El feminismo contemporáneo, particularmente el llamado feminismo de tercera o cuarta ola, asume generalmente la existencia de un sistema estructural patriarcal en Occidente, entendido como una organización social, cultural y política que históricamente privilegia al hombre frente a la mujer. Esta perspectiva se relaciona directamente con la teoría o perspectiva de género, que propone que muchas diferencias entre hombres y mujeres no son naturales, sino construcciones sociales y culturales impuestas por dicho patriarcado.
La Iglesia católica mantiene una posición crítica sobre estas cuestiones porque, aunque acepta y apoya la igualdad fundamental entre hombres y mujeres en dignidad y valor como hijos e hijas de Dios, rechaza explícitamente varias conclusiones clave de la teoría de género tal como esta se formula en el discurso feminista contemporáneo.
La teoría de género ha estado reiteradamente rechazada por Francisco, al igual que por sus predecesores.
La teoría de género ha estado reiteradamente rechazada por Francisco, al igual que por sus predecesores. En la Exhortación apostólica Amoris Laetitia (2016): “Otra cosa es pretender cancelar la diferencia sexual porque ya no se sabe confrontarse con la misma.” (AL 56) o en la Catequesis (Audiencia General, 15 abril 2015): “[…] la llamada teoría del gender […], que busca cancelar la diferencia sexual porque ya no sabe confrontarse con ella”.
El Vaticano ha denunciado el «feminismo radical» y la lucha de sexos. En un documento de 2004, criticó «la tendencia a subrayar fuertemente la condición de subordinación de la mujer con el objetivo de suscitar una actitud de rebeldía»
La Iglesia considera que ciertas formas de feminismo promueven una «rivalidad entre los sexos» y buscan «difuminar sus diferencias, consideradas simples efectos de un condicionamiento histórico y cultural».
El propio Papa Francisco ha calificado recientemente la ideología de género como «el peor peligro de hoy».
El Papa Benedicto XVI, en 2012, vinculó la crisis de la familia con el rechazo de la dualidad originaria de la criatura humana, criticando la “filosofía de género”. El propio Papa Francisco ha calificado recientemente la ideología de género como «el peor peligro de hoy».
La Congregación para la Doctrina de la Fe en su Carta a los obispos sobre la colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo (2004): “En nuestros días surge la tendencia a eliminar las diferencias, y se considera a las personas exclusivamente como seres humanos sin referencia al sexo, lo que promueve una antropología confusa”.
Y es fundamental el documento “Varón y Mujer los creó” (2019) de la Congregación para la educación católica: “La teoría de género […] presenta una antropología distinta de la visión cristiana sobre el ser humano, y amenaza con anular las bases biológicas de la identidad sexual, sustituyéndolas por una visión puramente subjetiva”.
Lo cual de ninguna manera significa la ausencia de la consideración de la mujer en la Iglesia
Lo cual de ninguna manera significa la ausencia de la consideración de la mujer en la Iglesia, pero en términos propios, desarrollados a partir de su propia naturaleza y lógica y no importados de las ideologías del momento. Es el caso de la gran aportación de Juan Pablo II, en la carta apostólica Mulieris Dignitatem (1988): “La dignidad de la mujer y su vocación han sido objeto constante de reflexión en el magisterio de la Iglesia […]. El respeto a la mujer y su promoción debe convertirse en una prioridad”.
También Francisco, en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium (2013): “Todavía es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia” (EG 103).
La clave radica en que esta aceptación de la dignidad e igualdad femenina no significa en absoluto asumir el discurso de género ni reconocer la existencia estructural del patriarcado en los términos usados por el feminismo contemporáneo.
Lucetta Scaraffia (ed.) en La donna e il cristianesimo (2015), busca tender puentes entre el discurso feminista y la tradición católica, reconociendo conflictos, pero sugiriendo puntos de encuentro.
A su lado, se alzan poderosos argumentos críticos respecto al feminismo contemporáneo: Gabriele Kuby, en La Revolución sexual global: La destrucción de la libertad en nombre de la libertad (2012). Kuby es una autora católica que denuncia la ideología de género como incompatible radicalmente con la visión católica del ser humano, y Marguerite Peeters en La ideología de género: sus peligros y alcances (2013), hace un análisis crítico detallado desde una perspectiva doctrinal.
La Iglesia católica reconoce injusticias históricas contra las mujeres, pero evita el uso del término «patriarcado»
La Iglesia católica reconoce injusticias históricas contra las mujeres, pero evita el uso del término «patriarcado» en el sentido feminista (como sistema estructural de dominación masculina). En su lugar, enfatiza la complementariedad de los sexos y la familia como institución natural.
Asociaciones como *World Union of Catholic Women’s Organizations (WUCWO), Defienden derechos de la mujer (educación, lucha contra la violencia), pero rechazan el aborto, la ideología de género y el cuestionamiento de roles familiares naturales, los que se han desarrollado desde la ley natural.
La conclusión es clara, la doctrina católica rechaza explícitamente la perspectiva de género contemporánea, considerándola incompatible con su antropología cristiana, y por extensión la concepción feminista que se apoyan en él Al mismo tiempo, proclama la igualdad esencial en dignidad y derechos entre hombre y mujer, pero la entiende desde una óptica teológica propia que enfatiza la complementariedad sexual como esencial y normativa.
La Iglesia sí promueve un cierto “feminismo” (en el sentido de derechos de la mujer dentro de aquel marco de referencia), pero siempre en términos compatibles con la antropología cristiana tradicional, nunca aceptando plenamente la teoría de género feminista ni la existencia estructural generalizada del patriarcado como la entiende el feminismo contemporáneo más extendido.
Feminismo, ideología de género y concepción católica: las incompatibilidades (I)
La Iglesia católica reconoce injusticias históricas contra las mujeres, pero evita el uso del término patriarcado en el sentido feminista. En su lugar, enfatiza la complementariedad de los sexos y la familia como institución natural. Compartir en X