Una de cada cinco personas pasa hambre en África y, de los 257 millones de afectados, “237 millones se encuentran en África subsahariana”, donde “sufren desnutrición crónica”; mientras más de 80 millones de niños menores de 5 años se llevan la peor parte.
Esta es en resumen la conclusión de un informe de la ONU al que hace referencia una información de la FAO, publicada el pasado 13 de febrero, que viene a constatar que erradicar el hambre en África se ha convertido en un reto casi imposible.
Las causas de que el hambre en el continente africano siga aumentando son diversas, pero los efectos del cambio climático tienen un especial protagonismo con diferentes variables, según el informe: variabilidad del clima, fenómenos climáticos extremos, aumento de las temperaturas, sequías, inundaciones…
Además, las difíciles condiciones económicas mundiales y los países afectados por conflictos se suman a los efectos del cambio climático para dibujar un escenario donde se quedan cortos los esfuerzos mundiales para alcanzar las metas de la Agenda de Desarrollo Sostenible, en particular el Objetivo de Desarrollo Sostenible 2 (ODS 2).
Cifras del hambre en África
El informe, presentado el día de su publicación en un evento presidido por Maria Helena Semedo, directora general adjunta de la FAO y responsable del departamento de Gestión de Recursos Naturales y Medio Ambiente, insiste en el incremento del hambre en África.
Los datos del estudio confirman que “en el continente hay más personas que siguen padeciendo subalimentación que en cualquier otra región. La evidencia indica que en 2017 el 20% de la población africana estaba subalimentada”.
Prueba de ello son algunos datos estadísticos de ese año sobre los que insiste la información de la FAO: “de los 257 millones de personas que padecen hambre en África, 237 millones se encuentran en el África subsahariana y 20 millones en el África del Norte”.
El informe anual de las Naciones Unidas indica que, “en comparación con 2015, había 34,5 millones adicionales de personas subalimentadas en África, de los cuales 32,6 millones en el África subsahariana y 1,9 millones en el África del Norte”.
“Casi la mitad del aumento en el número de personas se debe al incremento en África occidental, mientras que un tercio procede de África oriental”, añade.
Además, alrededor de 59 millones de niños menores de cinco años, es decir un 30,3%, están “afectados por el retraso en el crecimiento (baja estatura para la edad)”; 13,8 millones (7,1%) están “afectados por la emaciación (bajo peso para su estatura)”; y 9,7 millones (5%) de niños también por debajo de los cinco años tienen sobrepeso (peso elevado para la estatura), indicadores todos ellos de una deficiente nutrición.
Por su parte, un 38% de “mujeres en edad reproductiva están afectadas por anemia”; y el porcentaje de “lactantes menores de 6 meses que fueron alimentados exclusivamente con leche materna” fue del 43,5%. También cita el informe el “porcentaje de adultos obesos: 11,8%”.
Al respecto, la FAO advierte de que, aunque la prevalencia del retraso del crecimiento en los niños menores de cinco años está disminuyendo, “sólo unos pocos países están bien encaminados para alcanzar la meta nutricional mundial para el retraso en el crecimiento”.
“El número de niños menores de cinco años con sobrepeso sigue aumentando, y es especialmente elevado en África del Norte y austral. Según el informe regional, el progreso hacia el cumplimiento de las metas mundiales de nutrición de la Organización Mundial de la Salud (OMS), avanza con lentitud a nivel continental”.
El cambio climático, generador de hambre
Maria Helena Semedo detalló algunas de las principales causas del incremento del hambre en África en 2017: “El empeoramiento de la tendencia en África se debe a las difíciles condiciones económicas mundiales y al deterioro de las condiciones ambientales y, en muchos países, a la variabilidad del clima y los fenómenos climáticos extremos y los conflictos, a veces combinados”.
“El crecimiento económico se ralentizó en 2016 debido a la debilidad de los precios de los productos básicos, en particular del petróleo y los minerales. La inseguridad alimentaria ha empeorado en los países afectados por conflictos, a menudo agravada por sequías o inundaciones”, añadió.
También destaca el informe que en muchos países, sobre todo en África oriental y austral, “las condiciones climáticas adversas debidas a ‘El Niño’ provocaron una disminución de la producción agrícola y el aumento de los precios de los alimentos básicos”.
En cualquier caso, las referencias al cambio climático como generador de hambre están presentes a lo largo del informe. Así, aunque “la situación económica y climática ha mejorado en 2017, algunos países siguen afectados por la sequía o la escasez de lluvia”.
“Estas amenazas debidas en parte al cambio climático son factores importantes que subyacen al reciente aumento de la inseguridad alimentaria y a las graves crisis alimentarias en el continente”, destaca en otro apartado.
Tanto es así que “muchos países de África corren un grave riesgo de sufrir desastres relacionados con el clima y los sufren con frecuencia. En los últimos diez años, las calamidades asociadas con el clima afectaron a un promedio de 16 millones de personas y causaron daños anuales por valor de 670 millones de dólares en todo el continente”.
“Las evidencias presentadas muestran que la mayor cantidad y frecuencia de fenómenos climáticos extremos y el aumento de la variabilidad amenazan con perjudicar los avances logrados en la lucha contra el hambre y la malnutrición”, insiste la FAO.
Se necesita un mayor esfuerzo
Por todo ello, “se necesita actuar con mayor urgencia para aumentar la resiliencia de los hogares, las comunidades y los países ante la variabilidad climática y los fenómenos extremos”, recomienda la FAO.
“Las estrategias para la adaptación al cambio climático y la reducción del riesgo de desastres deben alinearse y coordinarse con las intervenciones en los sistemas nutricionales y alimentarios en todos los sectores”, advierte.
En ese sentido, recomienda la elaboración de estrategias de adaptación al clima y su implementación, y en el informe se destaca la “necesidad de redoblar los esfuerzos en la recopilación de datos, vigilancia y e implementación de prácticas agrícolas climáticamente inteligentes”.
“Los esfuerzos continuados mediante asociaciones, combinando la adaptación al cambio climático y la reducción del riesgo de desastres, y la financiación a largo plazo, pueden servir de puente entre los enfoques humanitarios y de desarrollo”, agrega.
El informe revela que “el ODS 2 requiere un mayor esfuerzo para alcanzar el objetivo y las metas mundiales de nutrición, en medio de importantes retos a los que se enfrenta el continente, como la lucha contra el empleo juvenil y el cambio climático”.
En ese sentido, considera que el sector rural debe desempeñar un papel fundamental en “la creación de empleos decentes para los 10 a 12 millones de jóvenes que se incorporan al mercado laboral cada año”.
La FAO insiste al concluir su informe en la actual y creciente amenaza para la seguridad alimentaria y la nutrición en África, sobre todo en los países que dependen de la agricultura: el cambio climático, ya que “sus consecuencias influyen negativamente en el rendimiento de los cultivos alimentarios básicos”.