Tras la aprobación en España de la Ley de Eutanasia, los obispos españoles, se manifestaron contundentemente en favor de que las personas hagan sus testamentos vitales: “Animaremos a que se diga explícitamente que uno no quiere que se le practique la eutanasia, que quiere recibir cuidados paliativos y que tampoco quiere ensañamiento terapéutico”, declaraba el pasado mes de marzo el secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española (CEE), monseñor Luis Argüello.
El uso de documentos de los testamentos vitales (también conocidos como voluntades anticipadas, DVA) sí impacta en el uso de procedimientos sanitarios al final de la vida, según informa Diario Médico.
En el caso de las mujeres, los procedimientos con reducciones estadísticamente significativas son las cirugías, la nutrición artificial, las endoscopias, las transfusiones de sangre, la toracocentesis, los traslados a otros centros y las visitas a urgencias. La toracocentesis, en concreto, es el procedimiento con una mayor reducción entre las mujeres con DVA.
En cuanto a los hombres con testamentos vitales, los procedimientos con reducciones estadísticamente significativas son más bajos que en las mujeres, y estos son: la ventilación mecánica, las visitas a urgencias y las intubaciones. Las intubaciones son, en hombres, las que presentan mayor reducción.
Estas conclusiones que presenta Diario Médico forman parte de un estudio de la Agencia de Calidad y Evaluación Sanitarias de Cataluña (AQuAS) que confirma que los testamentos vitales son una herramienta efectiva para ajustar algunos procedimientos al final de la vida, que protegen al paciente de intervenciones sanitarias no deseadas, y a menudo fútiles, que alargan innecesariamente el proceso de la muerte, y ayudan a evitar la ansiedad de las personas que los cuidan.
El informe Las voluntades anticipadas influyen en la práctica clínica durante el final de la vida (en catalán), publicado por el Observatorio del Sistema de Salud de Cataluña de la AQuAS y que forma parte de la colección de monográficos de la Central de Resultados, ha comparado el uso de procedimientos médicos entre los pacientes que habían firmado voluntades anticipadas y quienes no lo habían hecho.
Para realizar este estudio, se diseñó un estudio de casos y controles retrospectivo, en el que se asignaron dos controles por cada caso. Los casos incluían a aquellas personas que habían completado un testamentos vitales y habían muerto en Cataluña durante 2014 y 2015. Las fuentes de información han sido el registro de voluntades anticipadas, el registro central de personas aseguradas, las bases de datos de facturación, farmacia y alta hospitalaria, y el registro de mortalidad.
El estudio, sin embargo, es sesgado, y no resuelve si las personas cuyo testamentos vitales no quieren que se les aplique la eutanasia tendrían las mismas garantías que las que no.
Sigue sin resolverse la nueva realidad y la pendiente resbaladiza que propone la Ley de Eutanasia.