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¿En qué medida ha evolucionado la violencia entre los jóvenes y adolescentes españoles?

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El contexto social decadente e inmoral puede estar alimentando una peligrosa pulsión hacia la violencia adolescente y entre los jóvenes. Este fenómeno es la radiografía de una época de cambios y reordenamientos sociales.

Los datos

Los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) revelan que casi el 40% de los homicidios ocurren en la franja de edad entre 15 y 29 años. Este aumento de la violencia adolescente es preocupante, especialmente cuando se observa una tendencia al alza después de décadas de estabilidad, sobre todo en los países de renta alta.

La discusión sobre las causas de la violencia adolescente a menudo se centran únicamente en temas, como el acceso a contenidos violentos en redes sociales, videojuegos, en lugar de abordar problemas estructurales como la educación en el hogar, la importancia de un hogar sano y estructurado y la falta de modelos positivos de comportamiento.

Cuando un adolescente se desarrolla en un ambiente donde la violencia es común y aceptada, la percibe como una parte natural de la vida y es más probable que la reproduzca en su propio comportamiento.

La punta del iceberg

El enfoque en la prevención como solución única revela una comprensión limitada de la complejidad del problema. La violencia adolescente no surge de forma aislada, sino que está arraigada en una serie de factores sociales, culturales y psicológicos. Por lo tanto, abordarla únicamente a través de la prevención es llegar tarde y limitarse a tratar los síntomas en lugar de las causas profundas.

Es importante reconocer que la violencia adolescente es la punta del iceberg de problemas más amplios en nuestra sociedad, como la deshumanización de las relaciones, la pérdida de valores familiares y la falta de una educación adecuada en la infancia y la adolescencia.

Abordar estos problemas requiere un enfoque integral y multifacético que considere tanto las causas estructurales como las soluciones a largo plazo.

¿Somos conscientes de la implicación que tiene la normalización de la violencia en los medios de comunicación y las redes sociales en la formación de la identidad y los valores de los jóvenes? ¿En qué medida ha evolucionado y cambiado la autoridad de los padres en el hogar, considerando el incremento de la exposición de los jóvenes a diversas influencias y cómo esto ha modificado la dinámica de convivencia familiar? Estas son algunas de las preguntas que sería necesario responder.

Violencia en las aulas

Por otro lado, en las aulas la carencia de normativas que establezcan, definan y castiguen las infracciones a las normas básicas de convivencia representa un problema importante. La falta de herramientas administrativas y legales para intervenir y sancionar a los estudiantes por acciones como agredir a un compañero o dañar la propiedad del personal docente fomenta la generalización de estos comportamientos. Este estado de anomia, donde las normas sociales son difusas o inexistentes, se atribuye a la inacción de la administración educativa, que no toma medidas efectivas para abordar este problema de raíz.

Según un estudio de la Central Sindical Independiente y de Funcionarios CSIF sobre la situación de profesores en España, el 91% señala problemas de convivencia en aulas de Primaria y Secundaria. El 72% ha sufrido agresiones verbales, físicas o amenazas de estudiantes, y el 39% de familias.

Se reporta que el 60% ha presenciado peleas entre alumnos, con un aumento alarmante. La violencia es más prevalente en Secundaria, donde el 80% de los profesores ha sido agredido, en comparación con el 50% en Primaria.

Estos datos evidencian la gravedad del problema y la necesidad de medidas efectivas para abordarlo.

El verdadero problema

Los expertos atribuyen la crisis de violencia entre los jóvenes a una educación permisiva, carente de límites y consecuencias. Por otro lado, el aumento de la violencia escolar refleja también una sociedad que falta de valores y normas éticas.

“Me di cuenta también de que algunos volvían a las cárceles porque estaban abandonados a sí mismos y era el único sitio donde cobijarse. ¿Quién sabe? —decía yo para mí— si estos muchachos tuvieran fuera un amigo que se preocupase de ellos y les enseñase, a lo mejor no irían tantos a la cárcel”.

Estas palabras las escribió Don Bosco sobre los recuerdos de sus primeros años de sacerdote en 1841 y 1842, cuando visitaba la cárcel de Turín. La propuesta de Don Bosco está más vigente que nunca.

Hoy también hay muchos jóvenes en búsqueda, necesitados de alguien que les ayude a salir adelante, que les haga sentir que, a pesar de los errores, su vida tiene valor; que les brinde herramientas para construir un proyecto de vida sólido y así salir de la violencia que ellos permiten que les defina. Pues somos mucho más que nuestros errores. Y esto también deben de saberlo los jóvenes.

La situación de profesores en España: el 91% señala problemas de convivencia en aulas de Primaria y Secundaria. El 72% ha sufrido agresiones verbales, físicas o amenazas de estudiantes, y el 39% de familias Share on X

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