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Feminismo, ideología de género y concepción católica: las incompatibilidades (I)

Al feminismo actual, como a otros grupos que ven a la Iglesia limitada a ser espejo del mundo, sin luz propia, no les interesa lo que nos es común; la propia Iglesia, sino la ideología, su pequeña ideología.

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Los católicos que poblamos la Iglesia vivimos inmersos en el mundo y desde este punto de vista la Iglesia se encuentra siempre abordada por visiones seculares, que corresponden a cada lugar y momento histórico. A la vez, por su propia naturaleza, la Iglesia trasciende a la historia y al tiempo, y por consiguiente la razón secular, solo es asumible en la medida que resultan compatibles con su naturaleza trascendente.

Según el Concilio Vaticano II (constitución dogmática Lumen Gentium), la Iglesia es entendida como el «Pueblo de Dios», cuerpo místico de Cristo y sacramento universal de salvación. La Iglesia visible e histórica (estructura institucional) está íntimamente unida a la Iglesia espiritual y celestial. La Iglesia es tanto una realidad espiritual divina como una institución visible humana, cuya misión es anunciar el Evangelio, administrar los sacramentos y acompañar a los creyentes hacia la salvación eterna.

Esta doble característica; estar en el mundo y a la vez trascenderlo es históricamente una fuente de tensión, porque siempre hay católicos, que consideran, que su papel en lugar de ser luz del mundo (Mt 5, 14-16) es simplemente ser un espejo que lo refleje.

Y esto es lo que sucede con algunos grupos de mujeres que se declaran feministas, y que incluso encuentran acogida en cuanto a sus reivindicaciones y anuncios de movilización en página de publicaciones diocesanas. Asumen las mismas prácticas que un lobby secular y presionan y amenaza

promueven una Huelga de Mujeres para la Cuaresma 2025, ¡a base de ausentarse de todo lugar en la Iglesia!

El último ejemplo  como parece que es innato en el feminismo coetáneo es el de la organización internacional WOC (Women Ordination Conference) que promueven una Huelga de Mujeres para la Cuaresma 2025, ¡a base de ausentarse de todo lugar en la Iglesia! Solo el enunciado descalifica a sus seguidoras porque significa que no entienden nada de lo que es la Iglesia ni de su liturgia, de la economía sacramental, y lo rebajan todo a lo más mundano.

Determinadas mujeres pueden sentirse incomprendidas por la Iglesia. Que se pongan a la cola, que tienen muchos más ilustres predecesores. ¿Cuántos santos no han pasado por esta situación? Pero su aportación positiva a la fe cristiana radica en que en lugar de mundanizarse y actuar como si de una lucha de poder se tratara, la han servido mejor.

Cito dos, de una larguísima lista, San Francisco de Asís y Santa Tersa de Jesús. Pero al feminismo actual, como a otros grupos que ven a la Iglesia limitada a ser espejo del mundo, sin luz propia, no les interesa lo que nos es común; la propia Iglesia, sino la ideología, su pequeña ideología.

El feminismo de tercera y cuarta generación, los actuales, a diferencia del primero, ha resultado demoledor para la sociedad Occidental porque ha dinamitado buena parte de sus fundamentos. Su penetración en la Iglesia acarrearía una crisis brutal.

El feminismo hoy es un movimiento político, filosófico y social que persigue la igualdad efectiva de derechos, oportunidades y dignidad entre mujeres y hombres, pero no solo mediante reformas legislativas, culturales y políticas orientadas hacia la igualdad efectiva entre hombres y mujeres, sino cuestionando y transformando las estructuras antropológicas, sociales, económicas, culturales y políticas que sostienen esas desigualdades.

Estas estructuras constituyen, según su punto de vista, el patriarcado cuyo fin en Occidente es el de discriminar y abusar en todos los sentidos de las mujeres. Los hombres persiguen a las mujeres por ser hombres y ellas mujeres.

Este feminismo actual es indisociable de la ideología de género que constituye su herramienta política dirigida para identificar y visibilizar al patriarcado y acabar con él.

Es marginal el feminismo que no haya integrado en plenitud la perspectiva de género.

Existe, por ejemplo, como minoritario el feminismo crítico del género que sostiene que el concepto actual de «género», entendido como una construcción puramente cultural o una identidad autodefinida, socava la base material de la lucha feminista original, que radica en la opresión concreta vivida por las mujeres debido a su sexo biológico. Desde esta perspectiva, afirman que centrar la lucha feminista en el género entendido como mera identidad personal diluye el sujeto político del feminismo (las mujeres como categoría biológica) y dificulta la defensa de sus derechos específicos.

Este enfoque es conocido como feminismo crítico con la teoría del género o, más recientemente, como feminismo crítico de género o feminismo materialista clásico. A veces se conoce también como «feminismo radical clásico» o «crítico del género».

Este feminismo mantiene una clara separación entre sexo y género, afirmando que el sexo es un hecho biológico y el género una construcción cultural opresiva que debería ser cuestionada o abolida, no celebrada como identidad subjetiva.

Sus voces más representativas son las de Kathleen Stock, filósofa británica, autora de «Material Girls: Why Reality Matters for Feminism» (2021), crítica abierta a la teoría queer y la concepción actual del género. Helen Joyce, autora del libro Trans: When Ideology Meets Reality, que defiende la crítica feminista a la ideología contemporánea de género y la de Amelia Valcárcel en España, que también representa una postura crítica hacia ciertas derivas del feminismo actual, reivindicando una perspectiva feminista basada en la experiencia material histórica de la mujer frente a la discriminación por su sexo biológico.

Pueden resumirse en tres las principales derivas feministas que no acogen la perspectiva de género en su plenitud:

Feminismo radical «biologicista”. Este enfoque centra su análisis en el sexo biológico como base de la opresión patriarcal, rechazando en parte el concepto de «género».

Feminismo cultural: Enfatiza las diferencias esenciales entre hombres y mujeres (biológicas o culturales) y promueve valores considerados intrínsecamente femeninos como una alternativa al sistema patriarcal. Este enfoque puede rechazar la perspectiva de género al considerar que esta busca homogeneizar las diferencias entre los sexos.

Feminismo crítico del «transfeminismo”: Algunos sectores feministas (a menudo denominados TERF-Feministas Radicales Trans-Excluyentes) rechazan la perspectiva de género cuando esta incluye identidades transgénero. Argumentan que el concepto de género refuerza estereotipos sobre lo masculino y lo femenino en lugar de eliminarlos. Destacan, Sheila Jeffreys, una académica feminista radical crítica del concepto de género, argumenta que este refuerza el patriarcado. Julie Bindel,  activista feminista británica conocida por sus críticas hacia el transfeminismo y el concepto contemporáneo de género. Asociaciones feministas críticas al género: En España, grupos como *Contra el Borrado de las Mujeres han cuestionado la perspectiva de género desde una postura crítica hacia su inclusión de identidades trans.

Estas corrientes representan una minoría dentro del feminismo contemporáneo, pero reflejan tensiones internas sobre cómo abordar las desigualdades desde diferentes marcos conceptuales.

La ideología de género forma parte del feminismo actual con pequeñas excepciones y es compartida de manera general la idea del patriarcado como estructura creada por los hombres para oprimir a las mujeres.

La ideología de género forma parte del feminismo actual con pequeñas excepciones y es compartida de manera general la idea del patriarcado como estructura creada por los hombres para oprimir a las mujeres Compartir en X

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