La Inmaculada Concepción fue proclamada oficialmente patrona del Arma de Infantería en 1892, pero esta devoción hunde sus raíces en un episodio milagroso que tuvo lugar siglos antes.
El milagro de Empel
Corría el año 1585, en el marco de la Guerra de los Ochenta Años, cuando los gloriosos Tercios Españoles se encontraron atrapados en la isla de Bommel, en Flandes.
La situación era desesperada: rodeados por el enemigo, asediados por los barcos holandeses y sin provisiones, sus esperanzas de sobrevivir se diluían rápidamente. Los soldados habían buscado refugio en el castillo de Empel, pero todo indicaba que su fin era inminente.
En medio de este escenario desolador, mientras cavaban trincheras, un soldado encontró un pequeño cuadro de la Inmaculada Concepción.
Era una imagen sencilla, pero su descubrimiento fue interpretado como una señal celestial. El hallazgo llenó de esperanza a los soldados, quienes, liderados por Francisco Arias de Bobadilla, entronizaron la imagen y se encomendaron a la Virgen.
Bobadilla, con una mezcla de fervor y determinación, se dirigió a sus tropas: «¡Soldados! El milagroso hallazgo viene a salvarnos. ¿Queréis que abordemos de noche las galeras, prometiendo a la Virgen ganarlas o perder todos, todos, sin quedar uno, la vida?».
Aquella noche sucedió lo inesperado, un verdadero prodigio. Las aguas del río Mosa, que rodeaban la isla, se congelaron rápidamente con una fuerza y espesor extraordinarios.
Esto permitió a los Tercios realizar un ataque sorpresivo, desplazándose por el hielo hacia las galeras enemigas y logrando una victoria completa contra todo pronóstico.
La supervivencia de aquellos cuatro mil hombres fue vista como un milagro atribuido a la intercesión de la Virgen Inmaculada. Así nacía el «milagro de Empel», un episodio que quedaría grabado en la memoria del Ejército español y en la historia de la cristiandad.
El legado en el Arma de Infantería
El milagro de Empel no solo salvó a los Tercios, sino que también consolidó un vínculo profundo entre el Arma de Infantería y la Virgen Inmaculada.
Los soldados, quienes nunca dudaron de que le debían la vida, llevaron consigo esta devoción a lo largo de los siglos.
Este episodio también refuerza la idea del soldado español como un defensor de la fe y de los valores cristianos.
Cuando en 1892 se oficializó a la Inmaculada Concepción como patrona del Arma de Infantería, no se trató solo de un acto formal, sino de una confirmación de una devoción que ya había arraigado profundamente en el corazón de los infantes españoles.
Desde entonces, el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, se celebra como una jornada especial en el calendario militar, un momento de recuerdo, oración y gratitud.
La figura de la Virgen Inmaculada se ha convertido en un símbolo de protección y guía para el Arma de Infantería.
Una devoción que trasciende lo militar
El milagro de Empel y la devoción a la Inmaculada también trascienden lo militar. Reflejan cómo la fe puede iluminar incluso los momentos más oscuros, brindando esperanza y fuerza para superar los desafíos.
En la figura de la Virgen, los soldados encuentran no solo a su patrona, sino también a una madre amorosa que intercede por ellos ante Dios.
Hoy, la Inmaculada Concepción sigue siendo el faro espiritual del Arma de Infantería. Su historia, forjada en milagros y valentía, es un recordatorio constante de que la fe y el sacrificio pueden obrar maravillas.