En el transcurso de la historia existen sociedades que se han destruido a sí mismas, literalmente o bien porque sus grandes defectos y errores han facilitado la tarea de agentes exógenos. Es el caso de la sociedad cristiana del Norte de África. Posiblemente, hubiera caído igualmente ante el empuje del Islam, pero no en la forma acelerada como lo hizo. ¿La causa? El enfrentamiento entre los propios cristianos. Roma no se hundió de un día para otro, sino que fue un lento proceso que tuvo en su debilidad demográfica, la corrupción y la progresiva penetración pacífica, en la mayoría de los casos, de los pueblos germánicos, la causa de la implosión final.
No son los únicos casos. La civilización Maya se desmoronó debido a problemas medioambientales, agotamiento de recursos, conflictos internos y la llegada de conquistadores europeos.
El Imperio Español en América fue otro caso por la incapacidad de la metrópoli de dar una salida que no fueran las guerras de independencia.
Mucho más espectacular por su velocidad fue la implosión de la Unión Soviética: una superpotencia que se colapsó debido a problemas económicos, corrupción, vacío espiritual, falta de libertades individuales y la presión constante de la Guerra Fría con los Estados Unidos.
En el intervalo entre las dos grandes guerras, la República de Weimar: una democracia en Alemania que surgió después de la Primera Guerra Mundial, pero que enfrentó problemas económicos devastadores, la inflación descontrolada y el descontento público, lo que allanó el camino para el ascenso de Adolf Hitler y el Tercer Reich.
Y en época reciente, hay el ejemplo de la República de Venezuela: un país rico en recursos naturales, en especial petróleo, que experimentó un colapso económico y político debido a la corrupción, la mala gestión gubernamental, la caída de los precios del petróleo y la asfixia de la sociedad civil.
Argentina es un caso particular de cultura política, social y económica, que vive en un estado de semicolapso permanente desde hace décadas, cuando en los inicios del siglo XX era, junto a Estados Unidos, la futura tierra de promisión.
Pues bien, la Unión Europea en general y de forma acelerada, las sociedades de algunos estados, avanzan decididamente hacia su autodestrucción. Son los casos de España, y en buena medida de Francia.
En nuestro caso, los síntomas son muy evidentes. Los problemas críticos no se abordan, sino que se enmascaran o simplemente se niegan. Tenemos como mínimo cuatro de muy graves bien instalados, sin considerar los que se avecinan y se añadirán a aquellos.
Se trata de la combinación entre hundimiento demográfico a causa de que mueren más personas de las que nacen, la apelación acrítica a las excelencias de la inmigración, la incapacidad en todo lo que va de siglo de superar la baja productividad que determina a medio plazo la renta de las personas y que está ligada a las dos causas críticas precedentes, lo que determinará la imposibilidad de mantener el estado del bienestar, incluidas las pensiones.
Hay más causas, claro está, el fracaso educativo en el sentido no solo escolar sino integral del término, que determina el crecimiento de la violencia entre los más jóvenes, la agresión sexual y la promiscuidad desde la adolescencia, que está deteriorando el capital humano a manos llenas, y es un claro indicador del retroceso de la función básica insubstituible de la familia para formar ciudadanos en el sentido aristotélico del término.
La plenitud del desarrollo de una nueva ideología del conflicto social, que si en buena parte de los siglos XIX y el XX fue la lucha de clases, hoy se trata de la implantación de la lucha de géneros a cargo del feminismo que ha asumido esta concepción como matriz.
La destrucción desde dentro de las propias instituciones políticas: la función parlamentaria, la división de poderes, la independencia judicial, la existencia de garantías constitucionales, el funcionamiento de la justicia totalmente colapsada, y un determinado grado de concordia entre las fuerzas políticas, necesaria para que la democracia funcione. El menoscabo de la Constitución 1978, por intervenciones del Congreso y el Tribunal Constitucional, que destruye el sentido del derecho en nuestra sociedad y la igualdad de los ciudadanos ante la ley.
