El PSOE es proclive a fabricar nuevos derechos que acaban en fiascos. Es lo sucedido con el “cuarto pilar” del estado del bienestar concretado en la ley de dependencia. Como la memoria con que se aprobó era un desastre ( y ahí la responsabilidad fue compartida por todos los partidos) con errores escandalosos en el calculo de personas dependientes que había en España, y la valoración de los costes de los servicios, la ley tuvo ya un origen deformado. No podía funcionar por falta de recursos. A ello se le añadió muy pronto el incumplimiento del gobierno de aportar su parte para la financiación. La legisló el Congreso, la tienen que hacer funcionar las autonomías, y éstas, en contra de los establecido, corren con la mayor parte de los costes. De todo este inmenso desbarajuste la pandemia ha sacado la conclusiones más trágicas: las residencias infrafinanciadas, y gestionadas en gran medida por el sector privado, han sido un foco de mortandad para la gente mayor.
Mucho peor puede resultar la ley que, para no ser menos que Zapatero, impulsa Sánchez, en este caso sobre la eutanasia. Su visión del tema lo expuso la portavoz del PSOE, Adriana Lastra, en su intervención para rechazar las propuestas del PP y VOX, que incorporaban los cuidados paliativos. “La derecha siempre está contra los nuevos derechos”. La eutanasia como nuevo derecho para convertir a España en un país donde no existe el derecho a nacer cuando te toca, pero si el de morir.
Pero ¿qué derecho es este en el que te toca elegir entre sufrir y que te maten? Se necesita mucho cinismo para plantear la cuestión en estos términos cuando además la pandemia ha matado a cerca de 50.000 españoles, que en una proporción desmesurada, eran gente mayor. Se necesita un gran cinismo para querer empujar a la muerte a los que sufren para así terminar con su sufrimiento, al mismo tiempo que los cuidados paliativos en España están a la cola de Europa, por debajo de los países del Este, excepto Moldavia. Menudo panorama. Se necesita mucho cinismo para ofrecer la muerte como solución en un país donde pocos días atrás se ha practicado un cribaje masivo con los ancianos ingresados en los hospitales saturados: dosis masiva de morfina y a esperar. Claro que tiene su lógica dado que no se ha notado un excesivo interés por separar el trigo de la paja por parte de la fiscalía.
¿Cómo llamar a un gobierno y a una mayoría parlamentaria que niega los cuidados paliativos y ofrece la muerte para evitar el sufrimiento?
La cuestión es clara: El Atlas de los Cuidados Paliativos en Europa, presentado en el XVI Congreso Mundial EAPC 2019 en Berlín, describe la pésima situación de España. Solo se dispone de 0,6 servicios especializados por cada 100.000 habitantes, cuando la cifra razonable debería más que triplicarse, hasta los 2 servicios. España cuenta con 260 recursos específicos por los 570 de Italia, o los 587 de Polonia, un país con menor población y PIB. Estamos situados al mismo nivel que Georgia o Moldavia. Esto es lo que debe resolverse antes de legislar sobre la eutanasia.
De acuerdo con los datos publicados por la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (Secpal), cada año mueren en España más de 80.000 personas que no pueden recibir al final de la vida las atenciones paliativas necesarias.
En España hay 250.000 personas en la lista de espera de la dependencia, muchas de ellas en situaciones severas y dolorosas de discapacidad. 2,5 millones de personas viven en condiciones de pobreza severa que condiciona todas sus vidas y las deja inermes ante el dolor y el sufrimiento (antes de la pandemia ahora se están multiplicando).
Más de 2 millones de personas mayores de 65 años viven solas, sin que muchos cientos de miles no dispongan de la capacidad para ser autosuficientes en su vida cotidiana. De ellos 850.000 tienen 80 o más años y la gran mayoría son mujeres: 662.000, que viven en muchos casos en condiciones de indefensión extrema.
La idea de que en estas condiciones la petición de morir será lúcida y responsable, cuando el sujeto es susceptible de situaciones de desamparo, dolor físico y psíquico, es una patraña, porque objetivamente ningún acto acometido bajo aquellas condiciones sería aceptado como una decisión libre y autónoma por un juez o un jurado. Precisamente, esta fue una razón fundamental para que el Tribunal Supremo de Estados Unidos de 26 de junio de 1997, con mayoría designada por el Partido Demócrata, afirmase que la eutanasia es una vía para coaccionar a los más débiles y dependientes.
Practicada en las actuales condiciones sanitarias y de vida que rigen en España, la eutanasia es la pendiente a la que se empuja a los más pobres, débiles y necesitados, los que no disponen de medios para evitar el sufrimiento y disponer de compañía. Es en realidad un factor, y muy grave, que acentúa la ya de por si gran desigualdad social entre los ciudadanos de este país.
La eutanasia es la pendiente a la que se empuja a los más pobres, débiles y necesitados, los que no disponen de medios para evitar el sufrimiento y disponer de compañía Share on X
1 Comentario. Dejar nuevo
El artículo aporta datos reales y contrariedad sentida ante una nueva ley de las del grupo del derecho a decidir.
Ocurre que quien redacta y propone la ley no tiene oídos para lo razonable. En su lugar existe lo ideológico y un plan ideologizador.
Cristo se sentaba a comer con pecadores, se nos recuerda a veces. Se nos recuerda menos que dijera a sus discípulos que, si iban a un lugar y no eran bien recibidos ni escuchados, se sacudiesen las sandalias a la salida.
Los gobernantes a favor del endiosamiento del hombre no están por la labor de escuchar sino por aplicar lo que ellos se han fijado, sea o no moral, esté o no acorde con el Evangelio. Para muchos de esos gobernantes y no gobernantes, tener convicciones distintas a los planes ideologizantes significa simplemente franquismo y atraso.
Así que sentarse a la mesa con pecadores, cuando serán ellos quienes traten sumarnos a su causa nítidamente anticristiana, en qué casos hay que practicarlo?
Dicho de otro modo, cuánto ha de extenderse la longanimidad de quien la tiene por buen hábito como virtud evangélica del setenta veces siete y cómo combinarla con la necesidad de ser astutos para no aumentar el poder del enemigo diabólico?