuando conocimos a nuestros colegas sanitarios en Gaza, quedó claro que estaban desnutridos y devastados física y mentalmente. Enseguida nos dimos cuenta de que nuestros colegas sanitarios palestinos se encontraban entre las personas más traumatizadas de Gaza, y quizá de todo el mundo. Como prácticamente todos los habitantes de Gaza, habían perdido a sus familiares y sus hogares. (…)

Muchos de estos colegas nuestros fueron capturados por Israel durante los ataques. Todos ellos nos contaron una versión ligeramente diferente de la misma historia: en cautiverio apenas les alimentaban, sufrían continuos abusos físicos y psicológicos y, finalmente, los abandonaban desnudos en el arcén de una carretera. Muchos nos contaron que fueron sometidos a simulacros de ejecución y a otras formas de maltrato y tortura. (…)

Los 99 firmantes de esta carta han pasado un total de 254 semanas en los mayores hospitales y clínicas de Gaza. Queremos ser absolutamente claros: ninguno de nosotros vio ni una sola vez ningún tipo de actividad militante palestina en ninguno de los hospitales u otras instalaciones sanitarias de Gaza. (…)

https://rafaelpoch.com/2024/10/06/en-gaza-cada-dia-es-7-de-octubre/#more-1787

https://www.gazahealthcareletters.org/usa-letter-oct-2-2024

Un grupo de 99 médicos y enfermeros estadounidenses activos en Gaza, ha hecho pública una carta abierta dirigida al presidente Biden y a la candidata Kamala Harris Share on X

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