El pasado 18 de mayo, en la Misa de inicio del pontificado de León XIV, una joven española proclamó la primera lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles ante miles de fieles y el nuevo Papa.
Su nombre es Mariola Borrell, es arquitecta, ilustradora, miembro del Opus Dei y vive actualmente en Roma.
Lo suyo fue un regalo inesperado. Sin buscarlo, acabó proclamando la primera lectura en una de las misas más importantes de la historia reciente de la Iglesia.
Con sencillez, alegría y mucha fe, en esta entrevista, Mariola nos cuenta lo que vivió —y lo que le quedó grabado para siempre— al mirar de cerca al nuevo Pedro.
Mariola, fuiste la voz de la primera lectura en un momento único de la historia de la Iglesia. Cuando leías ese pasaje, con Pedro pronunciando valiente el «Nombre de Jesús», ¿Qué se te pasaba por dentro? ¿Tuviste la sensación de estar participando en algo mucho más grande que tú?
Te diría que es muy difícil de describir porque es una mezcla como de muchas cosas. Por un lado, como esta conciencia de que estás viviendo algo muy impresionante. Me decías tú, algo mucho más grande que tú, pues sí, claramente.
Y eso es evidente, lo percibes. Te ves en un sitio tan grande, con tanta gente, que no ves el final de la multitud.
¡Imagínate el recorrido para poder llegar hasta el ambón! Pasas por delante de todas las autoridades. Y finalmente llegas y ya te paras y estás al lado del Papa.
En el momento en el que llegas al Papa. El Papa te mira, tú le miras y te pones a leer.
En ese instante creo que tienes mucha conciencia de que estás viviendo algo histórico, impresionante.
Lógicamente entra un poco de humanidad también, de que no se me trabe la voz, de que no me dé la tos…
Pero te diría que por cómo fue de providencial la circunstancia y por las dos palabritas que me dijo el sacerdote que nos acompañaba, cuando fue el momento de ponerme a leer, leí muy tranquila.
¿Qué significó para ti, como católica, leer en español ante el mundo entero?¿Cómo fue el momento previo a la lectura?
Nos citaron a las 7.45 de la mañana en San Pedro para poder ensayar.
Una vez habíamos ensayado nos quedaban dos horas hasta la Misa. Tuvimos, por tanto, un buen rato para charlas entre nosotros y fue muy bonito.
Traté con el matrimonio de Chiclayo que ya conocían al Papa. También había una familia que la madre trabajaba con el Santo Padre en el Dicasterio para los Obispos; y el Papa había querido llevaran una ofrenda.
Hablé con un sacerdote y una religiosa, y conocí más su orden.
Me gustó mucho ver la riqueza y la universalidad de la iglesia.
Cada uno de nosotros venía de una realidad distinta, con un enfoque muy distinto, con unas circunstancias…
Por ejemplo, había una china católica, una libanesa, un polaco…
La universalidad de la iglesia era palpable y eso me ayudó.
Después, tuvimos un rato de más silencio y oración. Empezó a entrar la gente y se iba haciendo un clima de recogimiento. Se aproximaba la hora de la Santa Misa.
Yo aproveché también para rezar un poco, incluso para hacer oración con lo que iba a leer.
Ese rato me sirvió para profundizar en lo que significaba esa ceremonia y esa Santa Misa y poder vivirla bien.
Leíste sobre el Nombre de Jesús. Además, la lectura que proclamaste termina con una afirmación contundente: “No hay otro nombre bajo el cielo por el que podamos salvarnos”. ¿Cómo recibiste esto en este momento de la historia?
Te tengo que confesar que de la lectura me llamó más la atención la primera parte que la segunda, que es la que tú destacas.
Me impresionó proclamar ahí en voz alta la afirmación de Pedro, decir que no quede ninguna duda de que todo esto ha sido por el nombre de Jesús. Pensé, qué fuerte, ¿no? En el fondo, lo mismo que está pasando aquí.
Es decir, que no quede ninguna duda de que en realidad todo esto es de Dios.
Mucha gente ha planteado la elección del Papa como algo político, como algo de poder. Que no quede ninguna duda de que todo esto es algo de Dios, que el Papa lo elige el Espíritu Santo a través de los cardenales, pero que es una cosa de Dios, que esta Misa es un momento muy importante, que el anillo del pescador significa esto….
