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La cristianofobia y el preocupante camino hacia la impunidad

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Es imposible contemplar con indiferencia la última burla de Podemos en Palma. El partido, con solo un representante en el Ayuntamiento palmesano, ha decidido arremeter nuevamente contra los sentimientos religiosos de una parte importante de la ciudadanía, presentando un cartel ofensivo de Sant Sebastià de marcado carácter erótico para la fiesta que organizará la noche del 19 de enero en la plaza de Santa Eulàlia.

En esta ocasión, no contentos con haber caricaturizado al santo patrón de la capital balear en múltiples ediciones anteriores, se ha recurrido al feísmo y la socarronería carca más cruda: mostrar a Sant Sebastià con un pene de sobrasada y rodeado de demonios lujuriosos. Un paso más en esta retorcida cruzada contra la fe católica.

No es la primera vez

Este hecho pone de manifiesto la fijación y la perversidad de un partido que, escudándose en la supuesta defensa de libertades y reivindicaciones del peligroso extremismo ideológico del lobby gay, no duda en perturbar una realidad religiosa profundamente arraigada en la fe, la historia, la tradición y el corazón de Palma.

El mero hecho de utilizar, una vez más, una imagen sagrada con un fin publicitario de carácter depravado y sexual provoca aversión. La guinda se sitúa en el centro del cartel: la figura de Dios convertida en un DJ pinchando música, a modo de burla y vil atracción de masas.

Viejo y repetitivo truco. Siempre lo mismo y con el mismo fin.

Es sabido que no es la primera vez que este partido, en coalición durante ocho años con socialistas e independentistas de Més, ataca sin miramientos las tradiciones vinculadas al santo. Cada nuevo cartel parece esforzarse en superar al anterior en irreverencia, escarnio y ofensa. Una serie de ataques sectarios y discriminatorios que se repiten, año tras año, en diferentes contextos y siempre contra la fe católica.

Esta persistente mofa no nace de la nada. Es el fruto de la perniciosa deriva ideológica de una formación intolerante y fanática que se regodea en la infamia y en la provocación. Y lo que es peor cuenta con la confabulación de quienes, en el seno del poder, no han hecho nada para impedir tales actos.

Estamos ante una nueva campaña de Cristofobia y constante de ridiculización de la fiesta religiosa, cuyo acto central solía ser, la misa del 20 de enero en honor al patrón de la ciudad.

¿De dónde nace esta continúa obsesión contra Dios? ¿Por que siempre se agrede a la fe católica?

Es alarmante que el ataque continuo a los cristianos y a la libertad religiosa de muchos ciudadanos haya quedado impune, dando alas a la perpetuación de este tipo de propuestas ofensivas y grotescas.

La autora del polémico cartel es Lluïsa Febrer, una artista afín a la extrema izquierda e independentismo balear, que ya había generado controversia en años anteriores con otro cartel provocador contra Sant Antoni, patrocinado por la Assemblea Antipatriarcal de Manacor.

Aquel folleto ridiculizaba a los castellanohablantes tildándolos de analfabetos y nazis, tergiversando sus legítimas quejas por la imposición lingüística y pintándolas como patéticos reclamos llenos de faltas de ortografía. Este episodio dejó claro que la postura de la artista no es otra que la de atacar a cualquiera que sea contrario a la ideología extrema que defiende con fervor. Ella, la que clama tolerancia y respeto. Ahora, con Sant Sebastià, aplica la manida fórmula de ofensa con la usual estética decadente.

Allanar el camino para la ofensa impune

El problema de fondo, que reviste una gravedad todavía mayor, es la intención del Gobierno de suprimir el delito de ofensas contra los sentimientos religiosos. De prosperar esta iniciativa, se abriría la puerta a una peligrosa impunidad que ampararía a quienes, amparándose en la libertad de expresión, deciden destrozar símbolos religiosos y ofender a una parte de la sociedad.

No se trata de cercenar la crítica ni la creación artística, sino de entender que existen límites en la convivencia social.

Respetar la libertad de unos no puede consistir en ultrajar a otros, ni despojar de protección legal a quienes ven vejados sus símbolos más íntimos e importantes.

En ese sentido, la reciente proposición de Ley  que suprime el delito de ofensas contra los sentimientos religiosos, constituye una amenaza clara al sano equilibrio entre libertad de expresión y respeto.

La norma pretende relegar la protección de los símbolos religiosos a un segundo plano, fomentando un clima de burla y mofa sin consecuencias legales.

El ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, anunció además la reforma integral de la Ley de Enjuiciamiento Criminal (Lecrim), con la intención de limitar las acusaciones populares y atribuir la instrucción de los procesos penales a la Fiscalía. Este combo legislativo no solo implicaría la desprotección de la sensibilidad religiosa, sino que, en la práctica, también limitaría la posibilidad de que asociaciones o colectivos defensores de la fe promuevan acciones contra quienes se dediquen a ultrajar símbolos sagrados.

En definitiva, la burla de Podemos a Sant Sebastià y la probable despenalización de las ofensas religiosas forman parte de un mismo fenómeno:

el descrédito y la banalización de todo lo que constituya un fundamento identitario y trascendente para la ciudadanía.

Es un paso más en la normalización de la ridiculización gratuita de la fe católica, mientras se despoja a esa parte de la sociedad de su legítima defensa. 

Los responsables políticos y quienes apoyan tales reformas están incurriendo en una grave irresponsabilidad histórica.

No es libertad de expresión, sino un atropello consciente, obsesivo y deliberado a una parte importante de la ciudadanía española.

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1 Comentario. Dejar nuevo

  • Sigamos poniendo la otra mejilla, ya que nos tomamos tan literalmente ese pasaje del Evangelio (cuyo sentido es muy otro). Sigamos respondiendo con buenismo a los ataques enemigos.
    Si poner la mejilla hubieran hecho los cruzados, si igual hubieran hecho los que recuperaron España del poder musulmán, Europa se hubiera ahorrado la invasión actual (hecha con las migraciones y los vientres de las musulmanas), porque ya estaría invadida desde hace siglos.
    Y abusos contra la libertad religiosa no habría, pues pedro sánchez, su cuadrilla, los del psoe y podemos, lalachus, etc., serían musulmanes a las buenas o a las malas.
    Y si se les ocurriera abusar, o eliminar el delito de ofensa a los sentimientos religiosos, caerían muertos por las balas o las cimitarras sarracenas antes de darse cuenta de qué les pasó.

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