¿Qué hay de sólido en las instituciones de este país, que lógicamente se alarma durante dos días porque los homicidios cometidos por jóvenes superan los cien anuales, mientras se han incoado 974 agresiones sexuales cometidas por menores, para seguidamente olvidarlo?
¿Qué se puede esperar, si Eduardo Esteban, el Fiscal coordinador de menores, ante estas cifras declara (El País, 10 septiembre de 2023):
“El delito sexual tradicional que veíamos hace 30 o 40 años era un delito clandestino, de una persona contra otra ¿Por qué? Por la propia represión de la sociedad de la que también formaban parte los agresores. Teníamos unas relaciones sexuales muy reprimidas y éramos muy pudorosos con nuestra intimidad, a nadie le gustaba hacer esas cosas en público. Antes era impensable mantener relaciones en el baño de una discoteca. Los tiempos han cambiado. Hay un aspecto muy positivo que es la liberación”.
Si el propio fiscal coordinador de menores considera que el desmadre sexual que existe en la actualidad en la juventud es algo liberador, ¿cómo quieren que la cosa tenga remedio?
Si en lugar de llamarle represión lo denominamos autocontrol o templanza, si no aceptamos que el pudor es una condición necesaria de aquella templanza, ¿cómo no quieren que se disparen las agresiones sexuales? ¿Quién es tan ingenuo para pensar que existe un botón que detiene automáticamente el impulso sexual excitado, cuando se sobrepasan determinados límites y que además esto es posible en una sociedad que es incapaz de educar en las virtudes? Pues por lo visto, así lo cree gente con cargos de responsabilidad.
¿Qué hay de sólido si se puede hacer una ley de amnistía que se presume inconstitucional en un «plif plaf» parlamentario, para que después un TC que actúa como parte del gobierno lo da como bueno? ¿Qué tipo de mentalidad social y política se construye de esta manera?
Si no aceptamos que la primera virtud, y todavía más en política, es la prudencia, ¿cómo va a funcionar este país, su sociedad e instituciones?
La característica fundamental de las sociedades que se autodestruyen es su anomía, que hace que sus instituciones de todo tipo, las políticas, pero también las sociales, culturales y morales, proponen unos fines que se encargan de que no se puedan alcanzar. Esta es la situación de España y de parte de Europa.
En este escenario, nosotros no podemos dejar de formularnos una pregunta: ¿qué hacemos como cristianos? Porque nuestro papel en teoría es muy claro. Nos está dicho de muchas maneras. Recordemos solo una.
Nos lo dice Lumen Gentium al tratar sobre el Pueblo de Dios: “la misma criatura sea libertada de la servidumbre de la corrupción para participar en la libertad de los hijos de Dios” (Rm 8,21). “Este pueblo mesiánico, por consiguiente, aunque no incluya a todos los hombres actualmente y con frecuencia parezca una grey pequeña, es, sin embargo, para todo el género humano, un germen segurísimo de unidad, de esperanza y de salvación. Cristo, que lo instituyó para ser comunión de vida, de caridad y de verdad, se sirve también de él como de instrumento de la redención universal y lo envía a todo el universo como luz del mundo y sal de la tierra” (cf. Mt 5, 13-16) (LG9).
Más claro ni tan solo el agua. Lo que sucede es que se nota poco.
¿Qué se puede esperar, si Eduardo Esteban, el Fiscal coordinador de menores, ante estas cifras declara (El País, 10 septiembre de 2023): Share on X
1 Comentario. Dejar nuevo
Es una pena que Forum Libertas sea tan «CONSTITUCIONALISTA» criticando una amnistia.
Porque no analizar la causa de que se hable de amnistia?
Una constitución parida bajo la vigilancia de los sables de la dictadura y en contra de principios democraticos internacionales. Esta constitucion es intocable para toda la vida. Y ha permitido reprimir y persequir a todo independentista, católico o no. Si se hubiera actuado con respeto y no con odio interesado, no haria falta hablar de LEY de AMNISTIA.