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Existe la extrema derecha, pero no la ultraizquierda

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En la batalla cultural en la que estamos inmersos, la manipulación del lenguaje por parte de algunos sectores se percibe a todas horas. El aborto queda “en interrupción voluntaria del embarazo”; el propio aborto se esconde tras una supuesta “salud reproductiva”; la eutanasia es “muerte digna”; hablar de la familia “igualitaria” o “inclusiva” forma parte del objetivo de desvirtuar la familia natural e incluir en el concepto todo tipo de agrupaciones humanas; se califica de enseñanza “segregada” a la diferenciada para presentarla como discriminatoria; las agresiones y burlas a principios religiosos son “libertad de expresión”; etc.

Anotemos otro aspecto de la manipulación del lenguaje menos relacionado con la antropología y, de forma directa, con la dignidad del ser humano, pero muy ligado a la política y a la concepción que se tiene de las preferencias en este campo.

Basta una simple observación a la calificación que se otorga a las diversas formaciones en los discursos y debates políticos, pero sobre todo en los medios de comunicación. Tenemos una muy clara, sistemática. A Vox se le califica siempre de ultraderecha, o extrema derecha. No entro en si lo es o no. Lo dejo a la consideración del lector.

Pero sí me sumerjo en otro aspecto, que es el de valorar si se actúa de manera simétrica con todos los del espectro político: ¿a algún partido o grupo se le atribuye la referencia a “extrema izquierda o ultraizquierda”? Ni está ni le espera.

Esta actitud es habitual, ya clásica, pero se percibe con especial claridad en estos momentos, en la campaña de las elecciones andaluzas. Todas las referencias a Vox son de aquel tipo, añadiéndose que hay que trazar un cordón sanitario para con él, pero, ¿no se presenta ninguna organización de extrema izquierda?

Sabemos que un conjunto de seis grupos, un batiburrillo de partidos y organizaciones, han constituido la candidatura “Por Andalucía”, en la línea ideológica que encabeza la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz. Cuando se habla de esta opción se la califica de izquierdas o que “está a la izquierda del PSOE”, pero nunca con la referencia de ultraizquierda o extrema izquierda.  Si se mira bien, estos partidos están más a la izquierda de lo que en la Segunda República era el Frente Popular, ya que en éste estaba el propio PSOE y algunos partidos de la izquierda burguesa como Izquierda Republicana.

Si a aquella candidatura andaluza se le aplicaran los parámetros ordinarios, inteligibles sin máscaras ni maquillajes, debería considerarse comunista. Es respetable y con todo el derecho a presentarse a las elecciones, pero sería bueno que quedara clara a todos su adscripción real.

De modo similar, no se atribuye nunca la referencia de “ultraizquierda” a Unidas-Podemos, ni, en Cataluña, a Els Comuns o a la CUP.

Choca con toda imparcialidad informática, toda óptica de esfuerzo por la objetividad, de trato igual a todos.

Merece la pena anotarlo. Es un dato más en el blanqueo de la ultraizquierda.

Basta una simple observación a la calificación que se otorga a las diversas formaciones en los discursos y debates políticos, pero sobre todo en los medios de comunicación Share on X

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