El 6 de enero, celebramos la Epifanía, el día en que los Reyes Magos llegaron a Belén guiados por una estrella. ¿Qué es lo que hace que este día sea tan especial?
Imaginemos por un momento a esos Magos, hombres sabios que dejaron atrás sus comodidades para seguir una luz en el cielo.
No sabían exactamente a dónde los llevaría, pero confiaron.
Al encontrar al Niño Jesús, se postraron y ofrecieron oro, incienso y mirra. Benedicto XVI escribió en su libro La infancia de Jesús: «Los Magos representan a los hombres de todas las partes del mundo que se ponen en camino hacia Cristo».
Su viaje simboliza nuestra propia búsqueda de Dios, llena de preguntas, momentos de incertidumbre y, finalmente, un encuentro transformador.
Entrega total
San Gregorio Nacianceno también capturó la esencia de este momento. En uno de sus poemas, explicó que cuando los Magos adoraron al Niño, la astrología llegó a su fin. Desde entonces, las estrellas ya no gobiernan nuestras vidas; es Cristo quien dirige el universo.
Los regalos que llevaron también tienen un significado especial. El oro proclama a Jesús como Rey, el incienso lo reconoce como Dios y la mirra prefigura su sacrificio en la cruz.
Cada uno de estos presentes revela un aspecto esencial de su identidad y misión.
Pero, más allá de los regalos materiales, los Magos nos enseñan algo más importante: la actitud de entrega total.
Al inclinarse ante el Niño, reconocieron que habían encontrado algo mucho más valioso que todo lo que poseían.
Hoy, esta historia nos ayuda a preguntarnos: ¿Cuáles son los regalos que podemos ofrecerle a Cristo? No se trata de oro, incienso o mirra, sino de algo más personal: nuestro tiempo, nuestra fe y nuestra voluntad de seguirlo.
Como dijo Benedicto XVI: «El verdadero regalo de los Magos es que se postraron ante Jesús y lo adoraron. Con ello, abrieron sus corazones a Dios y así se convirtieron en un modelo para todas las generaciones».
En este día de la Epifanía, recordemos que todos estamos llamados a buscar esa estrella que nos guía hacia Jesús.
La celebración de la Epifanía nos invita a integrar esta experiencia en nuestra vida cotidiana. Al igual que los Magos, somos invitados a acercarnos a Cristo con lo mejor que tenemos, no solo en un acto puntual, sino en la forma en que vivimos cada día. Como los Magos, nuestra adoración puede expresarse en acciones cotidianas que reflejen nuestra fe y nuestro amor.
Que este día sea una invitación a renovar nuestra búsqueda, no solo como un evento especial, sino como una actitud constante que transforme nuestra manera de vivir.
Así como los Magos encontraron al Rey del universo en la sencillez de un pesebre, también nosotros podemos encontrar a Cristo en lo cotidiano y dejar que Él ilumine cada rincón de nuestra vida.