Pensé, qué fuerte poder proclamar a través de la lectura está realidad aquí, en público, delante de todo el mundo, delante de los cinco continentes, de tantos medios de comunicación, de tantos líderes de tantos estados…
Allí tuve la oportunidad de hacer una afirmación pública de Dios desde un ambón. Si lo piensas, en realidad, esto es lo que tenemos que hacer los católicos en el día a día. En la rutina diaria no tenemos un micrófono pero si podemos hacerlo con nuestro ejemplo, nuestra cercanía…
Esto efectivamente se vive en lo ordinario, más que proclamándose con un micro delante de la multitud, se vive con la vida personal.
En hacer nuestra la Palabra nos han insistido los Papas, tanto el Papa Francisco, como el Papa León en su homilía.
Tenemos que ser una iglesia de caridad, una iglesia que con su vida refleje a Dios y que muchas otras personas se puedan ir dando cuenta de esa gracia y de que vivir cerca de Dios les hace felices.
Estuviste allí como testigo del nacimiento de un pontificado. ¿Qué gesto o palabra del Papa León XIV te conmovió especialmente? ¿Hay alguna imagen que se te haya quedado grabada en el alma?
Me impresionó mucho la actitud del Papa en general, su recogimiento.
Se le veía como muy consciente de cada cosa que hacía, como con una mirada muy profunda, como pausado.
Por ejemplo, con la consciencia con la que incensaba el altar, cómo miraba el altar, cómo miraba el crucifijo, en la consagración, en el momento del anillo. Fue muy evidente, yo creo que se vio en todas las cámaras. ¡Cómo mira el anillo!
Creo que la actitud del Papa fue lo que más me llamó la atención. Su piedad, su conciencia de lo que estaba viviendo y su mirada como profunda y certera de que está rezando, que está pidiendo ayuda a Dios.
También me impactó de León XIV la continuidad con los anteriores Papas. Al empezar la Misa me impresionó ver al Papa aparecer con el báculo de san Juan Pablo II, me recordó mucho a él (además en el día de su cumpleaños).
Durante la ceremonia, en un par de momentos me recordó a Benedicto XVI, un hombre de una fe tan profunda.
Por otro lado, a lo largo de la ceremonia, ¡Imposible no recordar al Papa Francisco! De hecho, el Papa León XIV, al final lo dijo directamente: durante la Misa sentí fuertemente la presencia espiritual del Papa Francisco, que desde el cielo nos acompaña.
Me encantó palpar la continuidad que hay en la iglesia, y a la vez, su riqueza. Porque hay continuidad pero también hay variedad. En el fondo ves como cada Papa ha ido expresando la Verdad única de la Iglesia a través de su propia personalidad.
Por último Mariola, una curiosidad inevitable: ¿Cómo te eligieron para hacer la lectura? ¿Cómo vivió tu familia y amigos ese momento?
Fue una cadena de casualidades que me regaló el Papa Francisco. En su funeral estuve comentando con una amiga. ¡Qué impresión! ¿Quién será esa gente que lee? ¿Será gente del Vaticano o gente importante o gente que ha hecho algo como para merecer eso? Y nos reímos como pensando, pues no sé…..
Y al cabo de los días, sin que se me pasara por la cabeza, de repente un sacerdote habla con otro sacerdote, este con otro sacerdote, este sacerdote piensa en una amiga mía… Oye, estamos buscando a una persona para leer.
Necesitamos a alguien que sea española, mujer, joven, laica y que viva en Roma.
Mi amiga tenía varias cosas, pero no era española.
Entonces ella me dijo, Mariola, ¿a ti qué te parecería? ¿Doy tu nombre? Y yo encantada. Dio mis datos y yo pensé, bueno, a ver qué pasa…
Poco después se pusieron en contacto conmigo. Mariola, el sábado tendremos el ensayo… ¡No me lo podía creer!
La verdad es que en ese momento pensé que era un regalo del Papa Francisco, que me hacía como un guiño. Como decir, mira, comentaste esto en mi funeral, pues ahora sales tú.
Después vino el segundo guiño de la situación, que fue cuando salí a leer y vi que la lectura decía la piedra que desechasteis “vosotros los arquitectos”, porque yo soy arquitecta. ¡Qué puntería!
Me siento muy agradecida. Porque es una cosa que nunca me hubiese imaginado. Por un lado, por haber estado tan cerca del Papa y por poder vivir este momento histórico tan directamente.
Por otro lado, por representar a los jóvenes de la Iglesia. Me hizo mucha ilusión poder salir allí y con mi presencia mostrar que en la Iglesia hay personas jóvenes, felices de ser cristianos y de seguir a Jesús y que queremos al Papa.
Estoy muy agradecida.